Sonia Sánchez llegó muy joven a Buenos Aires proveniente de Chaco. Durmió en Plaza Once. Allí vivió y se prostituyó por primera vez. A los 42 años logró apropiarse de la palabra puta y transformar su vida en un espacio de rebeldía para interpelarse como mujer explotada por un “Estado proxeneta”, cómplice de esa situación. Es actual integrante del colectivo periodístico “Lavaca” y coautora del libro “Ninguna mujer nace para puta”. Y es puro impacto, lucha y ovario, aquí habla en primera persona porque su palabra no necesita ningún tipo de intermediación. Con ustedes: la puta que parió a Sonia.
Por Florencia Silio y Luis Zarranz
“Antes
hablaban por mí los parásitos y el entorno que me rodeaba. Ahora digo lo que
pienso, digo lo que siento, tomo mis propias decisiones y me las banco.
Escucharte… es una belleza escuchar tu propia palabra”
“Recuerdo
que la primera vez que pronuncié la palabra puta lo hice en mi casa y en voz
alta. Nombrarme yo misma puta, reconocer que era una persona explotada, me
provocó una catarsis tremenda y fue un proceso en absoluta soledad. Es que la
palabra puta me dolió y me humilló durante muchos años y me convirtió en una
mujer sumisa y muda. Escuchar tu propio sonido no tiene precio, por supuesto no
es fácil porque trae vómitos y mucho dolor. Pero desde el momento que la nombré
no pude quedarme quieta. Lo primero que hice fue tirar la ropa que
caracterizaba a la puta. Puse shores, zapatos, pelucas y botas dentro de una
bolsa de residuo y la saqué directamente a la vereda. El segundo paso fue dejar
de mentirme. No era prostituta ni trabajadora sexual ni dama de compañía, era
‘Sonia, la puta’”.
“Entonces,
cuando pude trabajar la palabra, ubiqué a todos los que estaban a mi alrededor,
y también los pude nombrar. Todos y todas los que se acercan a la puta, tratan
de ayudarla, pero viven de la prostitución y la sostienen ahí. Las putas no
somos víctimas, también compramos eso, los parásitos que viven de la
prostitución: la iglesia, el ejército de expertos, las y los trabajadores
sociales, las y los psicólogas/os, las y los abogadas/os”.
“La
palabra puta la tomo como un territorio de rebeldía y construcción, no para
darle otro significado. Yo di la cara como puta desde el 2000, pero siempre los
parásitos me decían cómo enfrentar la cámara, cómo vestirme. No querían que
tengamos nuestra propia voz. Quiero decir que la puta es absoluta mentira. Yo
dormía en un colchón de mentiras, y lo tenía que tapar con una mentira más
grande aún. Si era puta tenía marido, pero la puta no tiene marido, tiene
fiolo. Sos nómade. Pero llega un momento que se vuelve tan pesado que ya no
lo podés sostener más. Lo que hace la prostitución es quebrarte la identidad.
No te permite ni siquiera llorar. La puta no demuestra sentimientos”.
“En una
parte del libro “Ninguna mujer nace para puta” menciono un ejercicio al que le
puse nombre. Lo llamé ‘Un largo camino de regreso a casa’. Esa casa, sos vos. Y
cuando digo ‘ese largo regreso a casa’ me refiero a un viaje hacia adentro,
porque los sentimientos están muy adormecidos. Lo que hacen en la prostitución
es bloquearte para que los sentimientos desaparezcan. Pero están allá abajo,
los tienes que buscar.”
“Mujer,
confía en el sonido de tu propia voz”. *
“El
“Estado proxeneta” viene a reemplazar al Patriarcado. Es
una máquina de explotación perfecta. A partir de esta definición se puede visualizar la maquinaria de
explotación del sistema hacia todas y todos. Yo me acuerdo que al terminar de
montar Ninguna mujer nace para puta en
el Centro Cultural Borges, se fueron todos y quedé yo sola. Entonces, me siento
en el suelo (me encanta el suelo) y observo la muestra. Y ahí estaba la foto
del “Estado proxeneta”. Lo pude visualizar: estaba la caja de alimentos,
estaban los forros, estaba la cama de la muerte, estaba la cama de los
prostituyentes. Estaba todo”.
