martes, 15 de octubre de 2013

Susy con alas

Susy odia tanto los rótulos que su vida es un intento por saltar las fronteras que separan una clasificación de otra. Es itinerante: todo el tiempo está en movimiento. Aunque esté quieta, nunca está parada en el mismo lugar. Es movediza e intrigante, como un gato en celo. Maúlla y ronronea al mismo tiempo, para que nadie diga que hace una u otra cosa.
Es poeta. Es cantante. Es escritora. Es activista. Pero es más que la suma de sus partes: ese enigma es su potencia.
No es hombre ni mujer: no se siente parte de ninguno de esos dos géneros. Nació varón, pero luego se travistió para construir su identidad trans, “en permanente construcción”, como se apura en aclarar.
En su blog se presenta así: “¿Qué soy? ¿Importa? Soy arte”. En Facebook se presenta así: “Soy género colibrí”. Pero ante mí, se presenta así: “Tomamos una cerveza, ¿no?”.
Susy es su primera obra de arte: una apuesta poética y política; una revolución permanente. Uno de sus poemas se llama “Reivindico mi derecho a ser un monstruo”. Allí expone sus elecciones:

Mi derecho a explorarme,
a reinventarme.
A hacer de mi mutar mi noble ejercicio.

En esa exploración fue padre y también madre: cuando nació su hija, veintidós años atrás, era Daniel Bazán Lazarte, su papá; ahora es Susy Shock, el nombre que eligió cuando decidió parirse a sí misma. Un ma-pa con puntos cardinales diversos.
Toma la cerveza como su vida: desprejuiciadamente. Le preocupa tan excesivamente poco la mirada de los otros, que parece preocuparle demasiado. Antes de verbalizarlas, tantea el espectro de palabras a utilizar. Ella, escapista de las definiciones, busca la definición exacta. Cuando la encuentra dispara como una guerrillera contra lo constituido. Es pintora: como Dalí quiere derretir relojes para anunciar el fin de los tiempos del mundo binario, dividido en hombre o mujer.
A veces no las encuentra, a veces no existen las palabras para lo que quiere nombrar. Su relación sentimental, no en pareja sino en una tríada (tres en el lugar de dos), es un ejemplo: “No sé qué somos, pero sí lo que vamos dejando de ser”, dice.

Se escapa de lo establecido –como si eso fuese un laberinto– por arriba. Hay algo en su postura que anhela volar. 

(Ejercicio del "Máster en Crónica Periodística" de la Revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra. Consigna: presentación de un personaje)

martes, 8 de octubre de 2013

120 segundos

Son las 23:58 y Matías mira su reloj: faltan dos minutos para el Año Nuevo. “La puta que lo parió”, dice. Pega un grito. Su voz es una alarma: la familia arriesga el rito familiar de comer seis uvas antes de las doce. Los cuatro se levantan de la mesa como resortes. Tienen ciento diez segundos. Miriam agarra los platos a toda velocidad, los apila y los tira así nomás en la mesada. En el apuro se caen tres cuchillos, pero a nadie le importa que queden en el piso hasta el año que viene. Los demás inventan lugar en la mesa: corren los vasos, la fuente de asado, la panera, los cubiertos, los restos de pollo, la bebida, la sal. Setenta segundos. “Te dije que miraras el reloj, pelotudo”, grita Roberto. Matías agarra las uvas de la heladera. El departamento tiene todo al alcance de la mano, menos mal. Reparten las uvas como si fuesen cartas. Roberto las traga como las recibe, Sofía las acumula en la mano izquierda. Treinta segundos. Se escuchan los primeros fuegos artificiales y Coco, el perro, pega un brinco. Golpea una pata de la mesa y la bandeja de uvas vuela a la mierda. “La reconcha de la lora”, putea Matías. Roberto: “Coco, la puta que te parió”. Miriam dice: “Ya son las doce”, Sofía se mete cuatro uvas de un saque. Quince segundos. Las uvas se desparraman, todos se agachan y gatean manoteándolas. Diez segundos. Coco también come uvas. Se come otra puteada. Cinco segundos. Matías traga la última. Gritan: “Seeiiis”. La tradición está a salvo. Feliz Año Nuevo.

(Ejercicio de redacción de velocidad del "Máster en Crónica Periodística" de la Revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra) 

martes, 24 de septiembre de 2013

La conquista

El hombre avanza con pasos tímidos, en contradicción con la decisión que ya tomó. Lleva algo en las manos, pero nadie –solo él– sabe qué. A quince metros, sentada sobre un tapial –vestido a cuadros, la sonrisa reluciente, el pelo recogido– ella conversa con sus dos hermanos mayores. Charlar –estar– en la entrada de las casas es uno de los rituales más arraigados en los habitantes de este pueblo de la provincia de Buenos Aires, sobre todo si es domingo y si son las seis de la tarde.
Mario recorre la distancia que separa su casa de la de Elvira repasando mentalmente el plan que elaboró. Dos metros antes de llegar al tapial, esconde las manos –y el secreto– en el bolsillo. Hace un esfuerzo por relajar el rostro.
–Qué haces, hermano –le dice Ernesto Montero, el primero en verlo.
–Salí a dar una vuelta –responde Mario.
–Quedate con nosotros un rato, ¿querés?

