viernes, 5 de octubre de 2007

La puta que parió a Sonia


Sonia Sánchez llegó muy joven a Buenos Aires proveniente de Chaco. Durmió en Plaza Once. Allí vivió y se prostituyó por primera vez. A los 42 años logró apropiarse de la palabra puta y transformar su vida en un espacio de rebeldía para interpelarse como mujer explotada por un “Estado proxeneta”, cómplice de esa situación. Es actual integrante del colectivo periodístico “Lavaca” y coautora del libro “Ninguna mujer nace para puta”. Y es puro impacto, lucha y ovario, aquí habla en primera persona porque su palabra no necesita ningún tipo de intermediación. Con ustedes: la puta que parió a Sonia.

Por Florencia Silio y Luis Zarranz

“Antes hablaban por mí los parásitos y el entorno que me rodeaba. Ahora digo lo que pienso, digo lo que siento, tomo mis propias decisiones y me las banco. Escucharte… es una belleza escuchar tu propia palabra”

“Recuerdo que la primera vez que pronuncié la palabra puta lo hice en mi casa y en voz alta. Nombrarme yo misma puta, reconocer que era una persona explotada, me provocó una catarsis tremenda y fue un proceso en absoluta soledad. Es que la palabra puta me dolió y me humilló durante muchos años y me convirtió en una mujer sumisa y muda. Escuchar tu propio sonido no tiene precio, por supuesto no es fácil porque trae vómitos y mucho dolor. Pero desde el momento que la nombré no pude quedarme quieta. Lo primero que hice fue tirar la ropa que caracterizaba a la puta. Puse shores, zapatos, pelucas y botas dentro de una bolsa de residuo y la saqué directamente a la vereda. El segundo paso fue dejar de mentirme. No era prostituta ni trabajadora sexual ni dama de compañía, era ‘Sonia, la puta’”.

“Entonces, cuando pude trabajar la palabra, ubiqué a todos los que estaban a mi alrededor, y también los pude nombrar. Todos y todas los que se acercan a la puta, tratan de ayudarla, pero viven de la prostitución y la sostienen ahí. Las putas no somos víctimas, también compramos eso, los parásitos que viven de la prostitución: la iglesia, el ejército de expertos, las y los trabajadores sociales, las y los psicólogas/os, las y los abogadas/os”.

La palabra puta la tomo como un territorio de rebeldía y construcción, no para darle otro significado. Yo di la cara como puta desde el 2000, pero siempre los parásitos me decían cómo enfrentar la cámara, cómo vestirme. No querían que tengamos nuestra propia voz. Quiero decir que la puta es absoluta mentira. Yo dormía en un colchón de mentiras, y lo tenía que tapar con una mentira más grande aún. Si era puta tenía marido, pero la puta no tiene marido, tiene fiolo. Sos nómade. Pero llega un momento que se vuelve tan pesado que ya no lo podés sostener más. Lo que hace la prostitución es quebrarte la identidad. No te permite ni siquiera llorar. La puta no demuestra sentimientos”.

“En una parte del libro “Ninguna mujer nace para puta” menciono un ejercicio al que le puse nombre. Lo llamé ‘Un largo camino de regreso a casa’. Esa casa, sos vos. Y cuando digo ‘ese largo regreso a casa’ me refiero a un viaje hacia adentro, porque los sentimientos están muy adormecidos. Lo que hacen en la prostitución es bloquearte para que los sentimientos desaparezcan. Pero están allá abajo, los tienes que buscar.”

“Mujer, confía en el sonido de tu propia voz”. *

“El “Estado proxeneta” viene a reemplazar al Patriarcado. Es una máquina de explotación perfecta. A partir de esta definición se puede visualizar la maquinaria de explotación del sistema hacia todas y todos. Yo me acuerdo que al terminar de montar Ninguna mujer nace para puta en el Centro Cultural Borges, se fueron todos y quedé yo sola. Entonces, me siento en el suelo (me encanta el suelo) y observo la muestra. Y ahí estaba la foto del “Estado proxeneta”. Lo pude visualizar: estaba la caja de alimentos, estaban los forros, estaba la cama de la muerte, estaba la cama de los prostituyentes. Estaba todo”.

“Para todos los sistemas de machos y fachos la mujer es una puta, mueran los sistemas, vivan las putas”. *

“Aprendí a disfrutar mi cuerpo, y mirá qué ambigüedad. La puta tiene sexo todos los días, a cada hora, pero no disfruta. Está bloqueada. Entonces estoy conociendo mi cuerpo, y no tengo vergüenza. No tengo miedo de disfrutar lo que siento. Me permito llorar, reír, embroncarme, putear, dejo salir todo lo que surge. Este proceso, además, me permitió madurar en la relación con mi hijo, con mis hermanas y con las demás personas. Me estoy relacionando de otra manera con la gente. Pero no tengo paciencia. Antes en mi relación con la gente era políticamente correcta, porque la puta es algo feo, está mal vista, es mal pensada, es mal hablada. Por eso tenía que vestirme y hablar de forma correcta, no levantar el tono de voz, no ser tan agresiva, no ser esto, no ser aquello. Y yo no era así. Ahora estoy siendo esta Sonia. Que se ríe fuerte, que habla fuerte, que grita, que putea. Que me sacan y me sacan. Es bello. Yo creo que a los 41 comencé a vivir. Tengo 42. Y estoy disfrutando a full, y todos los días aprendo. Y les exijo a las personas que están conmigo ‘bajame línea’, no permitas que me victimice ni me bloquee. Todo es tan nuevo…”

“Ahora me encuentro con otra gente, y ese contacto es de manera diferente. Yo iba a las Universidades, pero a dar testimonio. Y el testimonio me sostenía en la esquina. La esquina de Flores la llevaba a la Facultad. De esta manera alimentaba el morbo de todo el mundo. Pero hoy, invítame. Vas a tener ganas de vomitarme, de escupirme. Desde ese lugar te estoy diciendo cómo ha cambiado mi relación con la otra gente. Y esta Sonia, no va a terminar siendo así, me voy a seguir corriendo. Hay algo en mi interior que no permite que pare. Estuve muchos años adormecida, quieta. Pero también porque yo lo he permitido”.