“Para
todos los sistemas de machos y fachos la mujer es una puta, mueran los
sistemas, vivan las putas”. *
“Aprendí a
disfrutar mi cuerpo, y mirá qué ambigüedad. La puta tiene sexo todos los días,
a cada hora, pero no disfruta. Está bloqueada. Entonces estoy conociendo mi
cuerpo, y no tengo vergüenza. No tengo miedo de disfrutar lo que siento.
Me permito llorar, reír, embroncarme, putear, dejo salir todo lo que surge.
Este proceso, además, me permitió madurar en la relación con mi hijo, con mis
hermanas y con las demás personas. Me estoy relacionando de otra manera con la
gente. Pero no tengo paciencia. Antes en mi relación con la gente era
políticamente correcta, porque la puta es algo feo, está mal vista, es mal
pensada, es mal hablada. Por eso tenía que vestirme y hablar de forma correcta,
no levantar el tono de voz, no ser tan agresiva, no ser esto, no ser aquello. Y
yo no era así. Ahora estoy siendo esta Sonia. Que se ríe fuerte, que habla fuerte,
que grita, que putea. Que me sacan y me sacan. Es bello. Yo creo que a los 41
comencé a vivir. Tengo 42. Y estoy disfrutando a full, y todos los días
aprendo. Y les exijo a las personas que están conmigo ‘bajame línea’, no
permitas que me victimice ni me bloquee. Todo es tan nuevo…”
“Ahora me
encuentro con otra gente, y ese contacto es de manera diferente. Yo iba a las
Universidades, pero a dar testimonio. Y el testimonio me sostenía en la
esquina. La esquina de Flores la llevaba a la Facultad. De esta manera
alimentaba el morbo de todo el mundo. Pero hoy, invítame. Vas a tener ganas de
vomitarme, de escupirme. Desde ese lugar te estoy diciendo cómo ha cambiado mi
relación con la otra gente. Y esta Sonia, no va a terminar siendo así, me voy a
seguir corriendo. Hay algo en mi interior que no permite que pare. Estuve
muchos años adormecida, quieta. Pero también porque yo lo he permitido”.
“Me corrí
del espacio en donde éramos todas putas. Yo no quiero plantarme más en ese
lugar porque empobrece mi pensamiento, mi visión, mis alianzas y mis
interlocutores. Este mundo que he descubierto no me lo van a robar. Digo: vamos
a organizarnos. Yo quiero seguir luchando. Entonces nos estamos organizando
entre mujeres con pensamientos y voces diferentes. Nos hemos denominado Las Locas y deseamos poner en discusión
temas y producir pensamientos. Vamos a armar muestras bien interpelativas, una
que está rondando es acerca del sida. Con Las
Locas vamos a comenzar a vernos como mujeres. Qué está pasando, dónde están
nuestros deseos, nuestra sexualidad, nuestras acciones. No quiero hacer más lo
que hice antes. No voy a ser más la mano útil de este 'Estado proxeneta¿. Hay
mujeres que quieren visibilizar lo que está pasando. En ocho meses ya murieron
seis mujeres en la plaza Flores y quién dice eso. Las organizaciones que
trabajan con el VIH en Argentina son obsecuentes, es decir son parásitos de
las putas y los travestis”.
“Nuestra
venganza es ser felices”.*
“Hoy no sé
quién soy. Porque no tengo una identidad, pero a la vez puedo tener todas
las que quiera. Estoy mutando todo el tiempo. Hoy te puedo decir esto,
porque cuando volví de Bolivia era llaga viva. Es que para poder escribir el
libro tuve que volver a la ‘Sonia puta’ y no para transcribirlo, sino para
analizarlo y reconceptualizarlo. Era doble trabajo porque no quería alimentar
el morbo. Entonces, se puso en cuestión el “ser o no ser”, porque ya no tenía
un lugar físico que me diera una cierta seguridad simbólica, no tenía ningún
espacio que me acompañara ni lugar de pertenencia. Lo que sí sé es que soy
una mujer cada vez más libre.