Mario no necesita responder. Decir que sí hubiese sido redundante: ya está integrado a la escena. Sin que el resto se percate, se ubica al lado de Elvira, de quien –dirá él– recibió una sonrisa alegre al llegar. Parece calmo, pero por dentro es un manojo de ansiedad. Ejecuta el plan: lograr un momento a solas con ella.

–A esta hora me gusta caminar en la rambla. Estaba yendo para allá –dice, conocedor de los gustos de Elvira.
–Ay, sí –arremete ella–. Me encanta, ¿vamos?

Ernesto y Osvaldo dicen que no, que están esperando a Fabio, que después irán.
Mario se alegra por dentro y por fuera: se le escapa una sonrisa. El plan es un éxito. En la rambla, el lugar preferido por ambos para caminar, Mario mete la mano derecha en el bolsillo y saca un corazoncito de plata: una reliquia que compró a buen precio.
-Elvira, tomá, es para vos. Quiero que guardes este corazón porque vos siempre vas a estar en el mío –le dice tal y como había ensayado mil veces ante el espejo.

La respuesta es un beso suave y húmedo, como la brisa que los acaricia.

El corazón que mi vecino Mario le regaló a su esposa Elvira está guardado en un apartado, en el estante de las cosas importantes.

(Ejercicio del "Máster en Crónica Periodística" de la Revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra. Consigna: escribir una escena sobre la palabra "amor", sin mencionarla)

martes, 17 de septiembre de 2013

La noticia

Daniel volvió a su casa a la hora de siempre fingiendo una rutina que acababa de romperse: lo habían despedido del trabajo. Su cara estaba esmaltada por el pánico al futuro.
Antes de abrir la puerta hizo una pausa –sus músculos se contrajeron– y se aferró al plan que había pensado mientras caminaba: ocultarle la noticia a su novia durante dos semanas, hasta que naciera el bebé. No quería preocuparla, aunque no tenía la menor idea de cómo carajo hacer para que no se diese cuenta (más que un plan era una vaga noción).
Tomó coraje para quitarse el barniz de pesadumbre y sonrió. Entró a la casa con la seguridad de un hombre exitoso.
            –Hola mi vida, no sabés cómo se movió hoy Lucas –dijo Laura desde el comedor, al escucharlo.
            –¿Sí?
            –Más que nunca. Mirá, parece que la panza me va a explotar en cualquier momento.
            –Ahí voy. Espera que voy un toque al baño –respondió Lucas fugitivamente.

Necesitaba ganar unos segundos para asentar la idea y, sobre todo, para que su comportamiento no lo delatase. En dos semanas puedo pegar otro laburo y no pasa nada, pensó.
El baño ya no era un baño: era un camarín; y el resto de la casa, una sala de teatro.
            –Llamó tu hermana, que mañana me acompaña ella al estudio así vos no faltas al laburo, ¿te parece? –La voz de Laura entró al baño. Él decidió ir al comedor.
            –Dejame tocar a Lucas –dijo, señalando a la panza.
            –Sí, pero primero dame un beso, gordo. Te extrañé mucho. Mirá, ¿sentís cómo se mueve?
            –Sí, se re siente.

            –¿Escuchaste lo que te dije de tu hermana?

(Ejercicio del "Máster en Crónica Periodística" de la revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra. Consigna: recrear una escena que te hayan contado)

martes, 10 de septiembre de 2013

Viaje

Son las 7:42 de la mañana y ya sé que no voy a poder llegar a horario al trabajo: el colectivo que me deja en la esquina acaba de chocar, diez cuadras antes de que baje en mi parada.
En la brusca maniobra para evitar lo que no pudo, el colectivero clavó los frenos, por lo que varios de los que íbamos parados nos caímos unos sobre otros, amontonándonos con torpeza. Desde el suelo, antes de desparramarme del todo, alcanzo a ver con nitidez a un hombre –que venía dormido en el anteúltimo asiento– golpearse la frente contra el apoyabrazos: el impacto lo despertó bruscamente.
La trompa del 64 se incrustó contra el acoplado de un camión inmenso que no se detuvo ante el semáforo. Eso lo sabré en un rato, cuando me reincorpore, me sacuda la tierra del pantalón y la camisa, recupere mi bolso, colabore con la evacuación –no mucho: estoy apurado–, vea la parte delantera del colectivo abollada sobre la carcasa de un monstruo de doce ruedas y oiga lo que dicen los testigos. Pero ahora, desde el suelo, sólo quiero salir del asombro y del bondi, y llegar a horario para no perder el sueldo extra por presentismo.
Dentro del colectivo, mientras veo en los otros pasajeros mi propia cara desencajada, escucho la voz de otro alienado laboral que se levanta más rápido que los demás y vocifera una proclama de solidaridad. Habla por él, pero un poco por mí también:
-La concha de la lora, colectivo de mierda. ¿No podías chocar diez cuadras después que llego tarde al laburo, la puta que lo parió?

