Por Luis Zarranz
Camilo Blajaquis es
un seudónimo, un nombre irreal, inventado, pero es alguien tan real como la
mañana. Si los nombres de las cosas son convenciones sociales que poco tienen
que ver con la esencia a la que se refieren –llamamos mesa a la mesa, mariposa
a la mariposa y árbol al árbol porque acordamos llamarlos así y no porque las
palabras mesa, mariposa y árbol tengan relación con esa cosa que nombran– es
válido, entonces, elegirse un seudónimo para nombrarse a sí mismo.
César González no
solo eligió un nuevo nombre: eligió volver a nacer. Y en ese parto gestó un sustantivo
propio que lo definiera, una herramienta –la poesía– para expresarse y una
conciencia de clase como sustento para mirar (y pararse) ante la sociedad.
En 1989 dijo buen
día al universo: había nacido. Tal vez el mundo no le devolvió el saludo, con
esa manera tan propia de tratar con indiferencia a los hijos del pueblo. Nació
y creció en la Villa Carlos Gardel, Partido de Morón, oeste del conurbano
bonaerense. A los 16 cayó en cana por participar, cómo cómplice, de un
secuestro extorsivo. Pasó cinco años, cinco eternos años, en situación de
encierro: de instituto en instituto, incluyendo dos penales de adultos. En ese
infierno sufrió lo que sufren las personas privadas de su libertad: el horror.
Increíblemente allí, en ese depósito de seres humanos donde se violan los más
elementales derechos, hubo un golpe de magia. Patricio Montesano, que
voluntariamente daba clases de magia dentro de la cárcel, le acercó libros, lo
trató como persona y le trasladó varias inquietudes políticas.
Uno de esos libros
fue “De Ernesto al Che”, de Calica Ferrer, que le hizo un click. Comenzaron las preguntas y los porqué: por qué nací en una
villa, por qué tuve que ser pobre, por qué tuve que nacer en un contexto de
mierda, por qué tuve que saber a los 7, 8 años que existe la cocaína, el porro
y que vivo en un barrio donde eso es frecuente y la cultura es ésa.
Estaba naciendo
Camilo Blajaquis.
El seudónimo es un
homenaje al revolucionario cubano Camilo Cienfuegos y al militante sindical
Domingo Blajaquis, asesinado en Avellaneda en 1966, hecho relatado por Rodolfo
Walsh en el libro "¿Quién mató a Rosendo?".
Así define él mismo
a las dos identidades que habitan su mismo cuerpo: “César González fue un
numero más del sistema hasta que despertó, era un pibe chorro que quería el
brillo de la ropa de marca para sentirse alguien, que creció entre violencia, dolor
y muerte, que sobrevivió a seis balazos y cayó en cana, que estando en cana
despertó y se dio cuenta de que el sistema está hecho para que los pobres
además de pobres sean ignorantes, explotados y se maten con sus propios
hermanos, porque policía y ladrón provienen del mismo barro y son esclavos del
mismo patrón. César González cayó preso, algo muy normal en un barrio marginal:
uno desde que sale de la panza sabe que va a caer preso en algún momento porque
no hay muchas propuestas para la gente de la villa, nadie quiere que un villero
sobresalga de ser una cifra para rellenar las libretas de los trabajadores
sociales y los prontuarios policiales. César González es un hijo de la
injusticia, que engendró un poeta en medio de la muerte, en donde lo que
abundaba era desesperanza; ahí invente mi seudónimo, para darle nombre al nuevo
ser, consiente de la desigualdad y de la potencia del arte”.
LA VENGANZA ES SER FELIZ
César/Camilo ahora
tiene 23 años. Está escribiendo su tercer libro, de poesías y ensayos. Antes
publicó "La venganza del cordero atado" y “Crónica de una libertad
condicional”. El título del primer libro hace referencia al disco “Lobo
suelto/Cordero atado” de Los Redonditos de Ricota y, al igual que los discos de
esta banda, fue ilustrado por el dibujante Rocambole, que también puso su arte
a la portada del segundo. Sobre el libro que está escribiendo, dice: “Lo voy a
enviar al premio Casa de las Américas a ver si me lo publican, ya que no tengo
editorial”.
Además de escribir
sus libros, Camilo integra el colectivo que hace la revista ¿Todo piola?,
revista de cultura “marginal”, y trabaja en la Dirección de Arte y Cultura del
Municipio de Morón, donde organiza talleres literarios en la Villa Carlos
Gardel, donde actualmente vive, y en otros barrios del municipio.
Para muchos, la
historia de Camilo es interesante porque muestra cómo un pibe chorro pudo
cambiar lo que, parecía, era su destino seguro. Desde los sectores más rancios
de la sociedad hasta el progresismo más amplio la idea del pobre que se rescata
y se integra a la sociedad prende como una mecha de pólvora. No es esa la potencia
que encarna la vida de Camilo sino la toma de conciencia que le permitió
responder(se) en términos políticos buena parte de su historia. Y usar la
poesía como herramienta para canalizar y expresar esas ideas.
Propuestas
¿A donde estamos?
