viernes, 25 de abril de 2008

Como ratas por tirante


Presionados por las cientos de firmas que reclamaron el apartamiento de dos jueces vinculados a la Policíala Justicia platense resolvió separar a la Bonaerense de la causa por la desaparición de Julio López y cambiar la carátula a "Desaparición Forzada", tal como venían insistiendo los organismos de derechos humanos. Un triunfo histórico en la peor de las batallas: el Terrorismo de Estado versión moderna.

Por Luis Zarranz
   No tuvieron otra opción y tuvieron que admitirlo. Tal como denunciaban los organismos de derechos humanos y organizaciones sociales, la Policía Bonaerense se encuentra implicada en la desaparición de Jorge Julio López. Así lo resolvió la Cámara Federal de La Plata, cuyos dos de sus tres miembros habían sido recusados por sus vínculos con la Fuerza.
   Frente a los centenares de firmas que reclamaron el apartamiento de los jueces Alicia María Di Donato y Alberto Durán, éstos no tuvieron más alternativa que dictaminar lo que ya era un secreto a voces: la implicancia de la Policía Bonaerense en el secuestro, desaparición y encubrimiento de uno de los principales testigos y querellantes del juicio que condenó a cadena perpetua a Miguel Etchecolatz por genocida.
   De esta manera, la Sala I, integrada además por Julio Reboredo, dictaminó apartar a la Bonaerense y cambiar la carátula de “averiguación de paradero” a “desaparición forzada de personas”. Sí, recién ahora la Justicia reconoce que Julio López fue y está desaparecido y no perdido por ahí.
   La causa había recaído en la Cámara Federal de La Plata ya que los abogados querellantes, agrupados en Justicia YA! habían pedido al juez federal, Arnaldo Corazza, que se cambie de carátula y aparte a la Policía provincial de la investigación. Al ser rechazado reiteradamente por el juez, los organismos apelaron y, de esta forma, el expediente pasó a la Sala I de la Cámara Federal platense.
   Guadalupe Godoy, abogada de la querella, sostuvo que la medida está destinada a calmar los ánimos de quienes exigen Justicia. “Esto es porque la semana pasada presentamos una recusación para que el juez Durán se aleje de la causa por su ya conocida vinculación con policía de la dictadura”.
   La Dra. Di Donato –recientemente incorporada a la Sala I– había sido recusada por pertenecer a la Policía bonaerense desde marzo de 1978 hasta octubre de 1990, momento en que renunció con el cargo de Oficial Subinspector. En tanto Durán, por su estrecha vinculación con la policía provincial, tal como quedó demostrado en el año 2005, oportunidad en la que también fue recusado con similares fundamentos cuando llegó a su juzgado una de las causas contra los genocidas. 
   A esos fundamentos hay que agregar que Durán es hoy integrante del Consejo Asesor del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, donde se desempeñan varios de los investigados en la causa López, y se lo sindica como Ministro de Seguridad en las sombras.
   Godoy aseguró que esta modificación en la causa, si bien es recibida con emoción, no los hará cambiar de postura: “Seguiremos exigiendo la inmediata renuncia de los jueces Alberto Durán y Alicia Di Donato a la causa por la desaparición del compañero López”.
   En el fallo de la Cámara se explícita que la Policía Bonaerense, defendida por las autoridades provinciales hasta minutos antes de la resolución judicial, debe apartarse de la causa y dar lugar “una Unidad Especial conformada por integrantes de una fuerza de Seguridad del orden nacional” debido a su mal desempeño en la investigación y las sospechas de su accionar.
   Ahora la causa sigue en manos del juez federal Arnaldo Corazza, pero se creará un organismo de investigación especial para el caso integrado por integrantes de fuerzas de seguridad federales.
   Hasta el momento la desaparición de López no arrojó ningún imputado ni, mucho menos, un detenido. Como se observa, la Justicia también está desaparecida, secuestrada por los mismos de siempre. Hasta que la presión popular la hace aparecer.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 25 de abril de 2008)

viernes, 18 de abril de 2008

López sigue desaparecido: la Justicia, también

La causa que “investiga” el secuestro y desaparición de López recayó en la Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, en la que dos de sus tres miembros tienen fortísimos vínculos con la Policía Bonaerense, implicada en los hechos “investigados”. Ambos jueces fueron recusados. Una prueba más de que la Justicia, como López, también está secuestrada.