“Me corrí del espacio en donde éramos todas putas. Yo no quiero plantarme más en ese lugar porque empobrece mi pensamiento, mi visión, mis alianzas y mis interlocutores. Este mundo que he descubierto no me lo van a robar. Digo: vamos a organizarnos. Yo quiero seguir luchando. Entonces nos estamos organizando entre mujeres con pensamientos y voces diferentes. Nos hemos denominado Las Locas y deseamos poner en discusión temas y producir pensamientos. Vamos a armar muestras bien interpelativas, una que está rondando es acerca del sida. Con Las Locas vamos a comenzar a vernos como mujeres. Qué está pasando, dónde están nuestros deseos, nuestra sexualidad, nuestras acciones. No quiero hacer más lo que hice antes. No voy a ser más la mano útil de este 'Estado proxeneta¿. Hay mujeres que quieren visibilizar lo que está pasando. En ocho meses ya murieron seis mujeres en la plaza Flores y quién dice eso. Las organizaciones que trabajan con el VIH en Argentina son obsecuentes, es decir son parásitos de las putas y los travestis”.

“Nuestra venganza es ser felices”.*

“Hoy no sé quién soy. Porque no tengo una identidad, pero a la vez puedo tener todas las que quiera. Estoy mutando todo el tiempo. Hoy te puedo decir esto, porque cuando volví de Bolivia era llaga viva. Es que para poder escribir el libro tuve que volver a la ‘Sonia puta’ y no para transcribirlo, sino para analizarlo y reconceptualizarlo. Era doble trabajo porque no quería alimentar el morbo. Entonces, se puso en cuestión el “ser o no ser”, porque ya no tenía un lugar físico que me diera una cierta seguridad simbólica, no tenía ningún espacio que me acompañara ni lugar de pertenencia. Lo que sí sé es que soy una mujer cada vez más libre.


*Grafiteadas de Mujeres Creando que empapelaron las paredes de La Paz, Bolivia.


 (Publicada en la revista "Al Margen", octubre 2007)

“Ninguna mujer nace para puta”


“Me fui a Bolivia, a La Paz, donde vive María Galindo de la organización Mujeres Creando y allí organizamos el libro.  Fuimos al lago Titicata, teníamos que buscar algo bello para algo bello. Y fue muy fuerte. Armar el índice del libro y organizarlo, nos llevó mi primer viaje. Lo diagramamos como una charla de dos mujeres de dos mundos distintos que destruyen estereotipos. María está rompiendo todo el tiempo identidades. Y yo estoy haciendo lo mismo en otro país, nada más”.

“Nos conocimos a través de Claudia Acuña, del colectivo lavaca, en el año 2005, cuando viajamos cuatro mujeres de Argentina en busca de otras voces, en este caso bolivianas. La gente de Lavaca ya conocía a Mujeres Creando. Yo no sabía que existía. Bueno… yo no sabía que existían muchas cosas. Allí conozco a María Galindo de Mujeres Creando y quedamos muy enganchadas.
Luego María arma la muestra Ninguna mujer nace para puta en el 2006, cuando asume Evo Morales, y me invita. Yo voy a acompañar esa presentación, porque las mujeres en situación de prostitución, que en un primer momento se habían organizado junto a María, no la acompañan porque deciden seguir el camino de trabajadoras sexuales. Ahí, comenzó esta alianza prohibida. El libro entonces, es una mirada que interpela desde el lugar de puta a la sociedad. Y sólo rompiendo esquemas, saltando los límites, partiendo y cruzando las fronteras de mí misma, y conociendo a esta mujer, pude escribirlo. De lo contrario, todavía estaría parada en Plaza Flores repartiendo forros”.

“Nadie habla de la soledad de la puta. Está todo el tiempo rodeada y controlada. La controla la policía, el fiolo, el prostituyente, y la controla también el otro vecino. Se convierte en la soledad mejor acompañada y la peor acompañada. Pareciera que nunca estás sola, pero es puro maquillaje. Y ponerla en palabras fue muy fuerte porque hubo mucha resistencia. No es la soledad de la vendedora ambulante ni del ama de casa. Es la más sostenida por todas y todos, porque la omiten permanentemente. Y como de eso no se habla, se convierte en la más profunda y la más absoluta. El guión oficial de la puta es el forro y yo como puta qué te podía discutir ¿de economía, de política, de educación? Tienes que correrte para mirarte. Y te encontrás con un mundo muy pobre. Ahora elijo el lugar desde dónde te voy a hablar.

El libro me permite iniciar el proceso de apropiarme de algo muy mío. Es increíble que algo que te pertenezca no lo sientas tuyo. En estos días lo comencé a leer y no lo hago siguiendo el orden establecido. Empiezo por atrás, sigo por el medio, luego voy a los primeros capítulos. Es una sensación muy rara la que me provoca leerme, porque es algo que estaba adentro mío. Algo parecido me pasaba con mi cuerpo. Ahora estoy buscando las formas. Es que antes no me miraba. Cuando me bañaba trataba de no verme. Dentro del albergue transitorio no me veía. Era ciega. Siempre me metía una imagen en la cabeza y la sostenía durante el tiempo que durara. Apropiarte de tu cuerpo como de la palabra es muy fuerte. No sé cómo describirlo. De a ratos me agarra una alegría tremenda. Tomo el libro y digo: mi pensamiento escrito ahí. Es mío!

Lenguas para tu boca


El II Congreso de laS LenguaS realizado en la Facultad de Medicina de la UBA enfatizó el respeto por la identidad, la diversidad cultural y el rescate de la memoria histórica como fuente de interpretación del presente y base de construcción de un futuro mejor. Cuatro días de paneles, debates, expresiones culturales, participación de individuos de diversos pueblos y lenguas, para decir que hay tantas realidades como voces que la nombren.

