Aldo Leporatti
es el CEO de Porter Novelli, empresa subsidiaria de una compañía de marketing y
comunicación líder a nivel mundial. Este hombre, contratado por Botnia, realiza
todo tipo de operaciones de prensa para cuyo fin no escatima ningún medio. El
hombre del “todo vale” intenta persuadir a la sociedad que Botnia no contamina
y que trabaja para el medio ambiente. Un disparate que contamina el sentido
común.
Uno no sabe por
qué, con tanta comodidad a su servicio, en sitios así no alcanza a sentirse a
gusto. Está claro: es problema de uno. Sepan disculpar
Porter Novelli
es una de las empresas más grandes de Relaciones Públicas en todo el mundo. La
firma, que cuenta con compañías afiliadas y propias en los principales mercados
y en todos los continentes, fue fundada en Washington en 1972. Actualmente
ofrece sus servicios a través de 100 oficinas ubicadas en 60 países. En
Argentina, su director es Aldo Leporatti, un “gurú” de la comunicación
estratégica y las relaciones con la prensa.
Por tales
antecedentes este hombre fue convocado a participar de las Jornadas sobre
"Medios de Comunicación, Ética y Responsabilidad Social" que organizó
la Universidad
de Belgrano, los recientes 15 y 16 de abril.
Leporatti expuso
media hora en el panel sobre “La comunicación Institucional y las Relaciones
con la Prensa ”.
Y allí, una vez más, hizo lo que sabe hacer: manipular las opiniones con el
objetivo de favorecer los negocios de sus clientes: en este caso, la finlandesa
Botnia.
La pastera
contrató los servicios de Porter Novelli para que se encargara de mejorar su
imagen corporativa, que se encuentra por el piso. Como no hay manera de lograr
ese objetivo apelando a la verdad, Leporatti utiliza otras herramientas:
miente, extorsiona, organiza fabulosas operaciones de prensa e intenta desprestigiar
a los asambleístas entrerrianos.
Nada nuevo,
digamos. Nada que otros no hagan. Nada que no haya hecho antes: en la década de
los noventa, Leporatti fue uno de los encargados de hacerle creer a la sociedad
argentina que las privatizaciones que el menemismo auspiciaba eran
imprescindibles y los negociados corruptos, un mal menor.
Aldo Leporatti
armó las campañas que con notable éxito lograron instalar el paradigma
privatizador como solución a los pésimos servicios estatales. No sólo eso: logró
que quien se opusiera a ellas, sea visto como un abogado del atraso. Las
privatizaciones se hicieron, los negociados que eran parte de ellas, también: los
resultados están a la vista.
Contamina
En su actual rol
de operador de Botnia, son varios los medios –que nunca interesan tanto, si el
objetivo se cumple– que este hombre utiliza para su fin. La exposición en la Universidad de
Belgrano, en efecto, fue otro espacio para ir ganando conciencias: “¿Les podemos creer a algunos por el hecho de
ser asambleístas mientras acusan a Botnia constantemente por no brindar
información, cuando en realidad la ofrecemos?”, sostuvo en su intervención.
La información
que brinda Botnia jamás enumera las consecuencias que su funcionamiento generó
en Finlandia y en los lugares donde funcionó, donde fue devastadora para todo
lo que se considere un ser vivo.
La empresa
esconde el Tratado Bilateral que firmaron Uruguay y Finlandia y que Botnia puso
como condición para instalarse: ese acuerdo, que entre otras cosas impide la
nacionalización y expropiación de la planta y reclama compensaciones por
cualquier motivo que la empresa se considere perjudicada, es tan leonino que la
palabra “salvaje” no alcanza a definirlo.
¿Generan
información? Botnia generó conmoción en Uruguay cuando informó su instalación
en Fray Bentos: prometió miles y miles de puestos de trabajo. Lo que jamás
informó es que luego de la construcción de la planta sólo unas docenas de
uruguayos trabajarían allí. El resto, son europeos.
La consultora
canadiense Ecometrix, que realizó para el Banco Mundial (BM) un trabajo sobre
la pastera, informó que la planta finlandesa utiliza 13 químicos peligrosos –la
mayoría de los cuales son llevados a la fábrica por barco– y destacó que, en el
largo plazo, generará 150 toneladas anuales de residuos tóxicos. Sr. Leporatti,
¿no tuvo nada que informar a la prensa en ese instante? ¿Por qué?
El 23 de
noviembre del año pasado, seis estudiantes y una maestra de Fray Bentos fueron
asistidos tras sentir náuseas causadas por emanaciones de la pastera. La
empresa informó que los olores "no generan ni generarán ningún impacto
negativo en la salud". ¿Y los chicos atendidos, Leporatti? Los chicos no
mienten.
22 días después,
el 15 de diciembre, Clarín sostuvo que “cuatro operarios debieron ser
internados por irritación en los ojos y en las vías respiratorias. Ocurrió
mientras trabajaban con químicos en la torre de purificación de agua de la
papelera”. Ni Porter Novelli, ni Leporatti, ni Botnia dijeron nada: silencio de
radio.