¿en el reino de lo
falso?
un poco de amor y
todo cambiaría
más alegría habría
menos balazos impactarían
sobre la piel de
todos los indefensos.
podrán rechazarme o
decir que soy ejemplo
pero yo se bien
cual fue el argumento
abrazar al otro
mientras me pegaba
no sentir odio por
los que me odiaban
me sentí tan lleno
y tan resplandeciente
que hasta las rejas
del momento se asustaron
y retrocedieron de
a uno todos mis miedos
con sangre de mis
venas puse en la pared
poesia es la salida
poesia es pura vida
ahora el que quiera atacarme
se va encontrar con
un escudo de amor
que no lo rompen ni
las balas de teflón
me quebraron una,
dos, tres, mil veces también
llevo las heridas
abiertas en la piel
fueron muchas las
caidas
pero fueron más las
levantadas
¿consiente o inconsciente?
no recuerdo bien.
(Blog de Camilo Blajaquis, www.camiloblajaquis.blogspot.com.ar)
MÁS QUE PIOLA
“‘¿Todo piola?’ es
la revista que inventé estando encerrado, en la cual me encargo de publicar
textos de gente de villas y que están presos, para demostrarle a la sociedad
que de la villa pueden salir verdaderos artistas y no sólo obreros para la
fabrica, o chorros para llenar los minutos de los noticieros. Tratar de
brindarles una herramienta a los chicos para que puedan expresarse libremente,
sin ninguna limitación académica y sin ningún mecanismo de poder vertical en el
medio”.
Camilo habla de la
revista con pasión. “¿Todo piola?” se transformó en un colectivo
autogestionado, independiente, autofinanciado. Pibes de barrio escribiendo sobre
temas profundos: política, cultura del trabajo, etc. En ella no hay rango: todo
se discute democráticamente.
Con esas fórmulas
se consolidó como un vehículo para expresar su mirada sobre el mundo, ese que muchas
veces echa una mirada condenatoria para los pibes de los barrios.
En la lista de
referentes por la obra que hicieron en su vida Camilo incluye a Jesucristo,
Gandhi, Bob Marley, la Madre Teresa, Malcom X, Rodolfo Walsh, Evita, el Che,
Camilo Cienfuegos, Patrice Lumumba y su “amigo Patricio”. Así lo nombra.
En el plano
artístico nombra a filósofos como Spinoza, Deleuze y Foucault y Nietzsche; poetas
como Artaud, Baudellaire, el “Indio” Solari, García Lorca, Oliverio Girondo, Cortázar,
Jim Morrison, Shakespeare, Bucoswky.
Ciudad panóptica
El escenario es un
colectivo
el aire que se
respira es tristeza
no hay peor cárcel
que la mirada del otro.
Miran por la
ventanilla
y sus miradas se
pierden.
Desean ser otra
cosa
pero les divierte
este caos.
Llego a mi destino
y me bajo.
Me espera una
reunión de
intelectuales de
turno.
Sus ideas agarraron
un piquete
a mi los piqueteros
me dejaron pasar.
Antes que ahogarme
decido marcharme.
Vuelvo al lugar
donde mejor me refugio
busco esa cueva
donde nadie me encuentre.
Ahí, donde puedo
ser.
Ahí, donde no
obedezco.
En la soledad, en
el único consuelo.
Lo que observo es
que hay mucho anhelo
se anhelan
caricias, se anhela verdad.
Hasta las veredas
sufren por
esa multitud que se
queja de la lluvia
porque moja su ropa
nueva
porque los retrasa
en el trabajo..
Aunque el mundo es
mas grande de lo que dicen
percibo que nos
achicaron el tiempo...
(Ciudad panóptica en “La venganza del cordero atado”)
FRASES DE GRAFITI
El profesor de
magia, la lectura, la poesía, lo volvieron a parir. No, no fue el encierro. Hay
un mensaje peligroso cada vez que se dice que lo que aprendió “lo aprendió
adentro”. No fue la cárcel la que lo rescató. Fue el arte. En el encierro, los
guardias le pegaban por leer y escribir. En otra entrevista dijo: “Recibí
piñas, me quebraron los tobillos, me rompieron un diente; sufrí miles de
requisas por leer y escribir. Me di cuenta de que la sociedad prefiere que los
pibes roben, que se droguen antes que accionen y piensen. Es más peligroso un
pibe que piensa que un pibe que roba”.
La última oración
es para repetir: “Es más peligroso un pibe que piensa que un pibe que roba”.
Es una frase que
merece un grafiti. En Buenos Aires, en Bariloche o en la Carlos Gardel.
Sobre el encierro y
sus alrededores tiene esto para decirle a la sociedad: “En la cárcel todo es
oscuridad, dolor, crujir de dientes, el infierno real: te verdeguea el Servicio
Penitenciario, te verdeguean los psicólogos, los trabajadores sociales y todo
el aparato judicial, los defensores del Estado nunca ganan un juicio; el juicio
de un pobre dura minutos y el del rico dura años y nunca hay un culpable”.