Por Luis Zarranz
    “La capacidad de resistencia de los pueblos, transmitiendo y comunicando con nuestras lenguas, en esta diversidad cultural, es de una riqueza fantástica”. Las palabras del Premio Nóbel de la Paz y uno de los organizadores del Encuentro, Adolfo Pérez Esquivel, retumbaron en el Aula Magna de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se realizó, entre el 18 y el 21 de julio, el II Congreso de laS LenguaS.
   Fueron varias las buenas noticias que el Encuentro dejó como resultado. Una de ellas, sin dudas, fue la notable participación en talleres, conferencias y mesas redondas de individuos de pueblos diversos y distintas lenguas.
   Esta interculturalidad abrió espacio al intercambio, al conocimiento de otras realidades, otras identidades, otros espejos en los que es apto y preciso mirarse. 
   ¿Cuál es nuestra raíz? ¿Cuál es nuestro origen? ¿Qué hacemos aquí? ¿Hacia dónde queremos ir? Las preguntas flotaban en un aire menos denso que de costumbre, más puro. La identidad, el ejercicio de la memoria, lo colectivo por sobre lo individual fue parte de este Congreso de laS LenguaS, que ya desde su nombre dio cuenta de la interculturalidad que en él se daba cita.
   Un integrante del pueblo mapuche por allí, un aymara venido desde Bolivia por acá, vascos, guaraníes, algún estudiante porteño, todos y cada uno gritaron “presentes” para pensar, debatir, reflexionar y tender líneas de acción en torno a las lenguas y la Educación, los Derechos Humanos, la Identidad, la Memoria, los Medios de Comunicación, las cuestiones de género, entre otros muchos otros ejes.
   Con la intención de crear un espacio para la diversidad se dio lugar a un foro de reflexión y debate en torno de las políticas lingüísticas. Este espacio de interacción de  culturas y experiencias, que se ha constituido en una clara demostración de lo que puede la fuerza popular, ha promovido la defensa de la autodeterminación lingüística como un Derecho Humano inalienable.
    El I Congreso de laS LenguaS surgió en respuesta al III Congreso de la Lengua Española, en la ciudad de Rosario, en el 2004. Por tal motivo, diversas organizaciones decidieron agruparse para organizar aquel primer encuentro en defensa del derecho a la autodeterminación lingüística de los pueblos de Iberoamérica.
   Así, un colectivo heterogéneo de instituciones académicas, organizaciones sociales y de derechos humanos, comunidades aborígenes, movimientos de empresas recuperadas, de documentalistas, etc; se reunieron para demostrar y, sobre todo para demostrarse, que las utopías pueden no ser quimeras si se está dispuestos a accionar para hacerlas realidad.
   Organizado por el Equipo de Pueblos Indígenas del Serpaj (Buenos Aires), el Instituto de Artes Contemporáneas de Rosario “Icaro”, el Movimiento de Documentalistas, la Cátedra de Etnolingüística, la Agrupación LaS LenguaS, Docentes en el Congreso de LaS LenguaS y la Cátedra Libre de Salud y Derechos Humanos de la Facultad de Medicina de la UBA; el II Encuentro tuvo al Premio Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel como el principal referente y encargado de su apertura.
   “Muchos autores consideran que el siglo XXI será el siglo de los conflictos culturales y ya no, como el siglo XX, el de los conflictos entre sistemas políticos y económicos. Acordamos con esta idea, —dicen los responsables de la convocatoria— si aceptamos que estos conflictos no encuentran su origen en la diversidad lingüístico-cultural misma, sino en la falta de respeto por el otro, la pobreza y la marginación que el capitalismo y su globalización forzada conllevan”.
   Enseguida advierten que “las políticas de negación de las diferencias, que la globalización neoliberal implica, ponen en peligro no sólo el patrimonio cultural de la humanidad sino la vida misma”.
   Se considera que cada dos semanas muere una lengua en el mundo y que, de continuar las actuales tendencias de desplazamiento lingüístico, entre el 80% y el 90% de las lenguas habrán desaparecido al finalizar el siglo XXI llevándose parte de la memoria colectiva. Lo más preocupante es la enorme aceleración del proceso desde mediados del siglo XX ya que, actualmente,  mueren más lenguas en un año que antes en treinta o cuarenta.
   Tomando como ejemplo la situación de los Pueblos Originarios de América podemos sostener que, en lo que a la vinculación entre interculturalidad y dinámica social se refiere, los Estados siguen “definiendo al indígena como sujeto de interés público y no como sujeto de derecho” (Bertely Busquets y González Apodaca, 2004)
   Estos Pueblos, en las últimas décadas, han librado una batalla de resistencia y persistencia para poder recuperar gran parte de su rica identidad, que durante mucho tiempo intentó ser devastada.  En su lucha han debido afrontar todo tipo de limitaciones, impuestas por políticas neoliberales y evidenciadas en la difícil situación socio-económica a las que han sido expuestos.
   Como recordó Adolfo Pérez Esquivel, en la inauguración del I Congreso, los mayas dicen “en nuestro idioma no existe la palabra desarrollo, existe la palabra equilibrio. Equilibrio en nosotros mismos, equilibrio con los demás, la madre naturaleza, con el cosmos…Cuando se quiebra el equilibrio que hace a la armonía del universo, se genera la violencia; y eso es lo que está  viviendo hoy, ese mundo llamado ‘civilizado’.”  
   La interculturalidad es, por lo tanto, una cuestión de todos, que sólo se reflejará adecuadamente en la dinámica social, cuando podamos pensar la diversidad lingüístico-cultural como una metáfora de la pluralidad de pensamiento, y aprender siguiendo a  Paul Ricouer que “el otro es como yo y tiene derecho a decir yo”  rescatando la memoria para que “el pasado no deje de tener futuro”.
   Haciendo eje en esa temática fue interesante observar la participación activa de numerosos sujetos en talleres, paneles y expresiones artísticas, debatiendo, por ejemplo, sobre “Diversidad lingüística e identidad”, “Cosmovisión” o “bilingüismo”.
   En la última jornada del Encuentro, Pérez Esquivel presentó al cineasta Pino Solanas cono “un amigo, un militante de la vida, una voz muy importante para el pueblo argentino, para los pueblos de América Latina, que nos trae esa mirada profunda de la vida de nuestros pueblos, esa mirada que, precisamente, no se quiere tener. No es que no se conozca: no la quieren poner en evidencia”.
   Pino sostuvo que habría que “mirarse en el espejo para ver la mirada de los otros”.  Luego agregó: “Identidad es igual a imagen, cuando hablamos de alguien trasmitimos una imagen de esa persona. Y la identidad es un conjunto de información que va a una totalidad y esa totalidad es una imagen, algo que los medios de comunicación forjan permanentemente: crean imágenes, son espejos de acontecimientos y forjan ideas, conceptos, aunque nada de todo eso tiene que ver con la verdad objetiva sino con los intereses y prioridades de los grandes medios de comunicación, que son una de las armas más eficaces del sistema de dominación, del sistema de saqueo de los recursos naturales”.
   Así, el director de “La Dignidad de los Nadies”, “La hora de los Hornos” y su reciente “Argentina Latente”, entre otros filmes, se zambulló en la identidad argentina: “Somos hijos de distintos genocidios”, sostuvo. Luego su discurso, de alto voltaje político, se centró en fustigar al gobierno de Néstor Kirchner, a quien comparó en varios sucesos con su antecesor, Carlos Menem; en elogiar a Evo Morales por el cumplimiento de sus promesas; y en hacer un llamado a la unión para evitar un saqueo mayor. El público presente, más de un centenar de personas, lo aplaudió en varios pasajes de la conferencia.
   Sin embargo, lo más interesante ocurrió en el momento del debate posterior cuando el intercambio de opiniones y de impresiones permitió conocer la reflexión de algunos de los allí presentes. Un doctor egresado de esas aulas, por ejemplo, le agradeció su presencia en la Facultad de Medicina, a la que consideró una revancha tras haber estudiado allí en plena época militar. Más tarde, un hombre mapuche enfatizó el problema de la tierra y se preguntó qué hacía en Buenos Aires si era mapuche. “Imagínense lo que es un mapuche (cuya traducción al castellano sería ‘gente de la tierra’) sin su tierra”, sostuvo entre indignado y emocionado. “¡¿Qué hago yo acá?!”, se volvió a preguntar.
    Minutos antes, Pino Solanas había asegurado: “No se puede dominar al otro sin destruir sus valores o su imagen”.
   El punto, entonces, parecería consistir en desandar ese camino que nos asegura habernos hecho a  imagen y semejanza de no sabe quién pero sí para qué para negar las múltiples identidades y lenguas existentes que conforman cientos de mundos dentro de este mundo y lo hacen maravillosamente heterogéneo.