(Ejercicio del "Máster de Crónica Periodística" de la revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra. Consigna: escribir el inicio de un viaje de tu casa al trabajo)

martes, 3 de septiembre de 2013

Contramano

La música flota en el aire. Físicamente está ahí, como usted, pero ambos están perdidos, en otra parte. Detrás suyo hay al menos diez personas al alcance de su mano: todos ellos le dan la espalda, imanados en vaya a saber qué cosa que los contiene, aglutina –a ellos– y los aleja kilométricamente de usted y de su melodía. Sólo un hombre, de anteojos y estampa triangular, parece –tan sólo eso– reparar en su presencia. Tiene un lápiz y un anotador abierto, el gesto contrariado y la mirada un tanto oblicua hacia su derecha: si lo observa es sin intención.
Su mirada trasluce derrota. Hace doce años, usted perdió la visión y el trabajo. Desde entonces se gana –cuando gana– la vida con su acordeón en la Rue Mouffetard del Paris de posguerra. Su vida también está en posguerra. ¿Qué dolor sangra más: no ver o no ser visto?
En sus rodillas, en la fuerza para sostener el recipiente de la limosna, sobresale una breve tensión que su rostro abandonó en la derrota contra la abulia.

Otro hombre desobediente a la disposición de las cosas repara en la escena y dispara su gatillo: congela el tiempo. Robert Doisneau se nutre de las calles parisinas para escapar del mundo artificial de la revista “Vogue”, donde –como usted– trabaja a desgano. Es su manera de caminar a contramano. 

(Ejercicio del "Máster de Crónica Periodística" de la Revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra. Consigna: Elegir una foto y describirla)

martes, 27 de agosto de 2013

El tugurio de Bayer

La puerta de su casa –en el barrio de Belgrano, Buenos Aires– tiene un letrero que dice “El tugurio”. La Real Academia Española afirma que tal cosa es “una habitación, vivienda o establecimiento pequeño y mezquino”.
Según lo que ya es leyenda, el escritor Osvaldo Soriano quiso ofender con ese calificativo al dueño de casa, el periodista e historiador Osvaldo Bayer, quien lejos de hacerlo adoptó el nombre para identificar su morada.
En el primer ambiente –un breve living– lo que impresiona es el desorden. Hay infinitas pilas de diarios en inverosímil equilibrio. Sobre la pared trasera hay una biblioteca, de esas que impiden ver la pared. En ella hay libros, por supuesto, pero muchos más que los que debería albergar si se respetara su estructura: podría completarse una similar con los libros que rebalsan, apilados anárquicamente. Hay un Dostoievski de 1958 que cuelga como un fruto maduro. Siento pena por él y presiento que pronto la Ley de la Gravedad lo atraerá a donde amenaza caer.
–No es desprecio, es que soy muy desordenado –dice Bayer, autor de más de diez obras entre las que se destacan La Patagonia Rebelde; Rebeldía y Esperanza; y Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia.
En la biblioteca también conviven diversos reconocimientos –otorgados por el Grupo Planeta hasta el Centro Cultural de la Cooperación– DVDs y una foto de Marlene Dietrich, la actriz y cantante alemana que fue ícono de Hollywood.

–Ella me besa todas las noches antes de irme a dormir.

(Ejercicio del "Máster de Crónica Periodística" de la Revista Orsai, a cargo de Josefina Licitra. Consigna: Semblanza de un personaje. Primeras líneas)

