Desde hace diez
años más de 50 vecinos de Barracas realizan un espectáculo que reproduce los rituales
de un casamiento cualquiera, con el propósito de generar una fiesta única en la
que público y actores disfrutan por igual. Una original propuesta del Circuito
Cultural Barracas en el que participan, en diferentes obras, más de 300 vecinos
de distintas edades y ocupaciones. Un ejemplo concreto de cómo la unión hace la
fuerza.
Por Luis Zarranz
Es posible que la mayoría de los ojos que se posan sobre
esta nota hayan estado, aunque sea una vez, en alguna fiesta de casamiento. Los
que no, igual conocen, de sobra, cada uno de sus rituales.
El casamiento de Anita y Mirko es como cualquier otro, pero
distinto. Ellos se casan, puntualmente, todos los sábados y lo festejan como si
fuera la última vez.
En la fiesta participan más de 50 actores de diversas
edades, profesiones y rubros que son vecinos de Barracas y el invitado es el
público que también participa de la fiesta, cena, baila (hasta se arma
“trencito”), se saca fotos con los novios y es parte de esta celebración que
desde su inicio te hace olvidar que en realidad se trata de una obra de teatro.
No. Sentís que estás en un casamiento al que te invitaron.
Como en toda fiesta tenés una mesa asignada que,
probablemente, compartas con otros, que te son desconocidos hasta que surge el
diálogo, (como en los casamientos reales,
las primeras palabras son de compromiso). Mientras anuncian que “ya llegan los
novios”, te traen la comida y la bebida, con lo cual está garantizado el
interés gastronómico que a todos nos despiertan los casorios.
Suena la música, la pista es un dedo que te llama y ahí
está uno de los clímax de este casamiento que tiene diez años ininterrumpidos
de éxito: el de camisa almidonada y cara de otario te suma de prepo al trencito
y terminás haciendo rondas y puentecitos al son del cuarteto con desconocidos
entrañables que a esta altura son tus compañeros de baile de toda la vida.
Baila el público y también gozan los Scarpini, la familia
italiana de Anita, que no se guardan nada. Los parientes de Mirko, de origen
ruso y algo parcos, miran la escena sin entender mucho lo que está pasando.
Así, durante dos horas se recrea un casamiento sin omitir
ni uno de sus ritos: video de los novios, vals, números musicales, cena,
lanzamiento del ramo, torta.
Todo, producido y puesto en práctica por los vecinos de Barracas,
que por unas horas dejan la peluquería, el taxi, el consultorio, la escuela o
los quehaceres domésticos para actuar, compartir, jugar (sí, jugar, ¿por qué no?) e inventar una
fiesta que surgió en el 2001 cuando sobraban las caras largas y la
preocupación. El mismo deseo de juntarse es el que, diez años después, anima a
estos alquimistas del pesimismo a generar una celebración humana de lo
comunitario, en forma de casamiento, que merece ser compartida.
Talento para la
transformación
Ricardo Talento, actor,
director y dramaturgo, es uno de los fundadores del movimiento de teatro
comunitario en nuestro país y uno de los vecinos que dirige el Circuito
Cultural Barracas, ámbito donde nació, creció y se desarrolla “el Casamiento de
Anita y Mirko”, entre otras propuestas colectivas.
Ricardo impulsa el teatro de
la comunidad para la comunidad y define al arte como “transformador social en
sí”. Sostiene que “el desarrollo creativo en el vecino produce una
transformación”.
Trasladado al barrio narra sus
efectos: “Si hay 300 vecinos
participando, que dedican su tiempo libre para juntarse, construir y compartir
con otros; si hay sesenta vecinos maquillándose juntos para una obra… ya eso es
una transformación del barrio”.
+Info
www.ccbarracas.com.ar
/ ccbarracas@speedy.com.ar / 011
4302 6825
(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", agosto 2010)
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