(Publicada en la revista "Al Margen", Bariloche, octubre 2007)

jueves, 28 de junio de 2007

Un parto


Hace nueve meses se llevaban a Julio López luego de su valioso y valiente testimonio. Nueve meses. El mismo tiempo en que se tarde en engendrar un bebé. El caso es un parto con dolor y angustia. La sociedad sigue indiferente como si se tratara de un hecho pasado o resuelto. ¿Se harán responsables o nuevamente se dirá “no se sabía nada”?

Por Luis Zarranz
   Pasaron nueve meses de la desaparición de Jorge Julio López. Nueve meses, el mismo tiempo que una mujer espera para dar a luz.
   El mismo tiempo.
   Otros tiempos.
   No hay respuesta, desde el Estado, ninguna respuesta, para dar con el paradero de quien fuera testigo contra el genocida Miguel Etchecolatz.
    Nueve meses de ausencia. De angustia, de bronca, de indiferencia.
    Ya nada será lo que era, porque Julio no está entre nosotros. Porque Julio fue desaparecido por declarar contra su torturador. Porque Julio fue secuestrado en plena “democracia” y entonces resulta que con ella no se come, no se cura, no se educa.
    Los indiferentes de siempre preguntan si todavía sigue desaparecido ese viejito que los conmovió tan sólo por dos días, cuando López fue noticia en los diarios. Luego los matutinos lo desaparecieron y los indiferentes siguieron preocupados por el rating en el prime time.
   Pero López sigue desaparecido. No está.
   Entonces hay que gritar que ahora, sí ahora, resulta indispensable “aparición con vida y castigo a los culpables”. Entonces la palabra se hace verbo, carne y duele porque tiene tanta actualidad como la mañana.
    El Gobierno se preocupa más en demostrar lo obvio, que Mauricio es Macri, que en buscar a una persona de la cual, de la noche a la mañana, literalmente, no se tienen noticias.
   Nueve meses. El mismo tiempo que toma engendrar un bebe, que viene al mundo cubierto de llanto.
   El secuestro y la desaparición de Julio López fue, es, un mensaje mafioso para la sociedad. “Vean cuánto poder tenemos”, nos vinieron a decir.
   Es responsabilidad nuestra reclamar su aparición. Quien así no lo hiciese, por favor, tenga el coraje, al menos, de hacerse cargo. 30.000 personas desaparecieron en la más absoluta indiferencia social porque, se dijo, “algo habrán hecho”.
   La pregunta es qué habrán hecho los que decían eso, para sentirse tan tranquilos en su comodidad cotidiana.
   Pero resulta que no hay que ser resentido, hay que saber perdonar, hay que mirar para adelante, hacia el futuro, el pasado pisado, por algo se dan las cosas.
    Nueve meses.
    “Para qué siguen con eso, si seguro ya lo mataron”, grita la señora desde el primer piso de su departamento de Callao y Sarmiento.
    Ya no sirve detenerse a explicarle, a contarle, a informarle para qué seguimos con esto.
    Ya no.
    Nueve meses.
    Un nacimiento. Una desaparición. La vida. La muerte. La certidumbre. Lo incierto. El llanto. La desesperación.
    Nueve malditos meses.
    López no está. ¿López dónde está?
    El bebé que acaba de nacer no tiene la menor idea quién es Julio López. ¿Y sus padres?
    El viento del invierno, no trae novedades.
    El bebé llora, como queriendo decir algo…

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 28 de junio de 2007)

martes, 5 de junio de 2007

Tren "bala": un viaje que te deja herido

El ex Ferrocarril San Martín y la odisea de un viaje al más allá.