martes, 19 de febrero de 2013

Parirse a unx mismx


SUSY SHOCK

Por Luis Zarranz
La noche es un farol que alumbra una porción de esquina. Un farol y un cielo embarazado de tormenta que aún no termina de nacer. Es invierno, el día ya pasó de moda y esta esquina de Buenos Aires tiene poco rating: a esta hora –una cualquiera de la noche– no la eligen los peatones, los taxis, los colectivos.
La veo alejarse en soledad, entre apurada y agotada, perdiéndose en la sombra que dibuja el farol, que la mastica y la saborea paso tras paso. No advierto si dobla en la esquina, si sigue taconeando la misma vereda o si pesca algún transporte furtivo con el que cruza destinos. No lo sé ni tampoco se lo pregunté al verla nuevamente. De todos modos, la noche no le es ajena: es el escenario en su mundo de artista trans.
Comienza a llover.
*
Susy Shock se creó a sí mismx y, poquito a poco, dejó el cuerpo de varón con el que nació para parir aquello que quería ser, aquello que ya era. En ese parto abandonó –no del todo, ya veremos por qué– a Daniel Bazán Lazarte y adoptó una nueva identidad travesti, en permanente construcción.
En un país como Argentina, que sufrió una dictadura genocida que desapareció a 30.000 personas y empleó un método sistemático de apropiación de sus hijos como botín de guerra, Identidad se escribe con mayúscula. Su construcción identitaria no implica sentirse mujer, como se presume (“travesti, igual a hombre que viste como una mujer”), sino trans, lejos de la lógica binaria hombre-mujer.
–Susy primero fue –dice sobre sí mismx– un juego íntimo, propio; el escenario se encargó de sacarlo para los demás y obvio que después fue una apuesta política a lo Wayar. Marlene Wayar, referente travesti, es una de sus amigas y compañeras más entrañables; es directora de El Teje, primer periódico travesti de Latinoamérica. Wayar sostiene precisamente eso: que lo trans es el alumbramiento del cuerpo como campo de visibilización y batalla. Una apuesta poética y política.

Yo, pobre mortal,
equidistante de todo
yo, DNI 20.598.061,
yo, primer hijo de la madre que después fui,
yo, vieja alumna
de esta escuela de los suplicios.

Amazona de mi deseo.
Yo, perra en celo de mi sueño rojo.

