El nuevo libro
de Hernán López Echagüe sobre Eduardo Duhalde relata, incisivamente, pormenores
de los negociados, aprietes y tramas que definen su trayectoria política. Un
material que desvela al ex gobernador y a los periodistas que menciona.
Por Luis Zarranz
Hernán López Echagüe tiene una visión lúcida, crítica,
corrosiva y letal sobre el Poder. Estos condimentos, junto a la precisión
periodística y la calidad literaria que también le son propios, aparecen en “El
regreso del Otro”, el libro con el que vuelve a sumergirse en el lodo
de la vida política de Eduardo Duhalde tras haber escrito, en 1996, “El Otro”, un fenómeno editorial,
periodístico y político que sistematizó, con minuciosidad, los avatares del ex
gobernador bonaerense.
Allí, López Echagüe hizo posible que sean olidos los
tufillos malolientes que rodeaban los pasos de Duhalde. El libro marcó un antes
y un después en la vida del periodista y escritor, no sólo por ser la
investigación periodística más leída de los noventa: tras su publicación fue
amenazado, perseguido y salvajemente golpeado.

Desde esa distancia, pequeña desde lo geográfico e
infinita desde la manera de vivir, pudo conocer mejor el más allá de Buenos
Aires; “trabar amistad con personas ajenas a las luces fallutas de las
vidrieras políticas y periodísticas de Buenos Aires”, como él describe; y hacer
periodismo:
Resulta que un tal Duhalde reaparece en la escena
política. Y, pese a renegar de ello, López Echagüe es la persona que más y
mejor lo ha investigado. Entonces produce otro libro donde profundiza,
actualiza, amplía y detalla la vida política sobre él, en un relato personal,
que –maravillosamente– no respeta las fronteras entre periodismo y literatura.
-Más allá de la
semblanza que se despliega a lo largo del libro, supongamos que mañana se cruza
con un turista interesado por la política latinoamericana y lo interroga sobre Eduardo
Duhalde, ¿qué aspectos le parecen imprescindibles hacerle saber?
-Para no hundirlo en el aburrimiento, le diría que:
-Duhalde fue el hacedor de esa asociación ilícita que llaman Policía bonaerense, brazo armado que durante sus dos períodos de gobernador usó para sostener una política fundada en la recesión, el endeudamiento del Estado, la desocupación y el manejo caprichoso de los fondos públicos.
-En 1994 pagó millones de dólares a los convencionales del movimiento que lideraba Aldo Rico para conseguir la cláusula que posibilitó su reelección como Gobernador de la provincia.
-En el año 2001 fue partícipe elemental de la caída de De la Rúa. Tendría mucho más para decirle, pero supongo que llegado a este punto el turista se habrá ido a gastar unos dólares en el hermoso casino de la ciudad. Y, claro, le aconsejaría comprar el libro.
-Duhalde fue el hacedor de esa asociación ilícita que llaman Policía bonaerense, brazo armado que durante sus dos períodos de gobernador usó para sostener una política fundada en la recesión, el endeudamiento del Estado, la desocupación y el manejo caprichoso de los fondos públicos.
-En 1994 pagó millones de dólares a los convencionales del movimiento que lideraba Aldo Rico para conseguir la cláusula que posibilitó su reelección como Gobernador de la provincia.
-En el año 2001 fue partícipe elemental de la caída de De la Rúa. Tendría mucho más para decirle, pero supongo que llegado a este punto el turista se habrá ido a gastar unos dólares en el hermoso casino de la ciudad. Y, claro, le aconsejaría comprar el libro.
-¿Por qué
consideró necesaria hacer una “Advertencia al lector”?

-En la
“advertencia” sostiene que es un libro “insubordinado” y que se trata de “algo
personal”. También, que no contiene “una pizca de neutralidad” y no es “un
modelo de objetividad”. ¿Considera que, despojado de estas características, el
periodismo está más cerca de su ideal?
-Te voy a responder echando mano de un pasaje de lo que
escribí en esa “advertencia”: todo testigo es forzosamente subjetivo. El
periodista relata los hechos, opina, comenta, dominado continuamente por su
manera de ver, de contemplar, de observar. Cada uno cuenta a su modo porque
cada uno percibe a su modo. Hay quienes escriben exceso para referirse a una masacre. Hay quienes denominan guerra a una invasión salvaje. Hay,
todavía, editorialistas que llaman Proceso de Reorganización Nacional, o, con
impúdica intimidad, simplemente Proceso
a la última dictadura que descuadernó al país. Dicen Proceso como quien dice Cacho, Beto, Tito.

Todo, en medio del recorrido duhaldista por la política
nacional, que el autor relata con precisión: los nexos de
Duhalde con la Triple A y sus apariciones en “El Caudillo”, revista de prensa de las tres A; sus negocios
privados como funcionario público de la Municipalidad de Lomas de Zamora; las
trampas y maniobras con las que alcanzó la Intendencia de ese Partido; las
causas penales que lo relacionan con el narcotráfico; los indultos que firmó
siendo gobernador y vicepresidente; las irregularidades y negociados del Banco
Provincia; los antecedentes de los dirigentes que lo acompañan (más que
antecedentes, prontuarios); su preponderante rol en la agitación de los saqueos
en el 2001; el entramado político para voltear a De la Rúa; su presidencia
interina signada por el negocio para los amigos y las balas para Kosteki y
Santillán: todo esto, y muchísimo más constituye parte del conjunto de hechos
que van surcando las páginas del libro y que demuestran lo que Duhalde fue,
y es, capaz de hacer.

Quizá por eso ahora Duhalde reaparezca tan bien presentado
en las páginas del diario y López Echagüe sea tan absolutamente ignorado.
Como él mismo dice “es notorio el silencio que hay en
muchos medios acerca de este libro. Ni lo mencionan. Puede que sea porque es
malo, aunque para hablar de las mamarrachadas de Sylvina Walger, Tenenbaum,
Majul y Yofre no se ahorran línea alguna”.
(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", febrero 2011)
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