Ya pasaron 40
meses de la masacre de Cromañón y la impunidad sigue intacta. Aún no hay fecha
establecida para el juicio oral y se sigue dilatando el proceso. Los
familiares, amigos y sobrevivientes siguen su lucha heroica y marcan un camino
poco transitado: el dolor transformado en lucha y ésta, en esperanza
Por Luis Zarranz
Ya han pasado 40
meses. 40 infinitos meses de dolor, de impunidad, de lucha, de movilizaciones,
de resistencia, de injusticia. 40 meses en los que quedaron desnudos el
progresismo barato, la izquierda paleozoica, la derecha repugnante y la
alarmante indiferencia social.
Todo esto, y
mucho más, pasaron durante estos 40 meses en que Cromañón se convirtió en un
adjetivo que califica mejor que ningún otro las situaciones latentes donde la
vida corre riesgo, frente a la más
absoluta complicidad institucional.
40 meses.
Suele ocurrir
que los números redondos tengan mayor repercusión. No es el caso. Para los
medios comerciales, Cromañón es noticia si los padres lucen alterados. Si no,
no vende.
No es noticia
que el juicio oral no comience, que los funcionarios no sean investigados, que
la causa judicial sea cualquier cosa menos lo que debería ser: el reflejo de
una masacre absolutamente preanunciada, y por ende, evitable.
En estos 40
meses el movimiento Cromañón ha dejado una estela maravillosa de alegría, lucha
y esperanza: una murga, una articulación que reúne los distintos grupos, una
muestra de fotos itinerante, un ciclo de charlas-debate, foros, un santuario
levantado con igual empeño que dolor, y una lucidez que impresiona.
Los familiares,
amigos y sobrevivientes de Cromañón –en realidad, todos sobrevivientes– no han
dejado de movilizarse ni un sólo mes en estos 40 meses. Ni uno sólo.
Cada 30 días han
articulado un documento que en la mayoría de las ocasiones es un espejo de lo
que pasa en el país. Una descripción perfecta, dolorosa y trágicamente negada por
la sociedad de lo frágil y precario que resulta vivir en este sistema
depredador, voraz y asesino.
40 meses de
impunidad es una invitación a la locura. Sin embargo ahí están los familiares,
amigos y sobrevivientes demostrando una lucidez apabullante frente a la
estigmatización de “violentos”.
En el medio, la
masacre de sus hijos, las mentiras cotidianas, las puertas cerradas, el
silencio miserable del rock, del progresismo, de los intelectuales, de muchos
organismos de derechos humanos, del Gobierno, de la Justicia , de los medios,
de la sociedad que se escandaliza lo que dura la noticia en TN.
Demasiados
silencios como para no gritar bien fuerte.
Hace 40 meses
atrás Cromañón era un infierno. Las causas que hicieron posible que ocurriese
lo que ocurrió siguen repitiéndose en cualquier esquina de la Ciudad : subtes, colegios,
shoppings, talleres textiles, peloteros, entre otros. Eso sigue. El silencio,
también.
El movimiento
Cromañón está ahora marchando por la Avenida Rivadavia ,
en sentido contrario al transito. En sentido contrario, y no sólo literalmente.
(Publicada en el sitio "Jaque al Rey", 3 de mayo de 2008)
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