Yo reivindico mi derecho a ser un monstruo.
Ni varón ni mujer.
Ni XXY ni H2O.
(Fragmento de “Reivindico mi derecho a ser un monstruo”, Susy Shock)
*
Al parirse, tuvo que crear un nombre. –Fue un juego irónico. Susy era la Susy Giménez (Susana Giménez actriz y conductora de televisión), pero de pelo castaño, la de antes de los milicos, la que tiene lo peor y lo mejor nuestro; la que podía haber sido, no la que terminó siendo. El Shock parece obvio viniendo de este personaje, pero tiene también una dimensión muy fuerte y dramática: de adolescente me enteré que los milicos le decían “Susanita” a la picana “porque te hace shock”. Un horror.
*
Antes de ser Susy, había algo que Daniel Bazán Lazarte, el mayor de tres hermanxs –el del medio, jugador de fútbol; la menor, música–, traía desde la cuna y que asombró a sus padres, obreros y laburantes: el amor al arte. Ser padre es sorprenderse. Desde los primeros años, cuando comenzó danzas folclóricas, Daniel/Susy abrió el abanico a una versatilidad expresiva que incluye teatro, poesía, canción: había algo que quería decir.
*
El viernes es húmedo como el desasosiego, como el llanto. Casa Brandon es un espacio artístico gay-lésbico-transexual en un barrio alejado del centro de Buenos Aires: Parque Centenario. Tiene una escalera pasando la antesala. Tiene dos. Tiene tres. Primer piso: la barra; segundo y tercero: mesas ratonas, sillones, copas, picadas, la gente alegre, queriendo ser. Segundo piso, en cascada respecto al tercero: el escenario.
No es un ghetto, en absoluto, pero detrás del púlpito, en una pantalla gigante, hay un dibujo: un torso desnudo, tres tetas, y dos axilas peludas. En el primer seno dice QUE; en el segundo, OTROS SEAN; tercero: LO NORMAL: “QUE OTROS SEAN LO NORMAL”.
“La Shock” –así la nombran varios de lxs que la conocen– lleva 42 años oyendo el mundo. Aun con la identidad que uno se construye, los oídos tienen la edad que tienen. Comienza el show, no desde el escenario sino desde el tercer piso. Susy agita un instrumento de percusión africano –el shekere– que exhala un sonido tántrico como el de una máquina de escribir poseída. “Mandé noticias del mundo de allá a quien supiera/ en un abrazo véngame a esperar/ voy llegando”, canta.
Baja los escalones en tacos aguja, suave como el roce, mientras sigue la melodía. Se desliza entre el público que vino a verla, que vino a escucharla, que vino a gritarle ¡uuuuuuuuuhhh! y a levantar la mano cada vez que una frase suya hace eco. Canta bagualas. Recita poesías. Es una gran showtrans. Diosa: le gritan diosa. La aplauden: una, cien, nosécuantasveces. En el artístico mundo under trans es una celebridad. Tal vez por eso, Susy me dice que es, artísticamente, más que Daniel, aunque Daniel y Susy sean una continuidad: en lo político, en el jugar. Así dice.
Tiene una pulsión a abanicarse. La mano derecha es inquieta y el abanico su cómplice. Lo abre, lo cierra, sacude el aire con frenético swing. Afuera llueve como en las malas películas. Adentro, la lluvia se transforma, se transpira, se transporta, se transita: hace calor pero no sofoca. La noche es un elástico: se estira. Hay más bagualas. Hay más poesías, adentro. Afuera, un taxi, no hay.
*
Sobre la mesa hay una cerveza fría, dos vasos que se calientan y un celular, en vibrador, que ronronea con aterciopelada fragilidad. Los uñas de Susy juegan, como si no jugaran, con él.
En su blog se presenta así: “¿Qué soy? ¿Importa? Soy arte”. En Facebook se presenta así: “Soy género colibrí”. Ante mí, se presenta así: “Tomamos una cerveza, ¿no?”.
Afuera, el sol se acuesta; la luna cumple su función. Adentro, el grabador también cumple su función. Registra: –Ser arte está ligado al hecho natural de andar bien pegadita al eje creativo, a mirar de ese modo las cosas y desde ese modo actuar. Soy el primer objeto de arte a construir.
El aparato también registra: silencios perfectos, que hablan; una voz seca y calma como el tabaco y una búsqueda intensa de la palabra exacta. El escritor Ítalo Calvino usa un concepto, “levedad”, como un principio básico de la composición artística en alusión al peso de las palabras. Como un radar, Susy tantea el espectro de su decir antes de verbalizarlo. Busca el peso específico.
Todavía no, pero en un rato traerá, a su diccionariohabitualdefrases, adjetivos tales como binario, machista, patriarcal. Si las palabras dibujan mundos, ésos son los que aspira a derruir con un afán: hacer de su práctica cotidiana su apuesta política. Desde esa trinchera dispara, como una guerrillera.
–Yo tengo una hija y me parece que hay algo absolutamente práctico en ser madre, padre, todo lo que nos toca ser: poner en actos, en la cotidianidad, ese “Hombre Nuevo” que añoraba el Che Guevara.
*
Si las palabras definen los mundos, Susy me obliga a descartar, en varios pasajes, los términos que las dividen en masculinas y femeninas, y usar una x genérica. El lenguaje no es trans, pero hay términos que mutilan la profundidad y el significante de lo que, no sólo su boca, aspira a nombrar.
La expresión trans es, por definición, inefable: cualquier significado la aprisiona, la asfixia. En sentido estricto incluye a travestis, transexuales y transgéneros aunque en términos más usuales remite a las identidades y construcciones culturales que se diferencian de la lógica binaria (hombre o mujer), signada por el genitalismo: pene igual varón, vagina igual mujer. –En la medida en que nos desidentifiquemos de lo preestablecido, todxs somos trans, independientemente de la sexualidad que practiquemos –dice.
Otro día, de tarde –el sol se extingue, la luna se asoma– Susy me dirá cómo define lo trans: –El tránsito de este mundo pacato a la búsqueda de otras masculinidades y feminidades enormemente ricas y potencialmente entrecruzadas. Descolonizarnos de los modelos reproductores de lo binario.
En los últimos años, el Congreso argentino parece haber pulsado la tecla F5 en la sanción de leyes de diversidad, con la aprobación de dos que eran largamente reclamadas por la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero). El 15 de julio de 2010, Argentina pasó a ser el primer país de América Latina en legalizar el matrimonio entre personas de un mismo sexo. El 9 de mayo de 2012, la Ley Nacional de Identidad de Género: “Toda persona podrá solicitar la rectificación registral del sexo y el cambio de nombre de pila e imagen, cuando no coincidan con su identidad de género autopercibida".
La legislación ubica al país, en términos legales, en una situación de vanguardia frente a sus pares de la región. Sin embargo, aunque puedan casarse, aunque tengan su nombre en el documento de identidad, el 90% de las travestis sigue teniendo un destino laboral excluyente: la prostitución.
*
La hija de Susy se llama Anahí, tiene 21 años y es artista plástica. Cuando nació, Susy era Daniel: su papá. Ser hijo es crecer y confiar.
El vínculo que las une respira arte. Comparten espacios, amigxs, escenografías: en Casa Brandon, Susy canta y recita poesías; Anahí expone sus pinturas. La noche también crece, afuera. Adentro, se alarga. –Somos pares en muchas cosas, no sólo porque ella también sea una artista: por ese mundo nuevo que optamos por construir –dice Susy.
Con el ticket que me dan al pagar la entrada recibo una tarjeta personal con los datos de contacto de Anahí, en función de las pinturas que expone en el lugar. Al otro día recibo, también, un mail con sus respuestas a mi pregunta.
–La transición de Daniel a Susy la viví durante toda mi vida, no es que de pronto decidió calzarse el canecalón y salir a despelotar el mundo, de hecho fue desde que yo era niñita cuando Susy, todavía sin consolidarse como tal, ya se subía a los tacones altos y llevaba esos vestidos tan ceñidos, amparada por el ambiente familiar de una fiesta de disfraces (y digo familiar en el sentido de amistades, en ese momento los parientes no sabían mucho); hasta llegar a los tablones de Giribone. Ahí es donde nace, donde se muestra y empodera, en el 2001. Susy/Daniel es mi mapa, hasta en ese sentido es tan poético, es mi ma-pá. Es mi compañerx, amigx, confidente, va más allá del mero rol paternal, me mostró todas las posibilidades de cómo ser y más, hasta las que todavía no se catalogaron. Cada día soy más consciente de las muchas fallas que hay en este mundo binario y heterosexual, pero nunca olvido lo que sí se está construyendo, gracias a seres hermosxs como Susy o Marlene, que tengo el gran honor de contar en nuestra monstruosa familia.
*
Como dice Anahí, en este tránsito de creación de Susy hay una estación obligada: Giribone. En ese espacio –que toma su nombre de la calle en donde está ubicado, en el barrio de Chacarita, otra vez Buenos Aires– hubo espectáculos, hubo convivencia, hubo creaciones. Susy y Daniel lo habitaron durante siete años, paridos por el espíritu asambleario que generó la gran crisis política, económicosocial y de representatividad del año 2001 en Argentina, donde asumieron cinco presidentes en una semana y surgieron, o se visibilizaron, formas de organización autogestionada.
Entonces, Susy saltó de los escenarios a la calle. La crisis de representatividad se hizo cuerpo y espejo. Fue el final, también, de su militancia de izquierda en estructuras partidarias, verticales, en las que había participado en los ochenta.
–En el socialismo encontré muchas de esas reivindicaciones que me siguen inquietando todavía, pero después de pasar por algunas estructuras entendí que también necesitan reverse, porque hay mucho machismo. Lo patriarcal y lo binario no todxs lo ponen en duda: no creo que sea un problema únicamente del capitalismo, como me lo explicaban. Entonces está muy bien ser revolucionarixs pero lo de puto no está tan bien, y menos si encima te me hacés la trans… Es mucho el trabajo que, entendí, primero tenemos que hacer entre lxs pares para enfrentar al sistema, rever eso que reproducimos en nuestros vínculos.