 Por Luis Zarranz
   La voz metálica del altoparlante, extremadamente grave y casi inentendible, informa a los señores pasajeros que el servicio de las 7:03, con destino a Retiro, ha sido cancelado.
   En castellano: una vez más viajaremos colgados, si es que logramos subir al próximo tren que, según dice la información de los Horarios, pasará en quince minutos por la estación Palomar del ex Ferrocarril San Martín.
   Hay pocas caras de sorpresa a mi alrededor. No es casual: nadie se sorprende frente a lo cotidiano, lo habitual. Algunas puteadas al aire, exiguos rostros de bronca, al menos manifiesta. Son varios, eso sí, los que demuestran su resignación y se apresuran a contener la bronca, vaya a saber uno por qué.
  Luego, algún día, la furia estallará toda junta, como hace unas semanas en Constitución: trenes incendiados por pasajeros poseídos.
   Recién ahí se hacen presentes los medios comerciales y los funcionarios del sector. Unos para mostrar la ira de la masa amorfa; otros para prometer que las cosas van a empezar a marchar bien. Antes, ambos, brillaban por su ausencia, como el tren de las 7:03.
   La pregunta más inocente, muchas veces la más lúcida, plantea: ¿cómo puede ser que los responsables del área sean concientes que hay millones de personas que todos los días viajan como prisioneros nazis y no hagan absolutamente nada para cambiar esa realidad?
  La respuesta, también la más desnaturalizante, sostiene que no les interesa, como tampoco les importan los pibes que el hambre mata a la velocidad de un tren bala.
***
   El tren con destino a Retiro arriba, finalmente, a plataforma a las 7:19. El servicio anterior pasó hace exactamente 29 minutos. Subir es tan difícil como  escuchar decir algo inteligente a Mauricio Macri. Algunos pasajeros, desde arriba del tren, gritan para avisar que necesitan espacio para poder bajar.
   La formación está absolutamente desbordada. La misma voz ronca del altoparlante anuncia que el servicio funciona con demoras: el próximo quizá venga peor. Intento subir, a los empujones, pidiendo un “permiso” que es inútil e imposible. Quedo en el segundo escalón del estribo, agarrado con fuerza a la baranda del medio. Detrás de mí, en el primero de los tres escalones para subir al tren, el que está unos centímetros apenas arriba del andén, hay seis personas. Cada uno sube como puede, conciente que esperar al próximo significa viajar en condiciones similares, pero mucho más retrasado.
   Estoy apretado del lado izquierdo y del derecho. Debo inclinarme levemente hacia la derecha para permitir que un muchacho se sostenga con la manija que pende a un costado, justo antes de la puerta.
    La postal del viaje es una foto repetida. Tiene la gravedad de ser un drama frecuente. No se trata de un caso aislado, de un día en que el servicio funciona mal. El ex San Martín, como la mayoría de los otros ramales, trata a los usuarios como ganado y los transporta como tal.
   Me pregunto cuál sería la reacción de cualquier hijo de vecino que todos los días al salir de su casa es, por ejemplo, empapado por un auto que levanta el verdín de una esquina cualquiera. Cómo actuaría ese sujeto si esa escena se repitiera todos los santos días. ¿No llegaría un día en que tomaría el toro por las astas?
   Quienes, todavía, no se indignan por cómo se viaja en el transporte público sostienen que el servicio es el más barato de América Latina, lo cual es una infamia absoluta, teniendo en cuenta los cientos de millones de subsidios que reciben los concesionarios. 
   El Estado les paga casi mil millones de pesos por año para transportar, en total, casi cuatro millones de pasajeros por día. Pero sólo un peso, de cada cinco que reciben, se destina a inversión. El Estado paga los sueldos, hace las inversiones y pone el material rodante. El concesionario sólo “gerencia”.
   Para el infarto: el Estado pierde más plata que la que perdía cuando los ferrocarriles eran manejados por él y las empresas son incapaces de administrar un negocio por el cual reciben un millón y medio de pesos por día. El resultado es lo privado pretendiendo lucrar con un servicio público.
***
  El tren deja la Estación Palomar rumbo a Caseros. El viento frío penetra los huesos y cala en cada resquicio del cuerpo. Mi gripe ya presume que hoy no será un día ideal para emprender la recuperación. Un posible Cromañon, en la República Cromañon, avanza echando humo.
   Mario, que está a mi lado y se sostiene solamente con su mano derecha, me grita –es la única forma que tengo de escucharlo– que va a llegar tarde a la obra en la que trabaja, en Chacarita. Me dice que salió una hora y media antes, para hacer un trayecto que si todo funcionara como corresponde, no debería llevarle más de 25 minutos. Sostiene: “Mi patrón ya sabe lo que pasa con el ferrocarril pero igual me quita el plus por presentismo”.
    En Caseros –donde se repite la misma escena que en Palomar y la misma que tendrá lugar en Santos Lugares y las siguientes estaciones– me comenta que está acostumbrado a viajar así, de ida y de vuelta. Le pregunto si no llega cansado a un trabajo donde debe poner el cuerpo. No logro escuchar lo que afirma porque la locomotora anuncia que va a arrancar y en el apuro pierdo mi lugar y quedo lejos de él.
   Oscar, mi nuevo compañero de estribo, atiende un puesto de comidas al paso, frente a la Costanera. Entra a las 9, así que no está tan preocupado por el tiempo. En cambio, le preocupa que le paguen tan poco. Se ríe cuando le pregunto si no le molesta viajar así.
   El tren se sacude en el cambio de vía y como ya conocemos el movimiento brusco que provoca, apretamos la mano unas milésimas de segundos antes del sacudón, capaz de arrojar a las vías a cualquier distraído.
   No hay ningún medio arriba del tren para contarle a las grandes audiencias cómo se viaja en el transporte que debería ser público pero que de tanto público es obsceno. Tampoco hay cámaras ni movileros de radio sobre las vías, para contar que cientos de personas han tenido que armarse sus casuchas sobre los rieles de las vías en desuso, entre la estación Villa del Parque y La Paternal. Viven a tres metros de donde pasa el tren, en la miseria más absoluta. Cientos de chiquitos, los he visto en otros viajes, sobreviven en esos ranchos de cartón, desde donde ellos, que están muertos, ven pasar la muerte a toda velocidad.
   Según un estudio realizado días atrás, gozan de más espacio las vacas que son transportadas hacia el matadero, que las personas que viajan en tren (¿también hacia el matadero?). Lo que pasó en Constitución y mucho antes en Haedo está motivado por la cotidianidad y la calidad del viaje. Es consecuencia, en efecto, de viajar como se viaja. Ni el Estado ni los concesionarios entienden el servicio como lo que debería ser: un bien público.
***
   En pleno apogeo privatizador, el ex presidente Carlos Menem sostuvo: “Ramal que para, cierra”, en clara posición amenazante frente a la tibia resistencia gremial. ¿Cuál sería la frase que deberíamos enunciar para que nuestros representantes sientan la presión social? “¿Ramal que funciona mal, arde?”.
   El tren llega a Retiro mucho más vacío, luego de que varios se bajaran en Palermo. Los pasajeros bajan apurados y corren hacia el subte donde viajaran ensardinados como hace instantes, aunque mucho más calentitos.
   Antes los espera el guarda con gesto adusto.
  “Boletos, por favor”.
   Un letrero con la imagen de la Virgen de Luján dice “Buen Viaje”.
   En el apuro, pocos alcanzan a verlo. 

