sábado, 3 de mayo de 2008

Se hace camino al andar


Ya pasaron 40 meses de la masacre de Cromañón y la impunidad sigue intacta. Aún no hay fecha establecida para el juicio oral y se sigue dilatando el proceso. Los familiares, amigos y sobrevivientes siguen su lucha heroica y marcan un camino poco transitado: el dolor transformado en lucha y ésta, en esperanza

Por Luis Zarranz
   Ya han pasado 40 meses. 40 infinitos meses de dolor, de impunidad, de lucha, de movilizaciones, de resistencia, de injusticia. 40 meses en los que quedaron desnudos el progresismo barato, la izquierda paleozoica, la derecha repugnante y la alarmante indiferencia social.
   Todo esto, y mucho más, pasaron durante estos 40 meses en que Cromañón se convirtió en un adjetivo que califica mejor que ningún otro las situaciones latentes donde la vida  corre riesgo, frente a la más absoluta complicidad institucional.
   40 meses.
   Suele ocurrir que los números redondos tengan mayor repercusión. No es el caso. Para los medios comerciales, Cromañón es noticia si los padres lucen alterados. Si no, no vende.
   No es noticia que el juicio oral no comience, que los funcionarios no sean investigados, que la causa judicial sea cualquier cosa menos lo que debería ser: el reflejo de una masacre absolutamente preanunciada, y por ende, evitable.
   En estos 40 meses el movimiento Cromañón ha dejado una estela maravillosa de alegría, lucha y esperanza: una murga, una articulación que reúne los distintos grupos, una muestra de fotos itinerante, un ciclo de charlas-debate, foros, un santuario levantado con igual empeño que dolor, y una lucidez que impresiona.
   Los familiares, amigos y sobrevivientes de Cromañón –en realidad, todos sobrevivientes– no han dejado de movilizarse ni un sólo mes en estos 40 meses. Ni uno sólo.
   Cada 30 días han articulado un documento que en la mayoría de las ocasiones es un espejo de lo que pasa en el país. Una descripción perfecta, dolorosa y trágicamente negada por la sociedad de lo frágil y precario que resulta vivir en este sistema depredador, voraz y asesino.
   La República de Cromañón, ese país visible pero invisibilizado (y no sólo por el humo) sigue latente y silenciado hasta que una nueva masacre lo saca a la luz.
   40 meses de impunidad es una invitación a la locura. Sin embargo ahí están los familiares, amigos y sobrevivientes demostrando una lucidez apabullante frente a la estigmatización de “violentos”.
   En el medio, la masacre de sus hijos, las mentiras cotidianas, las puertas cerradas, el silencio miserable del rock, del progresismo, de los intelectuales, de muchos organismos de derechos humanos, del Gobierno, de la Justicia, de los medios, de la sociedad que se escandaliza lo que dura la noticia en TN.
 Demasiados silencios como para no gritar bien fuerte.
  Hace 40 meses atrás Cromañón era un infierno. Las causas que hicieron posible que ocurriese lo que ocurrió siguen repitiéndose en cualquier esquina de la Ciudad: subtes, colegios, shoppings, talleres textiles, peloteros, entre otros. Eso sigue. El silencio, también.  
    El movimiento Cromañón está ahora marchando por la Avenida Rivadavia, en sentido contrario al transito. En sentido contrario, y no sólo literalmente. 

(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 3 de mayo de 2008)

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