En medio de la legislatura que nace en tu cerebro,
esa que llena de leyes chatas la bata de tu deseo,
que dice que ahora no,
que dice que el sueño agota,
que dice qué limpito el piso,
que dice que mejor semáforo que paloma.

¡Quemo el recinto de tus leyes!
piquetera trans de la aurora.
(“Poemario Trans Pirado")
*
Tuvo una hija. Escribió un libro. Escribió dos: “Relatos en Canecalón” y “Poemario Trans Pirado”. En ambos, poemas arremolinando las hojas. Los ojos leen: versos, dolores, sexo, amor, lágrimas, resistencias, luchas, rimas, coplas.

Boca abajo soy leona,
Viento arriba soy paloma,
Puerta arriba rebalso.
(Fragmento de Mi espalda, “Poemario Trans Pirado”)

La imagen de adolescentes echadxs de sus casas por expresar su identidad travesti es recurrente en el universo trans. La inmensa mayoría es, antes que nada, hijx del dolor. Ser padre, a veces, es creerse dueño del destino de lxs hijxs. Lxs padres de Daniel, lxs de Susy, lx dejaron crecer. Su dolor, dice, no es personal: es y será social. Por eso no reniega de su propia masculinidad.

“Soy Susy y todos los Danieles que tuve, que tengo y que tendré, y cada vez que soy más Susy, me voy más sucia y masculina con mi hembra creada por el lado del camino, ese que me sigo abriendo e inventando…
Susy Shock
Daniel Bazán Lazarte
Daniel Shock Lazarte
Susy Lazarte Shock”
(Prólogo del “Poemario Trans Pirado”)

En su casa no hubo andáte: –Amé ser ese niño que además fue amado y respetado por mis viejxs. Supieron ejercer ese rol materno paternal que suelo poner muy en duda en esta sociedad machista y patriarcal, ya que a nadie lo obligan a venir a este mundo, y menos a que si no sos lo que esperan te paguen con expulsarte a la calle, con la violencia y el desprecio, como sucede la mayoría de las veces. Por eso entiendo a mis compañerxs cuando queman su pasado al quemar sus fotos; no querés acordarte que sufriste y no te quisieron, no querés el recuerdo que te hace mal y desde donde tanto tuviste que remarla para salir y poder construirte en tu mismidad.
Mismidad es una palabra que dan ganas de cortar y pegar. Lo hago, velozmente: mismidad.
Un día después de la última vez que nos vimos, Susy me envía un mail. Antes de pulsar “Enviar”, escribe: “Te doy un dato trans. Mi bisabuelo se llamaba Rosa y mi bisabuela se llamaba Santos, así que ellxs andaban por el mundo de esa manera, Don Rosa y Doña Santos... jejej que además fueron lxs padres de mi abuela Rosa Lazarte, la que me dijo: ‘Buena vida y poca vergüenza’!!!”