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 5 de junio de 2007)

lunes, 7 de mayo de 2007

El abrazo más sentido del mundo


Por si hacía falta una muestra más, 130.000 personas marcharon para abrazar al Río Uruguay y decirle “No a las Papeleras” y al modelo de desarrollo que aniquila la naturaleza y al hombre. Un abrazo sobre el Puente Internacional San Martín sintetizó la conciencia de un pueblo entero.

Por Luis Zarranz
   Conmueve hasta la emoción ver a un pueblo entero marchar por el objetivo que se han impuesto. Impacta. Cala hondo observar a las familias, los gurises, los más grandecitos, los adultos, los abuelos, caminar para darle un abrazo simbólico al Río que les da vida y que está gravemente amenazado por una empresa finlandesa que se levanta frente a sus orillas.
   Jaque al Rey fue testigo de una de las más multitudinarias manifestaciones que tenga registro la provincia de Entre Ríos y una de las más gigantescas de todo el país. 130.000 personas diciéndole “No a Botnia”, el monstruo que se erige en la más absoluta de las impunidades, y no a un modelo que implica la destrucción del planeta.
   Desde la mañana temprano, el corte sobre la ruta 136, en Arroyo Verde, fue levantado por primera vez desde el 20 de noviembre pasado, para permitir el paso de los autos que se dirigían hacía la movilización.
   A diferencia de los dos años anteriores dónde se había organizado caravanas; en esta oportunidad se decidió que los autos sólo tuvieran acceso hasta el Puesto de Frontera y desde allí se marchara a pie hasta el Puente Internacional San Martín.
   La Asamblea Ambiental de Gualeguaychú dio una muestra más del impresionante poder de organización que alcanzó. No hubo detalle librado al azar. En cada uno de los puestos en que se dividieron los seis kilómetros de movilización se repartieron –gratis–botellas de agua; la seguridad fue perfecta, la limpieza impecable –la consigna era que cada uno se hiciera cargo de lo residuos que generaba y para eso se repartían bolsas–, los baños químicos estuvieron bien instalados y el sonido amplificado a lo largo de todo el trayecto resultó eficaz para informar, para levantar consignas y para que todos supieran qué pasaba más adelante o más atrás.
   Gente de Brandsen, de Colón, de Catamarca, de Esquel, del Riachuelo, de Uruguay, de Finlandia, de Buenos Aires: todos se hicieron presentes para unirse en el reclamo a la gente de Gualeguaychú, para abrazar a un río que además significa recuerdos, anécdotas, momentos compartidos.
   Ahí estaban miles de personas para dar muestra -una vez más- que la política está en otra parte, lejos de los grandes discursos, de los candidatos rutilantes. La política, la verdadera, la única posible de cambiar la realidad, está en la gente que cada vez acepta menos todo tipo de intermediaciones y sale a la calle a unirse a sus semejantes.

