viernes, 5 de octubre de 2007

La puta que parió a Sonia


Sonia Sánchez llegó muy joven a Buenos Aires proveniente de Chaco. Durmió en Plaza Once. Allí vivió y se prostituyó por primera vez. A los 42 años logró apropiarse de la palabra puta y transformar su vida en un espacio de rebeldía para interpelarse como mujer explotada por un “Estado proxeneta”, cómplice de esa situación. Es actual integrante del colectivo periodístico “Lavaca” y coautora del libro “Ninguna mujer nace para puta”. Y es puro impacto, lucha y ovario, aquí habla en primera persona porque su palabra no necesita ningún tipo de intermediación. Con ustedes: la puta que parió a Sonia.

Por Florencia Silio y Luis Zarranz

“Antes hablaban por mí los parásitos y el entorno que me rodeaba. Ahora digo lo que pienso, digo lo que siento, tomo mis propias decisiones y me las banco. Escucharte… es una belleza escuchar tu propia palabra”

“Recuerdo que la primera vez que pronuncié la palabra puta lo hice en mi casa y en voz alta. Nombrarme yo misma puta, reconocer que era una persona explotada, me provocó una catarsis tremenda y fue un proceso en absoluta soledad. Es que la palabra puta me dolió y me humilló durante muchos años y me convirtió en una mujer sumisa y muda. Escuchar tu propio sonido no tiene precio, por supuesto no es fácil porque trae vómitos y mucho dolor. Pero desde el momento que la nombré no pude quedarme quieta. Lo primero que hice fue tirar la ropa que caracterizaba a la puta. Puse shores, zapatos, pelucas y botas dentro de una bolsa de residuo y la saqué directamente a la vereda. El segundo paso fue dejar de mentirme. No era prostituta ni trabajadora sexual ni dama de compañía, era ‘Sonia, la puta’”.

“Entonces, cuando pude trabajar la palabra, ubiqué a todos los que estaban a mi alrededor, y también los pude nombrar. Todos y todas los que se acercan a la puta, tratan de ayudarla, pero viven de la prostitución y la sostienen ahí. Las putas no somos víctimas, también compramos eso, los parásitos que viven de la prostitución: la iglesia, el ejército de expertos, las y los trabajadores sociales, las y los psicólogas/os, las y los abogadas/os”.

La palabra puta la tomo como un territorio de rebeldía y construcción, no para darle otro significado. Yo di la cara como puta desde el 2000, pero siempre los parásitos me decían cómo enfrentar la cámara, cómo vestirme. No querían que tengamos nuestra propia voz. Quiero decir que la puta es absoluta mentira. Yo dormía en un colchón de mentiras, y lo tenía que tapar con una mentira más grande aún. Si era puta tenía marido, pero la puta no tiene marido, tiene fiolo. Sos nómade. Pero llega un momento que se vuelve tan pesado que ya no lo podés sostener más. Lo que hace la prostitución es quebrarte la identidad. No te permite ni siquiera llorar. La puta no demuestra sentimientos”.

“En una parte del libro “Ninguna mujer nace para puta” menciono un ejercicio al que le puse nombre. Lo llamé ‘Un largo camino de regreso a casa’. Esa casa, sos vos. Y cuando digo ‘ese largo regreso a casa’ me refiero a un viaje hacia adentro, porque los sentimientos están muy adormecidos. Lo que hacen en la prostitución es bloquearte para que los sentimientos desaparezcan. Pero están allá abajo, los tienes que buscar.”

“Mujer, confía en el sonido de tu propia voz”. *

“El “Estado proxeneta” viene a reemplazar al Patriarcado. Es una máquina de explotación perfecta. A partir de esta definición se puede visualizar la maquinaria de explotación del sistema hacia todas y todos. Yo me acuerdo que al terminar de montar Ninguna mujer nace para puta en el Centro Cultural Borges, se fueron todos y quedé yo sola. Entonces, me siento en el suelo (me encanta el suelo) y observo la muestra. Y ahí estaba la foto del “Estado proxeneta”. Lo pude visualizar: estaba la caja de alimentos, estaban los forros, estaba la cama de la muerte, estaba la cama de los prostituyentes. Estaba todo”.