ME RECUESTO
En la parte muerta de la vía
a sentir el tun tun de los antiguos carruajes,
esa fechoría del pasado que me arremete
en el incienso de la levedad,
ese ojo calmo, donde navega la profecía
(Me recuesto, “Poemario Trans Pirado”)
*
Antes de aquel último encuentro, nos volvimos a ver. Buenos Aires es un bar siempre abierto. En los parlantes hay tango electrónico y más acá, dos vasos, una cerveza: nosotros.
Hace cuarenta y ocho horas llegó de Brasil, en donde hizo dos funciones dentro del Queering Paradigms IV que se realizó en la Universidad Federal de Río de Janeiro: –Dos funciones hermosas y bien distintas, una en el auditorio y la otra en la noche de cierre, en la fiesta en un boliche gay del barrio de Lapa, que estaba lleno de gente del Festival y de brasilerxs que suelen ir al lugar y no me conocían. Después me fui a Belo Horizonte a actuar con Guilherme Figueiredo, artista genial con el que ya trabajé en Buenos Aires.
Queering Paradigms es un congreso internacional que va por su cuarta edición. Surgió como una reacción académica, política y científica ante una decisión homofóbica (ya revocada) de la Canterbury Christ Church University en Inglaterra, en 2008. Su objetivo es discutir y problematizar los procesos de normatización y la marginación en las sociedades contemporáneas.
Lejos de las academias, en las calles, Susy Shock se define como súper tetera. –En las teteras, que siempre están desprestigiadas, encontré lazos afectivos impresionantes. Por eso siento que en los márgenes nace la humanidad. Parece que hay algo en la supervivencia, en ese lazo de cuidado, en guarda que viene la cana. Yo me formé ahí. Mi genitalidad está formada en esos espacios, en momentos más complicados que éstos.
No tengo idea, hasta que menciona la palabra, de qué son las teteras. Se lo digo. Me dice: –Las teteras son los baños públicos adonde nos fuimos encontrando y descubriendo en ese ‘toco y me voy’, que para mí es una reapropiación del deseo en lo público y una resistencia, no sólo de cara a quienes te perseguían y persiguen por eso, sino a la moralina que en nuestra propia comunidad tenemos con respecto a lo promiscuo, a lo que está ajeno al amor, parece que siempre es el discurso higiénico con el cual nos queremos hacer respetar y desde donde pretendemos que nos acepten.
En esa academia potenció su arte. –Son espacios de cofradía de las catacumbas para encontrarnos, y nos cuidamos. Lo he visto más profundamente ahí que en asambleas o en partidos políticos y me parece una posibilidad cotidiana de otra construcción. Hay que andar así por el mundo. No puede ser que solamente sea una linda poesía, una linda canción, una bella consigna partidaria y después, en la práctica, no nos pase por el cuerpo. Me hace mucho ruido eso. No lo quiero. Quiero el gesto más compacto entre el decir y el hacer.
*
En su casa suenan Mercedes Sosa y Liliana Herrero. Mucho brasilero, mucho rock. “Mucha música rara”. Así dice. Elige a autores y cantantes “periféricos”. Así dice. Valeria Cini, Pat Morita, Soema Montenegro, Sofía Viola, Andrea Bazán, Mariano Barrionuevo, Caro Bonillo, Camila López. Y arriba del podio pone a Juan Gelman. “Con Gelman tendría sexo”. Así dice.
Su pareja no es pareja: es una tríada. La Wikipedia dice que tríada “es un conjunto de tres elementos especialmente vinculados entre sí”. La Shock dice: –No hablamos de unx compartido por dos, no somos swingers, somos tres en un abrazo de tres.
Siempre pensé que ese tipo de vínculo era exclusivo de los canales de cable con documentales gomosos, pero enfrente no hay un televisor. Le pregunto, entonces, cómo se estructuran en la vida cotidiana y siento vergüenza por mi estructurada pregunta. Susy me pone en Shock. Me responde con ironía: –Comemos, vamos al baño, pagamos expensas, etcétera.
Me río por reflejo y mis ojos vuelven a inquirirla. –No sé qué somos, pero sí lo que vamos dejando de ser –dice, con retórica. También dice: –Al no ser sólo dos somos más comunitarixs. En lo íntimo también es circular la cosa, no hay proveedor y proveído, todo abunda y todo rota, eso nos saca de la lógica de que hay uno que manda, que penetra, que es el jefe. Tiene que existir el diálogo y los nuevos acuerdos; mal no nos va: hace ocho años que estamos juntxs. Ellxs (Edu y Mauri) tienen otro perfil, de menos exposición. La que lo hace (porque es mi oficio) soy yo. No les interesa esto de salir en notas. No es un fenómeno, es una búsqueda muy hermosa, muy gozosa. A partir de la necesidad de estar juntxs tuvimos y tenemos que reaprender los modos, ya que en ningún lugar se indica cómo es esto de armar una historia entre tres.
Esa es la noche en la que la veo mezclarse en la sombra, tras el farol, en la calle. El adentro se transporta afuera y son, entonces, la misma cosa: el mundo interior de Susy Shock.