La información,
queda claro, se esconde: no se habla de los “accidentes” de la plata; que
funciona sólo al 15% de su capacidad para no contaminar en demasía antes del
fallo de La Haya ;
que el método que utiliza es dióxido de cloro, uno de los elementos más
contaminantes que el hombre puede manipular; y que la empresa se instala en
estas latitudes porque en Europa está prohibida por ley desde el año pasado.
Los ejemplos
abundan pero consignar a todos sería no sólo aburrido sino imposible para este
formato de nota.: “En el caso Botnia hay intereses económicos de por medio”,
sostuvo Leporatti en la
Universidad de Belgrano. El de él está más que claro y no está
mal reconocerlo: ¿haría el mismo trabajo si no le pagaran?
Las
declaraciones que Leporatti hace en cada una de las universidades a las que es
invitado no son, a esta altura de los hechos, lo más grave. Para tener una
mejor comprensión habría que separar cada una de sus “estrategias”. Podría
hablar de lo beneficioso de usar papel de envoltorio, o de la solvencia de una
empresa cuyos fondos son garantizados por el Banco Mundial. Eso la posicionaría
muy bien frente a la “comunidad internacional”. Pero no. Leporatti escoge otros
caminos...
Operaciones de
Prensa
El 30 de enero de este año Clarín –cuyo jefe de editores, Ricardo Roa
sostuvo que el diario tenía “postura tomada en el conflicto” – publicó en su
portada que los asambleístas utilizaban unas credenciales para decidir quién
pasaba, y quién no, por el corte de ruta sobre Arroyo Verde y que, como se
trata de una ruta que va al Uruguay, estaban emitiendo credenciales como si
fueran un Poder estatal.
La información, que el
matutino extendió en su tapa todo lo que pudo, tenía detrás la estrategia de
Leporatti para desprestigiar a los vecinos de Gualeguyachú. La asamblea
distribuye las tarjetas "vecinalístas" desde hace ya un año a los
colonos que viven y trabajan entre el corte y la frontera, con la finalidad de
no demorarlos.
Las credenciales
eran vox populi, y tenía conocimiento de su existencia hasta el gobernador
entrerriano, a quien no se puede acusar de Asambleísta. No eran noticia para
nadie. Leporatti y Clarín quisieron que sí, no para informar sino todo lo
contrario: para desinformar y generar opiniones negativas en Buenos Aires,
donde los cortes son herejes (salvo que sean con cacerolas de teflón).
Previa a esa
burda estrategia, Leporatti organizó el viaje de algunos periodistas argentinos
a la planta de Botnia en Fray Bentos. Viajaron periodistas de Clarín, La Nación , Página/12, Canal 9,
la agencia DYN, El Diario de Paraná, El Argentino, el Día de Gualeguaychú
y periodistas de Concepción del Uruguay: 37 hombres de prensa en total.
El objetivo era mostrar
que la planta funcionaba a todo vapor, superando los más exigentes estándares
ambientales: una puesta en escena impecable. Las crónicas fueron tan poco
críticas como creíbles. (A la semana de la visita murió un obrero de la planta,
pero ya no había periodistas para registrarlo).
En ese viaje, el
gerente de Botnia se negó a tomar el agua que la empresa vierte al Río Uruguay
y que aseguraba no estar contaminada. Aldo Leporatti sí se animo a hacerlo. No
tenía opción: era eso o el papelón universal.
Extorsiona
Desde no hace mucho tiempo, circulan distintos correos electrónicos,
entre los asambleístas y sus círculos cercanos, que desprestigian a varios
referentes de este movimiento social, a periodistas locales y a ciudadanos de
Gualeguaychú. El objetivo, obvio, es romper el tejido que los entrelaza.
El autor de
estos e-mails se desconoce pero su autor intelectual es tan fácil de imaginar
que ni hace falta mencionarlo. Hay testigos, por su parte, que pueden afirmar
que Leporatti les reconoció que recopilaba información sobre cada uno de los asambleístas
pero “por ética” no los utilizaba.
Los alumnos
uruguayos que reciben los libros que Botnia envía a las escuela para
intentarlos convencer de su función social en Uruguay tienen ahora un ejemplo
ético concreto.
Sr. Leporatti ¿Para
qué se recopila información sobre una persona si no es para usarla en algún
momento? ¿Para qué reúne esa información? Su función es mejorar la imagen de
Botnia, no desprestigiar la de quienes se oponen a su funcionamiento.
Las Jornadas
sobre "Medios de Comunicación, Ética y Responsabilidad Social", ¿no
serían más interesantes si en vez de hablar de ética se la aplicara?
Jaque al Rey pretendió hacerle éstas y
otras tantas preguntas a Aldo Leporatti durante su exposición pero la Universidad de Belgrano
se encargó de dejar en claro que las preguntas eran sólo por vía escrita, lo
que negaba toda posibilidad de respuesta, de repregunta y de libre ejercicio
periodístico. La UB
huele a perfume pero algo dentro suyo huele a podrido.
No es éste el
mejor ejemplo de Relación Institucional con la Prensa , eje del panel en el
que participó Leporatti. Los tópicos de la Jornada sobre Medios, Ética y Responsabilidad
Social, estuvieron en otro lado, tal vez a 280 kilómetros de
distancia en una ciudad llamada Gualeguaychú.
La próxima vez
que quieran hablar de Ética y Responsabilidad, sería bueno que las inviten.
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