Por Luis Zarranz
   La causa que investiga el secuestro y desaparición de Jorge Julio López sigue generando asombro: no por su contundencia, mucho menos por sus notables resultados. Todo lo contrario: su virtual paralización a diecinueve meses de iniciada no deja lugar para la duda: la justicia no busca Justicia.
    Ahora depende de dos jueces con alta vinculación con la Policía Bonaerense, institución que, cuanto menos, ha hecho mucho por desviar las pistas que conducían a los responsables del secuestro de López.
   Desde el momento en que Julio desapareció, los organismos de derechos humanos y organizaciones sociales querellantes, sostuvieron que, necesariamente, se encontraba implicada la Policía Bonaerense, y cientos de pruebas conducen a ese destino.
   Hace unos meses, los organismos presentaron un nuevo pedido para que se cambie la carátula a “desaparición forzada” y que se aparte la Policía de la investigación. Una vez más ese pedido fue rechazado por el juez Arnaldo Corazza. 
   Las agrupaciones decidieron, esta vez, apelar a la instancia superior, la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, y la causa recayó en la Sala I, integrada por los jueces Alicia Maria Di Donato, Alberto Durán y Julio Reboredo.
   Di Donato y Durán, de fuertes vínculos con la Policía, fueron recusados.  La Dra. Di Donato, –recientemente incorporada a la Sala I- por su pertenencia a la Policía bonaerense desde marzo de 1978 hasta octubre de 1990, momento en que renunció con el cargo de Oficial Subinspector.
   Al juez Durán, por su estrecha vinculación con la policía provincial tal como quedó demostrado en el 2005, oportunidad en la que también fue recusado con similares fundamentos cuando llegó a su juzgado una de las causas contra los genocidas.  
   A esos fundamentos hay que agregar que Durán es hoy integrante del Consejo Asesor del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, donde se desempeñan varios de los investigados en la causa López, y se lo sindica como ministro de Seguridad en las sombras. 
   Increíblemente, o no tanto, mientras se resuelve la recusación ambos jueces siguen en funciones y la primera medida que tomaron fue impedir que una copia de la causa quedara en el juzgado de Corazza, con lo que ésta queda virtualmente paralizada. 
   Además, Durán intenta desprestigiar a los organismos de derechos humanos, esgrimiendo que cuenta con el apoyo de otras agrupaciones. Es así que el viernes pasado -11 de abril- se presentaron como querellantes en la causa la CGT de La Plata y la Asociación de Abogados Justicialistas de la misma ciudad. Lo curioso es que lo hicieron con un escrito que en su casi totalidad se dedica a defender la "probada trayectoria democrática" de Durán. 
  Alberto Ramón “Tito” Durán es uno de los más polémicos jueces bonaerenses. Además de integrar la Sala I de la Cámara Federal de La Plata, fue profesor de la Escuela de Policía Juan Vucetich y fue amigo de quien fuera jefe de la “maldita policía”, Pedro Klodczyc, ya fallecido.
   Durante la última dictadura, el experto que asesora a Scioli en Seguridad trabajó en el Ministerio de Gobierno, Jurisdicción 03, ítem 12, Subsecretaría de Asuntos Legislativos, Dirección de Proyectos, en calidad de agente temporario con retribución equivalente al cargo de “abogado C”.
   A Durán se lo acusa de boicotear los Juicios por la Verdad. Se opuso, por ejemplo, al secuestro del fichero del ex secretario del vicariato castrense Emilio Graselli e intentó devolverle a Aldo Rico el archivo de inteligencia policial secuestrado por la Cámara, fichero que hoy forma parte del patrimonio de la Comisión por la Memoria.
   En los 80 comenzó a prestar servicios en el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires, también durante la dictadura. Pasó de ser juez de primera instancia de Lomas de Zamora a camarista, de la mano del ex presidente Eduardo Duhalde.
   Allí tuvo su primer traspié cuando al ser tentado para asumir en la Secretaría de Seguridad tuvo que declinar el cargo por proponer como subjefe al comisario mayor Darío Delfín Rojas –torturador y represor– ascendido por Ramón Camps a raíz de su participación en el caso Graiver.
   Ante esta situación, los organismos de Derechos Humanos piden la firma de un petitorio, que aquí publicamos, para enviar por fax a la Presidencia de la Cámara Federal de La Plata: 0221-4256858 o 0221-4258208.
   También es posible solidarizarse enviando una adhesión a justiciayalp@yahoo.com.ar,  ya que intentaran publicar el texto como solicitada.
    Además, realizarán las siguientes medidas al cumplirse 19 meses de la desaparición de Julio:
-Solicitar entrevista a la Corte Suprema de Justicia de la Nación para presentar el escrito por retardo y denegación de justicia del que hablaron el mes pasado con el Presidente de la Corte, Dr. Lorenzetti.
-La Multisectorial La Plata, Berisso y Ensenada realizará el viernes 18 – como todos los meses- una marcha a las 18 desde Plaza Moreno a Plaza San Martín, harán una parada en 8 y 51 para exigir la separación de los jueces cuestionados por sus vinculaciones con la Policía Bonaerense.
-La Mesa de Escrache Popular realizará asimismo, el mismo viernes 18 a las 12, una intervención urbana para denunciar la complicidad del Poder Judicial. La actividad se llevará a cabo en la intersección de las calles 8 y 50 de la ciudad de La Plata.