Yo, trans… pirada,
Mojada, nauseabunda, germen de la aurora encantada,
la que no pide más permiso
y está rabiosa de luces mayas,
luces épicas,
luces parias,
Menstruales, Marlenes, Sacayanes, bizarras.
Sin Biblias,
sin tablas,
sin geografías,
sin nada.
Sólo mi derecho vital a ser un monstruo
o como me llame
o como me salga,
como me pueda el deseo y las fuckin ganas.

Mi derecho a explorarme,
a reinventarme.
A hacer de mi mutar mi noble ejercicio.
Veranearme, otoñarme, invernarme:
las hormonas,
las ideas,
las cachas,
y toda el alma.

Amén.
(Fragmento de “Reivindico mi derecho a ser un monstruo”)

(Inédita. Enviada al "III Premio Nuevas Plumas. Crónicas inéditas en español")

sábado, 5 de enero de 2013

El planeta dentro de un libro

ATLAS IV. MUNDOS EMERGENTES. LE MONDE DIPLOMATIC

Por Luis Zarranz
Para cambiar el mundo hay que comprenderlo. La frase no es nueva, pero su repetición no implica que la profundidad de su significado pierda sentido.
El “Atlas IV. Mundos emergentes”, editado por Capital Intelectual (Le Monde Diplomatique) no es un libro: es una caja de herramientas que brinda valiosos instrumentos para analizar un planeta en plena mutación. Abunda en datos y tiene una prolija y ordenada estética en la que cuadros comparativos, gráficos, infografías y mapas permiten visibilizar los nuevos mundos que emergen y cómo empiezan a tambalear las viejas potencias.
Su hipótesis principal es que el centro del poder comenzó a desplazarse de Occidente a Oriente. No como algo lineal sino como un proceso de avances y retrocesos donde cada país y región depende tanto de sus aliados como de sus rivales.
Los levantamientos civiles en el mundo árabe, los conflictos persistentes y los más recientes, los desafíos estratégicos, la crisis económica en Europa, el desarrollo armamentista norteamericano y el rol cada vez más central de países como China, India, Rusia, Brasil y Turquía son algunos de los contenidos de esta potente guía geopolítica.
El libro está dividido en cinco grandes capítulos: Fracturas; Así cambia el planeta; De las antiguas a las nuevas potencias; Guerras sin fin; y Convulsiones y resistencias. A través de ellos despliega un material claro, conciso y pedagógico para zurcir pasado, presente y futuro.
Algunos de los conceptos que desarrolla son:
-En el capitalismo neoliberal todo sucede como si las necesidades sociales sólo merecieran satisfacerse siempre y cuando sean compatibles con criterios de “hiperrentabilidad”.
-El número de desempleo en el mundo aumento en 27,6 millones entre 2007 y 2010, más pronunciadamente en las economías industrializadas
-El planeta engulle 99 millones de barriles de petróleos diarios, el doble que en 1970.
-En los últimos 10 años, la participación de los grandes países desarrollados en la producción industrial mundial cayó del 60% al 46% mientras que la de los cuatro grandes emergentes –Brasil, Rusia, India, China– pasó del 11 al 27%.
-China elabora un tercio de la producción electrónica mundial.
-Medio Oriente alberga el 45% de las reservas mundiales de petróleo.
-La tendencia del comercio mundial en las últimas dos décadas es su regionalización continental o subcontinental: en la Unión Europea, el 71% de las exportaciones se dirigieron a países miembros.
-Aún hay 250 millones de adultos esclavos en el mundo.
-El 17% de la población mundial es analfabeta (796 millones de adultos), de los cuales cerca de dos tercios son mujeres. 10 países concentran el 72% del número total de analfabetos.
-Entre 2001 y 2011, el presupuesto del ejército estadounidense aumentó un 81%.
-Brasil ya es la sexta potencia económica, en términos de PBI. Supera al Reino Unido. China es la segunda economía del mundo, detrás de EE.UU, al que desplazará en los próximos veinte años.

(Publicada en la revista "Ni un paso atrás", febrero 2013)