“Para todos los sistemas de machos y fachos la mujer es una puta, mueran los sistemas, vivan las putas”. *

“Aprendí a disfrutar mi cuerpo, y mirá qué ambigüedad. La puta tiene sexo todos los días, a cada hora, pero no disfruta. Está bloqueada. Entonces estoy conociendo mi cuerpo, y no tengo vergüenza. No tengo miedo de disfrutar lo que siento. Me permito llorar, reír, embroncarme, putear, dejo salir todo lo que surge. Este proceso, además, me permitió madurar en la relación con mi hijo, con mis hermanas y con las demás personas. Me estoy relacionando de otra manera con la gente. Pero no tengo paciencia. Antes en mi relación con la gente era políticamente correcta, porque la puta es algo feo, está mal vista, es mal pensada, es mal hablada. Por eso tenía que vestirme y hablar de forma correcta, no levantar el tono de voz, no ser tan agresiva, no ser esto, no ser aquello. Y yo no era así. Ahora estoy siendo esta Sonia. Que se ríe fuerte, que habla fuerte, que grita, que putea. Que me sacan y me sacan. Es bello. Yo creo que a los 41 comencé a vivir. Tengo 42. Y estoy disfrutando a full, y todos los días aprendo. Y les exijo a las personas que están conmigo ‘bajame línea’, no permitas que me victimice ni me bloquee. Todo es tan nuevo…”

“Ahora me encuentro con otra gente, y ese contacto es de manera diferente. Yo iba a las Universidades, pero a dar testimonio. Y el testimonio me sostenía en la esquina. La esquina de Flores la llevaba a la Facultad. De esta manera alimentaba el morbo de todo el mundo. Pero hoy, invítame. Vas a tener ganas de vomitarme, de escupirme. Desde ese lugar te estoy diciendo cómo ha cambiado mi relación con la otra gente. Y esta Sonia, no va a terminar siendo así, me voy a seguir corriendo. Hay algo en mi interior que no permite que pare. Estuve muchos años adormecida, quieta. Pero también porque yo lo he permitido”.

“Me corrí del espacio en donde éramos todas putas. Yo no quiero plantarme más en ese lugar porque empobrece mi pensamiento, mi visión, mis alianzas y mis interlocutores. Este mundo que he descubierto no me lo van a robar. Digo: vamos a organizarnos. Yo quiero seguir luchando. Entonces nos estamos organizando entre mujeres con pensamientos y voces diferentes. Nos hemos denominado Las Locas y deseamos poner en discusión temas y producir pensamientos. Vamos a armar muestras bien interpelativas, una que está rondando es acerca del sida. Con Las Locas vamos a comenzar a vernos como mujeres. Qué está pasando, dónde están nuestros deseos, nuestra sexualidad, nuestras acciones. No quiero hacer más lo que hice antes. No voy a ser más la mano útil de este 'Estado proxeneta¿. Hay mujeres que quieren visibilizar lo que está pasando. En ocho meses ya murieron seis mujeres en la plaza Flores y quién dice eso. Las organizaciones que trabajan con el VIH en Argentina son obsecuentes, es decir son parásitos de las putas y los travestis”.

“Nuestra venganza es ser felices”.*

“Hoy no sé quién soy. Porque no tengo una identidad, pero a la vez puedo tener todas las que quiera. Estoy mutando todo el tiempo. Hoy te puedo decir esto, porque cuando volví de Bolivia era llaga viva. Es que para poder escribir el libro tuve que volver a la ‘Sonia puta’ y no para transcribirlo, sino para analizarlo y reconceptualizarlo. Era doble trabajo porque no quería alimentar el morbo. Entonces, se puso en cuestión el “ser o no ser”, porque ya no tenía un lugar físico que me diera una cierta seguridad simbólica, no tenía ningún espacio que me acompañara ni lugar de pertenencia. Lo que sí sé es que soy una mujer cada vez más libre.


