sábado, 5 de marzo de 2011

Carnaval toda la vida

La mítica murga uruguaya “Falta y Resto” cumple 30 años y vuelve al carnaval de Montevideo con un tributo a los barrios. Antes, estuvo en Buenos Aires con un show en el que mostró lo nuevo de su repertorio y aquello que, pese a los años, nunca es viejo.

Por Luis Zarranz
Cierro los ojos y comienza a borronearse la geografía porteña en la que estoy, para dar lugar a los tablados montevideanos en los que quisiera estar.
Desde hace diez minutos, la murga “Falta y Resto” brilla sobre el escenario del teatro “La Trastienda” en un show que es un recorrido por sus 30 años de historia y el pre-estreno de lo que será su regreso al carnaval de Uruguay, luego de tres años de voluntaria ausencia.
Cuando vuelvo a conectar mis pupilas más con la realidad y menos con el deseo observo la euforia de cientos de argentinos, uruguayos, y turistas con español del tipo de Anamá Ferreira: hay en escena algo así como 787 personas: la murga y el público es un todo compacto y homogéneo que me recuerda a los corsos que se armaban en la esquina de mi barrio, cuando el vecino más almidonado perdía la compostura y revoloteaba las piernas con mucha gracia y poco encanto.
Precisamente, el barrio es el protagonista del espectáculo con que La Falta, como la mencionan sus fans, decidió homenajear a los tablados, ante su cada vez más preocupante extinción.
Bajo el nombre “La Comedia del barrio”, los murguistas despliegan una presentación, en clave humorística e irónica, con los ojos puestos en ese espacio típico de la geografía urbana, donde tiene preponderancia la esquina, la picardía y la complicidad vecinal. Y lo hacen con una sorpresa que vale revelar: la presencia de Malena D'Alessio, de “Actitud María Marta”, la primera mujer de la murga y quien posibilita una estupenda fusión con el rap, que simboliza la unión de todos los barrios latinoamericanos.
Raúl Castro es a la “Falta y Resto” lo que Martín Palermo a Boca: un mito viviente que excede las fronteras de su propio espacio para colocarse en un espectro de referente histórico. Es uno de los fundadores, el letrista y el director de la murga. Y, antes que nada, es un tipo de barrio, de esos que hablan sin dobleces. De piernas interminables, lo veo pelearse con la mesa para ubicarlas de alguna forma más o menos cómoda, como una ficha de encastre que no cuaja en su lugar.
Por fin logra sentarse. Aún falta una hora y cuarto para que se transforme en el pulso del show. Antes, todo su cuerpo habla por él: me mira con la boca y con los ojos me dice: “El barrio es el oasis, el lugar donde la murga encuentra la razón de su cantar, de su militancia cultural, donde encuentra las opiniones que más valen: de esa gente nos sentimos embanderados”.
Sigue: “La gente en la calle es la que hace la historia y está en los barrios. El tipo de barrio es un extra en la película de los medios, nunca es protagonista. En la murga, sí”.

¿Qué significa volver a competir en el carnaval de Montevideo después de tres años?
Volver al carnaval significa volver a los amigos, a la familia, a la casa de tu madre, al lugar donde están tus parientes (de género y de sangre), tus amigos. Es volver a la esencia, y siempre es bueno: hay que beber esa fuente, que es la que nos lleva de barrio en barrio, la que nos hace recordar de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde tenemos que ir.

Me imagino que debes estar al tanto que en Argentina se recuperaron los feriados de carnaval, por iniciativa del Gobierno y tras varios años de lucha de las murgas. ¿Qué reflexión te merece?
Me parece notable. Los tablados, los corsos, son bastiones de democracia cultural. Cuando se corta un corso o se cierra un tablado se le está tapando la boca al pueblo. El hecho de abrir el carnaval de nuevo quiere decir “exprésense”, “digan”, “ríanse, que es lo más sano que hay”.

En 30 años, ¿cómo se hace para no repetirse?
Mucho laburo, muchas papeleras llenas, tratar de encontrar camino por donde no hayamos ido, pasos, lugares sin huellas. Es difícil porque siempre los géneros, sean libres o no, te limitan. Entonces tenés que inventar y reinventar.

Y, ¿cuánto creció el género? Porque siempre hubo un prejuicio de que era algo “menor”.
Pasaba como con el tango, la murga era marginal. Era una mirada clasista pero ha habido un trasvasamiento que tiene que ver con los logros de la murga, sobre todo a la salida de la dictadura, que tuvieron un papel importante en la expresión popular cuando no había sindicatos ni partidos políticos. La gente iba a los tablados a escuchar lo que quería decir, que estaba prohibido.

La murga lleva casi tres horas ininterrumpidas de show: escucho en vivo esas letras que fueron el núcleo de la resistencia contra la dictadura oriental y alcanzo a comprender, en su justa dimensión, lo que Raúl Castro me acaba de decir, antes de colocarse la galera y salir al escenario.
Termino de vislumbrar la vigencia de La Falta, ese péndulo que conecta pasado, presente y futuro, cuando veo a un hombre, de unos 60 años, bailar y cantar los temas junto a quien parece su hijo, de no más de 30. En medio de un cuplé, alcanzo a escuchar que le dice: “Esto es de mi época”.
Es ahí donde dimensiono que “Falta y Resto” no tiene fecha de vencimiento.

(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", marzo 2011)

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