   Las horas pasaban y cada vez se hacía más incesante el tránsito de la muchedumbre que iba y venía con el convencimiento de que es posible, necesario y justo marchar detrás de un sueño. Que “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.
   Por ahí andaba la gente Brandsen en reclamo por la instalación de un basurero frente a sus narices, los habitantes de Esquel y Catamarca, en lucha contra las minas contaminantes del aire y el suelo. Los vecinos de la Cuenca del Matanza-Riachuelo, hartos de (sobre)vivir frente a un basurero a cielo abierto.
   Todos ellos estaban y marcharon junto a cientos de entrerrianos. María Elena, miembro de la Asamblea y lúcida como siempre, sostenía: “Esto es increíble”. Nicolás, identificado como “Guía” en el sector Prensa, afirmaba: “Hay embotellamiento en Arroyo Verde, todavía queda mucha gente por llegar”.
   Desde el Corsódromo, 50 colectivos partían repletos de gualeguaychenses que querían ser parte de semejante expresión popular.
   La cabecera de la marcha, ya pasadas las 14, era un hervidero de gente que esperaba la llegada de los que venían atrás, inventando uno y mil trucos capaces de distraer el calor.  El sol no había querido estar ausente y su presencia permitía que el agua del río brillase, chispoteara feliz, loca de contenta por tanto abrazo, tanto cariño.
   A las 14:25, Jaque al Rey llevaba ya cinco horas de cobertura y movilización cuando logró ubicarse delante de toda la columna, en el sector dedicado para la Prensa a la espera de la lectura del documento. La movilización más grande de la que se tenga registro en muchísimos años estaba haciendo historia.
   En ese instante, Jaque al Rey divisó a unos metros de distancia a Edgardo, uno de los asambleístas con quien habíamos compartido charlas, reflexiones e impresiones en los dos viajes anteriores a Arroyo Verde, y que ahora estaba encargado de la seguridad en la cabecera de la movilización.
   Intentamos acercarnos a él, tarea para nada sencilla puesto que había decenas de personas sentadas reponiendo fuerzas luego de caminar varios kilómetros. Una vez que fue posible y que nuestras miradas se cruzaron, el abrazo fue espontáneo: un acto reflejo.
   Uno imaginaba un abrazo fuerte, sentido, emocionado, “gracias”, “de nada, cómo no íbamos a estar”, “Qué impresionante la cantidad de gente”.
   Quién esto escribe jamás vivió abrazo semejante: tan sentido, tan afectuosamente fuerte. La fuerza de un río se podía sentir en ese acto de agradecimiento mutuo. Un abrazo con la misma fuerza con la que se sostiene el Corte y la lucha.
   Edgardo no pudo contener la emoción acumulada desde las siete de la mañana cuando llegó para ocuparse de su función. Un llanto conmovedor, surgido de las propias entrañas, húmedo, inocente, espontáneo. Un llanto y un abrazo sólo capaz de surgir frente a un sueño que se sabe posible frente al apoyo de tanta gente.
   En ese instante, en ese preciso momento, nos sentimos río. Un río risueño que toca la orilla perfecta y que encuentra en ella el desahogo. No alcanzan las palabras para describir ese momento en el que un hombre libera todas sus resistencias y le da rienda suelta a sus emociones. Habíamos ido a abrazar al río y arriba del puente nos dimos cuenta que abrazar al río era abrazar a Gualeguaychú, un pueblo que tiene la osadía, en un mundo repleto de mediocres, de decidir su propio destino.
   El abrazo con Edgardo sintetiza el abrazo que fuimos a dar y a cubrir. Un abrazo de gol, del más lindo de todos, en el que participa todo el equipo.
   Que pataleen todos los intelectuales y los semiólogos del mundo. Pero gestos como éstos, sí: valen más que mil palabras.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 7 de mayo de 2007)

sábado, 5 de mayo de 2007

Abrazos partidos (A brazos partidos)


No es común que un proyecto editorial autogestivo cumpla tres años. Suele pasar, lamentablemente, todo lo contrario.
¿Por qué una revista como Al Margen tiene la suerte de soplar tres velitas y aspirar a seguir cumpliendo sueños?
La principal respuesta, la que quizás sustente a las demás, es que Al Margen no es sólo una revista. Es un proyecto mucho más amplio que apunta no sólo a convertir en formato periodístico muchas realidades invisibilizadas, sino que tiene como objetivo modificar esa realidad a través de la práctica cotidiana.
Con la mano tendida a quienes muchas veces no encuentran una actitud similar, creando talleres de capacitación, caminando los barrios, ofreciendo una posibilidad laboral, intentando solidarizarnos de igual a igual y no de arriba hacia abajo.
Sabemos que, por suerte, no somos los únicos. Somos muchos los que decidimos transitar este camino. Y son muchos los lectores que compran la revista pensando más en el proyecto que en lo que vayan a encontrar dentro de ella.
Ellos, ustedes, son también parte de este colectivo. Gracias a su solidaridad, su buena predisposición, su compromiso.
Eso nos enorgullece. Pero a otros, parece, los perturba. Por eso detienen a compañeros, a los que tratan como asesinos seriales, como se trata a la mayoría de los detenidos en este país.
Ustedes y nosotros tenemos sueños. No nos arrepentimos de los sueños que soñamos. Que de una vez por todas quede claro.
Vamos detrás de esas utopías, porque sin ellas no podríamos vivir. Como diría Joan Manuel Serrat: “La vida sin utopías sería un ensayo para la muerte”.
Queda claro que el camino que elegimos, tiene un costo. Elegimos el más largo. El más difícil, el más empinado. Pero es el único, que tanto usted como nosotros, podíamos elegir.
Los otros caminos, las otras vías, -a no dudarlo- también tienen un costo. ¿Pueden ellos, mirar a los ojos a los demás sin sentir un dejo de vergüenza?
Nosotros sentimos un inmenso orgullo de ser parte de este proyecto que con aciertos y errores intenta seguir adelante. Eso da placer, en tiempos donde el placer juega a las escondidas.
Está revista está hecha para los que el sistema empuja Al Margen. Está hecha, en realidad, para empujar al sistema y que sea él, el único marginado.
El sistema que no da de comer, tampoco da de amar.
Para eso nacimos, Y por eso estamos juntos con ustedes.
Para erradicar el hambre de pan y el hambre de abrazos.

(Publicada como nota editorial de la revista "Al Margen", mayo 2007)

domingo, 18 de marzo de 2007

De López, ni noticias


Lo que los medios están haciendo con el caso López es casi tan grave, en términos simbólicos, como la propia desaparición del testigo clave del juicio que condenó a Miguel Etchecolatz a cadena perpetua como genocida.