(Publicada en el sito "Jaque al Rey", 18 de abril de 2008)

viernes, 4 de abril de 2008

¿López desapareció de cada uno de nosotros?


Jorge Julio López ya lleva un año desaparecido de su casa. Pero resulta que también está desaparecido de los medios, de los discursos oficiales y de la sociedad. Pocos ya se acuerdan de él. ¿Qué se puede hacer desde nuestro lugar? Seguramente mucho más que la nada misma que recorre a cientos de personas. Que nadie venga a decir que no hay nada por hacer, que no se puede hacer nada. Se puede hacer mucho, el tema es que la mayoría de esta sociedad no tiene ganas y, encima, no se hace cargo.

Por Luis Zarranz
   Una de las primeras consignas al momento de producirse la desaparición de Jorge Julio López fue “Todos somos Julio López”. El sentido del mensaje era claro. La desaparición de Julio era una intimidación para toda sociedad y sentirnos como él era decir que no iban a lograr desaparecerlo por completo.
   A un año y medio de ese tiempo, Julio sigue desaparecido y también muchos lo desaparecieron de sí mismos.
   Lo de la Justicia no sorprende: es la regla. En la causa no hay ni un solo imputado ni líneas firmes de investigación. Este dato, por si sólo, explica la complicidad estatal en la desaparición de Julio.
  López está desaparecido de su casa, pero también de los medios, de los discursos oficiales, del Congreso y, esto es lo que más duele, de la sociedad, Su desaparición es la prueba irrefutable –por si le hacía falta a un estúpido– de la continuidad de la política genocida implementada en la última dictadura militar.
   Son cómplices jueces, fiscales, funcionarios. Todos callan. Todos miran para otro lado. ¿Qué ven? ¿Qué pretenden mirar?
   La ausencia de López se hace insoportable pero vaya a saber cuáles mecanismos, o quizá por ese silencio que pretende hacernos creer que no existe lo que no se nombra, sigue siendo sostenible. Sigue siendo, existiendo, y con eso alcanza para ser espeluznante.
   La vida misma, la cotidianidad de todos los días, lo rutinario, todo eso que tiene la normalidad más normal de cualquier día, sigue como si nada.
   Nadie lo recuerda cuando hace sus compras, cuando entra al cine, cuando grita un gol como desaforado, cuando va a la plaza con el nieto, al laburo, a la escuela... nadie.
   Todo sigue. Todo pasa. Todo bien.
   Una pregunta se me instala en el cuerpo y me persigue como buscando una respuesta urgente: ¿Qué se puede hacer desde nuestro (cómodo) lugar?
   Poco, quizá, pero seguramente mucho más que la nada misma que recorre a cientos de personas con los que uno dialoga cotidianamente. “¿Ya pasó un año y medio?”, dice la voz que perturba los oídos.
   López sigue desaparecido, en parte, porque nosotros estamos más preocupados por si se pasa el feriado, si vuelve Tinelli o si mañana hacemos fútbol con los pibes. Su desaparición es cosa nuestra, y como cosa nuestra debe interpelarnos a la acción, a exigir respuestas.
   Hay ciertos hechos que nos definen como sociedad. La desaparición de López es uno de ellos. Las pruebas están a la vista. Nadie, más allá de los sectores movilizados, se inquieta por una desaparición que se prolonga un año y medio sin mayores novedades.
   Que nadie venga a decir que no hay nada por hacer. Que no se puede hacer nada. 
   Mentira.
   Se puede hacer mucho, el tema es que la mayoría de esta sociedad no tiene ganas, no le interesa, no le preocupa y no le inquieta que alguien haya desaparecido luego de testimoniar contra un genocida. Disculpen si les caigo mal, pero también son cómplices. No caben las metáforas, los recursos estilísticos, las expresiones refinadas: se están cagando en un tipo que fue chupado, como se cagan en Fuentealba, en los cartoneros y en los pibes que son molidos a palos en las comisarías.
   “La única lucha que se pierde es la que se abandona”, dice el póster pegado en la pared justo arriba del monitor de esta computadora. 

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 4 de abril de 2008)

jueves, 3 de abril de 2008

El olvido es tan verdugo como la muerte


Este viernes 4 de abril se cumple un año del asesinato del docente Carlos Fuentealba, en Neuquén. El ex gobernador Jorge Sobisch, autor intelectual del crimen, goza de absoluta impunidad. Sólo hay un imputado, el autor material, el policía Poblete que irá a juicio oral el 4 de junio. Mientras tanto, buena parte de la sociedad que se estremeció con el crimen de Fuentealba es ahora totalmente indiferente a la impunidad reinante.