A su contundencia
poética, le agrega un lúcido análisis. César/Camilo habla también sobre la red
de “contención” (¿a quién contienen de qué?) que se arma supuestamente en favor
de las personas privadas de su libertad: “Los psicólogos convencen a los pibes
de que son culpables de todo el mal de la sociedad, así que hay que resarcir a
la gente poniendo el lomo para el látigo. La clase media necesita del chorro,
así tiene alguien con quien agarrársela y no hacerse cargo de la miseria”.
Así define la
sociedad: “Es un teatro de artificialidades, mientas más brille tu
superficialidad, más aclamado serás. Todo es violento: los pibes son violentos,
cuando roban si tienen que matar lo hacen; la tele es violenta incitando a
tratar a las mujeres como si fueran trapos; la publicidad es violencia y la que
invita a los pibes a robar porque todo se mueve bajo el ‘ser es tener’, todos
corren atrás de eso, todos quieren el poder, de un lado y del otro; están los que
quieren el poder económico y están los que quieren el poder del ego, el poder
saber, aquellos que creen que un título les garantiza la impunidad de opinar
sobre todo”.
ARTE Y PARTE
En el encierro lo
atrapó la poesía. No le pegó como los policías. Hay pocas palabras que dicen
tanto como cuando se dice que algo te cambia la vida. Eso hizo el arte con él. “Es
una caja llena de magia, de salud y nuevos valores de vida, un puente hacia una
mejor humanidad, una forma de acercarse más a la esencia natural de los seres
humanos”.
De esa forma nombra
a la poesía que lo parió.
A la naturaleza
Alguien pensó como
sufren los árboles
cuando los
torturan,
y los mutilan
sin poder gritar su
dolor.
O la tristeza que
tiene el mar
cuando lo bañamos
de todas las
mierdas existentes.
O cómo se ahoga el
aire
cuando lo llenamos
de porquerías.
Alguien se puso a
pensar alguna vez
en el miedo que nos
tiene la muerte
o cómo nos odia el
amor
por romperle tanto
las pelotas.
Yo sí pienso en
esas cosas.
Pienso en lo frío
de la soledad del sol
en la eterna
virginidad de la luna,
en la relación
amorosa del viento y las hojas
y en que la lluvia
es el momento
en que el cielo y
la tierra
tienen un orgasmo.
(A la naturaleza, en ““La venganza del cordero atado”)
COCCIÓN SIN RECETA
César/Camilo
terminó, en el encierro, la escuela secundaria y ahora está cursando Filosofía
en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde –como en todas las universidades–
no abundan los pibes de los barrios, más bien todo lo contrario. Eso le permite
reflexionar: “Uno nace en una villa, de la villa a la fabrica o el camino del
malandreo, de ahí a la cárcel o al cementerio: la vida de un pobre no tiene
muchos lugares para movilizarse. Muchos villeros mueren sin ver una obra de
teatro en acción o el recital de una gran banda. El arte es negado para los
villeros, y cuando intentan acercarse los artistas los subestiman siempre: debe
ser sumiso y es alguien que no sabe nada. Y esto pasa en el progresismo, que
siempre intenta rescatar a los villeros con una receta estricta, sin dejar
lugar para la creación o la emancipación de ideas: un villero es siempre un
sujeto de estudio, no un sujeto político activo”.
No tiene una receta
para que las cosas cambien. No la tiene: su mundo no se basa en recetas
mágicas. El cambio que busca y quiere poner en práctica no se resuelve con
trucos de magia. O sí, quién sabe. De alguna u otra manera fue un mago, sin
trucos, sin galera, el que le mostró una luz en medio del túnel negro. La
varita mágica de Camilo Blajaquis es el arte, la poesía y el amor como
propuesta política: “La situación no va a variar hasta que se modifique la
tabla de valores, hasta que el dinero no deje de ser nuestro dios, y hasta que
comprendamos que en el amor se halla salida y es la propuesta política más
interesante y que puede traer mejores resultados al mundo”.
Eso dice.
Pronóstico reservado
Escupo.
No sé si dolor, no
sé si verdad.
Escupo.
Quizás trueno,
quizás poesía.
Relámpagos,
alumbran relámpagos.
El aire se espesa,
la tierra se humedece.
Se presiente la
lluvia, el ataque de las gotas.
El cielo tiene
ganas de escupir:
Quizás su dolor,
quizás su verdad,
Quizás construye
con truenos su mejor poesía.
Empezó
a
llover.
Ahora el agua
perfora los detalles,
el rebaño se
esconde,
le teme a la
lluvia,
dice que le hace
recordar a la naturaleza,
y la naturaleza es
el enemigo,
por eso hay que
pisotearlo
y abandonarlo en un
recuerdo lejano.
Llueve más fuerte
El ejército de las
gotas acribilla el asfalto,
Manosea transeúntes
y deja que sus victimas
Se fuguen por las
alcantarillas.
¡llegó el viento!
¡acariciando a los
arboles!
¡penetrando a la
lluvia!
De repente se
esconde, se refugia,
se deja atrapar por
los edificios.
¿No te da pena la
soledad del viento?
(Pronóstico reservado en “La venganza del cordero atado”)
(Publicada en la revista "Al Margen", Bariloche, septiembre 2012)
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