Por Luis Zarranz
A pocos días –tan sólo ocho– de cumplirse seis meses de la desaparición del albañil no hay noticias, ni una sola, sobre su destino. No hay datos porque el Gobierno hizo poco (y mal) para dar con su paradero y sus captores; porque la Justicia se muestra más que nunca, y como siempre, incapaz; y porque quien lo busca –principalmente la Policía Bonaerense– tiene sobrados nexos con quienes lo secuestraron.
Junto con éste panorama no se escucha, no se ven, ni se leen noticias de López porque los medios decidieron, también, desaparecerlo de su agenda informativa. Así, cuando se recorren las páginas de los diarios no aparece ni una mención al tema, ni un recuadro, una foto, nada. Al igual que el Gobierno, los medios se llamaron a silencio.
López no sólo está desaparecido físicamente; también está secuestrado de los diarios: “No está, no es, no existe”, como los definió vergonzosa e impunemente el dictador Jorge Rafael Videla.
Adriana Calvo, miembro de la Asociación Ex Detenidos y Desaparecidos sostiene que “los medios necesitan una noticia, como si no fuera suficiente notición cada día que sigue estando desaparecido Julio López”.
El hecho de que la prensa no dedique ni siquiera en un rinconcito una foto de López, que no se mencionen los días que sigue secuestrado, y por lo tanto los días que el hecho sigue impune instala la pregunta sobre qué es noticia para el periodismo.
Según el Manual de Estilo del diario Clarín: “Son noticia los sucesos que la opinión pública necesita conocer por su significación e impacto sobre: la actualidad cotidiana, la paz externa o interna, la vida social, la convivencia, las costumbres; o porque marcan tendencias que deben ser detectadas e investigadas”.
¿Quién decide lo que la opinión pública necesita conocer? ¿La noticia sobre el secuestro de López y los 174 días que lleva desaparecido no se ajusta a esa definición? ¿Por qué Clarín ya no pública nada sobre el tema? ¿Por qué no se escribe ni una sola línea, al menos los 19 de cada mes, al otro día de las movilizaciones que se hacen para reclamar su aparición?
Resulta no sólo inconveniente, sino imposible, aislar el caso López de otras coberturas periodísticas y mediáticas relacionadas con los Derechos Humanos. Éstas, asimismo, implicadas en un contexto social y económico mayor: ¿A que intereses responden los medios tradicionales? ¿De quienes están más cerca, de los que sufrieron la dictadura o de los que la usufructuaron? Si la mirada se amplía, el horizonte se ve más claro.
La otra pregunta que se instala inevitablemente es, en efecto, si los medios son el reflejo de una sociedad apática; o cómplices, por omisión, de la desaparición de un testigo, ex detenido-desaparecido, querellante en el juicio de su torturador y vuelto a desaparecer como consecuencia de su valioso y valiente testimonio.
Es cierto que la sociedad se mostró en gran parte con un desinterés pasmoso e indignante. No obstante, la respuesta admite múltiples variantes. Para empezar a desatar el nudo conviene centrarse en muchos mecanismos que el periodismo utiliza, no como una fábrica de malvados, sino como propios a su quehacer cotidiano.

Causa y efecto
“Conviene empezar por el principio”, diría mi abuelo. En los días posteriores al secuestro de López los medios insistieron con dos teorías, una de las cuales resultaba ser “más leve”, cuando era en realidad más absurda. Se dijo que López podría haber sido secuestrado o haber sufrido un “shock emocional”. Esa hipótesis, en realidad, no sólo era inviable sino que era tan terrible como la desaparición porque implicaba a un testigo dejado a su suerte, sin ninguna protección estatal, como la que contó el día de la condena Miguel Etchecolatz, con un chaleco para las balas que nadie le iba a disparar.
Los diarios se dividen en secciones como una manera de ordenar el trabajo periodístico y las distintas áreas de la información. Esta práctica implica, en muchos casos, separar la causa de la consecuencia. Suele pasar que los efectos colaterales de la Economía no se publiquen en la sección Economía, sino en Sociedad.
En el caso López fue patético. Jorge López fue secuestrado luego de su testimonio en un juicio oral donde aseguró reconocer a Etchecolatz como su torturador. Sin embargo, fueron muchos los medios que se pusieron en “cadena nacional” para intentar separar una cosa de la otra: “Está perdido” “Se desconoce el paradero”.

Medios y fines
Algún memorioso recordará que no hace mucho –un año atrás– la gran mayoría del periodismo gráfico, televisivo y radial, lanzó programas especiales, suplementos y audios históricos para recordar los 30 años del Golpe militar.
Cinco meses después, no sólo no ofrecieron respuestas a la altura de semejante hecho informativo sino que, lo que es peor, no se plantearon ninguna pregunta. Se le declaró la muerte al periodismo de investigación, se asesinó la interpelación periodística hacia los funcionarios y el quién y el cómo fueron obligados a rendirse.
En el diario de hoy, de ayer y de mañana no sólo ocupa más espacio que la ausencia de López el crimen de María Marta, la guerra de almohadones frente al Planetario o las polémicas de Gran Hermano sino que hasta la más mínima publicidad, ese minúsculo aviso que revende entradas o aquel otro que ofrece cremas para una mejor erección tienen más cabida que la desaparición de Jorge Julio López.

Abracadabra
Así como en los medios masivos –por llamarlos de alguna forma– no existen noticias sobre el tema, los medios sociales desbordaron de datos, y aún hoy encuentran mucha  información para publicar sobre el tema. Como un perfecto truco de magia lo que es “nada por aquí” se transforma en “todo por acá”.
Entrevistas, informaciones sobre encuentros, actividades, crónicas sobre Jornadas, coberturas en manifestaciones, avances y retrocesos de la causa judicial, entre otros relatos, fueron moneda corriente en muchos medios sociales donde el caso, con un notable criterio periodístico, tiene un peso específico en la información. Todo, con menores recursos económicos pero con la enorme riqueza que da la pulsión por comunicar en las condiciones que sean.
Somos nosotros, los consumidores de los medios en decadencia quienes todavía legitimamos ese sistema que muere cada día que pasa y no se atreve a narrar lo que cualquier ciego es capaz de vez.
No se trata, en consecuencia, sólo de pelear para que los llamados medios masivos le den importancia a noticias que lo son per se sino de generar nuevos y renovados mecanismos que nos permitan recuperan nuestra voz y nuestro yo.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 18 de marzo de 2007)