Por Luis Zarranz
   Hace un año las armas y los disparos apuntaron contra la Educación pública. Contra los docentes. Contra los encargados de enseñar. Y la mataron. Lo mataron. Carlos Fuentealba fue asesinado por las balas policiales. Por los cobardes de siempre.
   Desde entonces, poco ha cambiado. La impunidad goza de absoluta impunidad. Entonces las palabras pierden sentido, se desencuentran con los hechos para ser atrapadas por una gigantesca tela de araña que las envuelve y las asfixia.
   No hay mucho por decir.  Verdad de Perogrullo: las balas matan. Pero resulta que también mata la indiferencia social, la impunidad, el olvido, el “no pasa nada”, el “todo pasa”, el encubrimiento.
   “Somos los maestros de sus hijos”, gritó aquel día, desesperada, una docente frente a esos señores vestidos de muerte. Una vez más, no escucharon.
   La policía neuquina reprimió brutalmente con palos, gases lacrimógenos y balas de goma a un grupo de 300 docentes que cortaban la ruta nacional 22, en la localidad de Arroyito, Neuquén.
   La respuesta del entonces gobernador Jorge Sobisch a la protesta de los maestros, quienes reclamaban desde hacía más de un mes un aumento salarial, fueron las balas y el asesinato de Carlos Alberto Fuentealba. (Además otros veinte manifestantes padecieron diferentes heridas).
   Una vez más, como Teresa Rodríguez diez años atrás, en la misma ruta.
   Una vez más, la Policía asesinando a un inocente.
   Sobisch sostuvo luego que él impartió la orden para que liberasen la ruta porque afectaba a muchos turistas que se dirigían a los centros vacacionales aquella Semana Santa.
   Fuentealba se encontraba dentro de un auto, dispuesto a huir de la caza de maestros que implementaba la Policía. El proyectil, un gas lacrimógeno, le impactó por atrás luego de atravesar la luneta del auto y le estalló en la cara. Fue tan corta la distancia de disparo, que le produjo la fractura y hundimiento de cráneo.
   El asesino, luego, huyó. Impune y cobardemente.
   Carlos Fuentealba era maestro de escuela en Cuenca XV. Docente de Química en uno de los barrios más pobres de la ciudad de Neuquén, tenía dos hijos, de diez y catorce años, y una compañera que fue -es- todo ovario. Fuentealba era delegado gremial y venía luchando, junto a sus compañeros, por un justo aumento salarial en una provincia rica que distribuye poco todo lo que recauda.

   Para el Gobernador era más importante que aquella Semana Santa la ruta que cortaban los maestros estuviera despejada para no molestar a los turistas que aportar soluciones a los docentes. Esa fue su idea “maestra”: no, no aumentó los sueldos: mandó a reprimir. A mansalva. Cueste lo que cueste.
   Y costó la vida de Fuentealba, y lo mataron a él y a buena parte de la Educación. El mensaje fue claro. Ya sabemos para qué lado apuntan sus armas.
   A un año sigue la impunidad. La asquerosa, vomitiva y asqueante impunidad.
   El autor intelectual del asesinato, Sobisch, luego fue candidato a Presidente y 284.161 personas consideraron que él era la mejor opción. Quedó 6º, en el peor de sus escenarios posibles.
   El autor material y único imputado en la causa judicial, el oficial Darío Poblete, irá a juicio el 4 de junio en la Cámara en lo Criminal Primera de Neuquén. Para la Justicia el único responsable del asesinato de Fuentealba es Poblete. Nada de nada sobre los que dieron las órdenes, sobre los demás que dispararon. Nada.
   Mañana habrá una “Jornada Nacional de Lucha contra la Impunidad”. Según anticiparon los organizadores, la Jornada consistirá en suspender el desarrollo de las actividades curriculares habituales y realizar clases alusivas en la escuela, clases públicas en las calles y plazas de todo el país, radios abiertas, recolección de firmas a través de un petitorio para exigir el juicio y castigo a los responsables del crimen y actividades artísticas, entre otras. Ese día habrá un acto central en Neuquén y otros en el resto del país. No habrá paro nacional docente porque CTERA, gremio nacional aliado al Gobierno, no aceptó el pedido de los docentes de la provincia de Neuquén.
   A un año sigue siendo poco lo que podamos decir. Pero es mucho lo que tenemos por hacer. No hay tiempo que perder, sobre todo después de haber aprendido la lección: o somos dignos defensores de la memoria y la lucha de Fuentealba o nos mereceremos un aplazo.

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", jueves 3 de abril de 2008)