*Grafiteadas de Mujeres Creando que empapelaron las paredes de La Paz, Bolivia.


 (Publicada en la revista "Al Margen", octubre 2007)

“Ninguna mujer nace para puta”


“Me fui a Bolivia, a La Paz, donde vive María Galindo de la organización Mujeres Creando y allí organizamos el libro.  Fuimos al lago Titicata, teníamos que buscar algo bello para algo bello. Y fue muy fuerte. Armar el índice del libro y organizarlo, nos llevó mi primer viaje. Lo diagramamos como una charla de dos mujeres de dos mundos distintos que destruyen estereotipos. María está rompiendo todo el tiempo identidades. Y yo estoy haciendo lo mismo en otro país, nada más”.

“Nos conocimos a través de Claudia Acuña, del colectivo lavaca, en el año 2005, cuando viajamos cuatro mujeres de Argentina en busca de otras voces, en este caso bolivianas. La gente de Lavaca ya conocía a Mujeres Creando. Yo no sabía que existía. Bueno… yo no sabía que existían muchas cosas. Allí conozco a María Galindo de Mujeres Creando y quedamos muy enganchadas.
Luego María arma la muestra Ninguna mujer nace para puta en el 2006, cuando asume Evo Morales, y me invita. Yo voy a acompañar esa presentación, porque las mujeres en situación de prostitución, que en un primer momento se habían organizado junto a María, no la acompañan porque deciden seguir el camino de trabajadoras sexuales. Ahí, comenzó esta alianza prohibida. El libro entonces, es una mirada que interpela desde el lugar de puta a la sociedad. Y sólo rompiendo esquemas, saltando los límites, partiendo y cruzando las fronteras de mí misma, y conociendo a esta mujer, pude escribirlo. De lo contrario, todavía estaría parada en Plaza Flores repartiendo forros”.

“Nadie habla de la soledad de la puta. Está todo el tiempo rodeada y controlada. La controla la policía, el fiolo, el prostituyente, y la controla también el otro vecino. Se convierte en la soledad mejor acompañada y la peor acompañada. Pareciera que nunca estás sola, pero es puro maquillaje. Y ponerla en palabras fue muy fuerte porque hubo mucha resistencia. No es la soledad de la vendedora ambulante ni del ama de casa. Es la más sostenida por todas y todos, porque la omiten permanentemente. Y como de eso no se habla, se convierte en la más profunda y la más absoluta. El guión oficial de la puta es el forro y yo como puta qué te podía discutir ¿de economía, de política, de educación? Tienes que correrte para mirarte. Y te encontrás con un mundo muy pobre. Ahora elijo el lugar desde dónde te voy a hablar.

El libro me permite iniciar el proceso de apropiarme de algo muy mío. Es increíble que algo que te pertenezca no lo sientas tuyo. En estos días lo comencé a leer y no lo hago siguiendo el orden establecido. Empiezo por atrás, sigo por el medio, luego voy a los primeros capítulos. Es una sensación muy rara la que me provoca leerme, porque es algo que estaba adentro mío. Algo parecido me pasaba con mi cuerpo. Ahora estoy buscando las formas. Es que antes no me miraba. Cuando me bañaba trataba de no verme. Dentro del albergue transitorio no me veía. Era ciega. Siempre me metía una imagen en la cabeza y la sostenía durante el tiempo que durara. Apropiarte de tu cuerpo como de la palabra es muy fuerte. No sé cómo describirlo. De a ratos me agarra una alegría tremenda. Tomo el libro y digo: mi pensamiento escrito ahí. Es mío!

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