*Grafiteadas
de Mujeres Creando que empapelaron las paredes de La Paz, Bolivia.
(Publicada en la revista "Al Margen", octubre 2007)
“Ninguna mujer nace
para puta”
“Me
fui a Bolivia, a La Paz, donde vive María Galindo de la organización Mujeres
Creando y allí organizamos el libro.
Fuimos al lago Titicata, teníamos que buscar algo bello para algo bello.
Y fue muy fuerte. Armar el índice del libro y organizarlo, nos llevó mi primer
viaje. Lo diagramamos como una charla de dos mujeres de dos mundos distintos
que destruyen estereotipos. María está rompiendo todo el tiempo identidades. Y
yo estoy haciendo lo mismo en otro país, nada más”.
“Nos
conocimos a través de Claudia Acuña, del colectivo lavaca, en el año 2005,
cuando viajamos cuatro mujeres de Argentina en busca de otras voces, en este
caso bolivianas. La gente de Lavaca ya conocía a Mujeres Creando. Yo no sabía
que existía. Bueno… yo no sabía que existían muchas cosas. Allí conozco a María
Galindo de Mujeres Creando y quedamos muy enganchadas.
Luego
María arma la muestra Ninguna mujer nace
para puta en el 2006, cuando asume Evo Morales, y me invita. Yo voy a
acompañar esa presentación, porque las mujeres en situación de prostitución,
que en un primer momento se habían organizado junto a María, no la acompañan
porque deciden seguir el camino de trabajadoras sexuales. Ahí, comenzó esta
alianza prohibida. El libro entonces, es una mirada que interpela desde el
lugar de puta a la sociedad. Y sólo rompiendo esquemas, saltando los límites,
partiendo y cruzando las fronteras de mí misma, y conociendo a esta mujer, pude
escribirlo. De lo contrario, todavía estaría parada en Plaza Flores repartiendo
forros”.
“Nadie
habla de la soledad de la puta. Está todo el tiempo rodeada y controlada. La
controla la policía, el fiolo, el prostituyente, y la controla también el otro
vecino. Se convierte en la soledad mejor acompañada y la peor acompañada.
Pareciera que nunca estás sola, pero es puro maquillaje. Y ponerla en palabras
fue muy fuerte porque hubo mucha resistencia. No es la soledad de la vendedora
ambulante ni del ama de casa. Es la más sostenida por todas y todos, porque la
omiten permanentemente. Y como de eso no se habla, se convierte en la más
profunda y la más absoluta. El guión oficial de la puta es el forro y yo como
puta qué te podía discutir ¿de economía, de política, de educación? Tienes que
correrte para mirarte. Y te encontrás con un mundo muy pobre. Ahora elijo el
lugar desde dónde te voy a hablar.
El
libro me permite iniciar el proceso de apropiarme de algo muy mío. Es increíble
que algo que te pertenezca no lo sientas tuyo. En estos días lo comencé a leer
y no lo hago siguiendo el orden establecido. Empiezo por atrás, sigo por el
medio, luego voy a los primeros capítulos. Es una sensación muy rara la que me
provoca leerme, porque es algo que estaba adentro mío. Algo parecido me pasaba
con mi cuerpo. Ahora estoy buscando las formas. Es que antes no me miraba.
Cuando me bañaba trataba de no verme. Dentro del albergue transitorio no me
veía. Era ciega. Siempre me metía una imagen en la cabeza y la sostenía durante
el tiempo que durara. Apropiarte de tu cuerpo como de la palabra es muy fuerte.
No sé cómo describirlo. De a ratos me agarra una alegría tremenda. Tomo el
libro y digo: mi pensamiento escrito ahí. Es mío!
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