Babel Orkesta
Este particular
grupo integrado por cinco músicos y tres actores ofrece un show musical con
características circenses y teatrales, donde una parte esencial del espectáculo
es la fiesta que se produce entre la gente, que pasa de espectadora a
protagonista. Ritmos y géneros de diferentes latitudes hacen de la Babel
Orkesta una banda en la que la música permite el encuentro, el baile y la
celebración.
En unos pocos minutos, la chica que conversa con su
pareja al lado mío, a la que juro que no conozco ni de vista, estará tomada a
mi cintura en un frenético trencito humano que atraviesa el patio de la Ciudad
Cultural Konex al compás de la música que despliega la Babel Orkesta y que hace
imposible que no participes de esta fiesta.
Como un cumpleaños de quince o un casamiento pero con
gente a la que no frecuentás, y a la que no te liga ni siquiera el conocer a la
quinceañera o a los novios, la propuesta de esta banda es que el show también
lo hagas vos. Tanto, que sin darte cuenta los pies y la cadera se te mueven instintivamente
y terminás, como ahora, tomado de la mano haciendo un círculo alrededor de la Orkesta
y con el cuerpo desenfrenado. A tal punto, que la pareja de la chica que ya
perdí entre la multitud, cambia su cara yogurt descremado y se ríe como si
hubiera escuchado el mejor chiste en boca de un fino narrador.
Según la Biblia, cuyo legado afecta a muchos más de los
que la leyeron y a bastante más de los que la creyeron, la torre de babel fue una
pretendida construcción del hombre para alcanzar el cielo y llegar a Dios. Como
éste se pone jodido con esos inventos humanos, hizo que los constructores
comenzasen a hablar diferentes lenguas para que reine la confusión y no
tuvieran éxito en la idea. Así, el mito se basa en la incomunicación humana, en
la imposibilidad de la traducción y del entendimiento entre diferentes
culturas.
Como un conjuro contra esta enseñanza bíblica del
desencuentro, la Babel Orkesta decidió tomar prestado el nombre, cosa que
ningún mandamiento prohíbe, y revertir la historia: frente a la condena al
desentendimiento, la música que tocan es compartida en todo el mundo y la
alegría que contagia va saltando de unos a otros, en una alquimia circense e
itinerante. “No se podían comunicar con la palabra, pero sí con la música. Nos
hicimos cargo de la orquesta de la torre de babel y no subimos arriba del mito,
sin querer ser pretenciosos, pero desde un lugar humilde e irreverente”, me dirá
Zeta Yeyati, unos de los músicos de la banda, cuando termine el show y aún esté
maquillado. (Sí, es tan potente la puesta en escena que hasta los músicos se
maquillan).
El espectáculo basiliense
tiene amplia mixtura musical y teatral. Eso que aquí mencionan como “música del
mundo” (klezmer, paso doble, vals, gypsy, tarantela, tango, swing) se conjuga
con el baile colectivo de jóvenes, adultos, adolescentes, mayores, y hasta uno
con el pie enyesado, que, obligados por esa mezcla de ritmos universales, salen
también a escena y comparten un mismo espacio con los cinco músicos y tres
actores que integran la Orkesta.
Los que ahora nos movemos improvisando y haciendo el
ridículo en un contexto donde lo que no vale es no serlo, seríamos
“espectadores” en cualquier show convencional: aquí somos una parte más del
engranaje que este espectáculo ya echó a andar.
Lo que está pasando: un acordeón se mezcla con un sonido
experimental de percusión. Es un sonido raro. Antiguo y moderno. Local y
universal. Como si fuera Kusturica pero más cachengue. Mientra la música suena,
los tres actores recrean escenas de otros tiempos que, a la vez, resultan
actuales. Y sacan a la gente a bailar, a los que se suman los espontáneos, los valientes, los fiesteros
o los ridículos, según la óptica con
que se los mire. Al rato, tenés dos opciones: o seguís buscando calificativos y
mirás la cosa desde afuera; o te sumas a esta especie de fiesta popular donde
todo converge en una miscelánea armónica.
Así, Babel funciona como un antídoto contra esa
concepción tan rock star según la
cual el artista está a años luz de distancia de su público. Aquí, la propuesta
es radicalmente opuesta: la Orkesta necesita tanto de la gente que está
bailando como lo que bailan necesitan que la melodía siga permitiendo esta
comunión musical que cobija a jóvenes, viejos, hijos, turistas, porteños y
curiosos a hacer trencitos, círculos que se abren y se cierran, dúos de bailes,
entre otros números artísticos que no tienen más lógica que seguir el ritmo de
la música y pasar una buena noche a cielo abierto.
Después de una hora y media intensa, la banda se retira
tal como había llegado, a puro ritmo, hasta perderse en las infinitas escaleras
naranjas que son parte de la estructura del Konex. De los que participamos del
show, pocos se van como vinieron: los veo alejarse con idéntico sentido de
pertenencia que el de una caravana de hinchas de fútbol, aunque sin eso que
algunos barrabravas de la palabra aún llaman “folclore”.
Con la intensidad todavía visible en sus cuerpos –y
mientras van y vienen dentro del camarín en los preparativos para ir a tocar a
una fiesta de casamiento– los Babel Orkesta Pablo Maitia (guitarra y banjo) y
Zeta Yeyati (saxo soprano y flautas), paran la música y tocan otras cuestiones.
-¿Cómo dirían
que funciona la lógica que propone “Babel Orkesta”?
-Zeta: Vemos que a la gente le hace
bien, que somos un vehículo necesario, porque necesitan darse la mano y a veces
no se logra por estar en pose. Entonces es como que quedás descolocado cuando
ves bailando a todo el mundo, incluso a los pibitos. Apuntamos a crear una atmósfera
distinta, a crear algo.
-¿Cuál es el
génesis de la banda?
-Zeta: La orquesta surge de una
necesidad de tener una banda ambulante. Su gestación fue similar a la de esos
grupos de gitanos que van sumando músicos y sueños a su paso, así que se dio todo
como muy naturalmente. Yo hacía ya más de 25 años que tocaba en La
Mississippi y quería armar siempre una
cosa más de Nueva Orleáns, que toque un estilo de banda portátil, con
instrumentos acústicos.
¿En qué
instancia de crecimiento creen que está la Orkesta?
-Zeta: Estamos creciendo mucho. El
objetivo es tratar de tener una identidad, que la gente que lo escuche diga
“esto es Babel”, incorporar la palabra también. Hay mucho para hacer pero vamos
de a poco. Es una banda que aún no tiene tres años.
-Pablo: Somos ambiciosos con la música
pero humildes con cómo la tocamos. No hay improvisación porque no nos interesa
mostrar el virtuosismo ni momentos de individualismo: la idea es compartir la
música, en eso hay una austeridad musical: tocamos para que estemos todos acá.
Ese es el ideario.
La Babel Orkesta levanta campamento y parte con su compañía itinerante hacia su próximo destino festivo. Se van, literalmente, con la música a otra parte, a todas partes.
+Info
(Publicada en la revista "MU", abril de 2010)
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