Del 17 al 19 de noviembre, Córdoba recibió al Congreso de
Salud Mental que año a año organizan las Madres. Por primera vez fuera de
Buenos Aires, se convirtió en una posibilidad maravillosa para compartir y
abordar miles de experiencias fascinantes
Por
Luis Zarranz
Sentí cómo se
concentra el calor, cómo sube la temperatura, cómo empezás a transpirar, cómo
el cuaderno te sirve de abanico, como se te escurre el poco aire fresco que
alcanzás a sentir.
A todo eso sumale
que dormiste poco porque venías extenuado del día anterior y que sin embargo no
estás fastidioso, estás feliz, estás contenta.
Ponele que estás
escuchando una charla en la que, ponele, está hablando Hebe de Bonafini o
Gabriel Mariotto o los jóvenes que impulsan la implementación de la nueva Ley
de Salud Mental. U otro expositor, ponele el nombre que quieras. Cambiá
figuritas. No importa: el resultado es el mismo.
Te acomodaste y
mirás alrededor y ves que hay diez, cincuenta, cien, doscientas personas como
vos que también eligieron estar ahí. Cantidad de gente a la que le calienta
mucho más lo que allí se dice que lo que el calor provoca.
Desde esa
incomodidad, que es cero al lado de la que, en ciertas ocasiones, te ubica el
sistema, parás el oído, tomás nota, compartis experiencias, tejés lazos, pedís
la palabra y combatiste la cordura paralizante y sumisa que te diría que corras
para escapar del sofocón.
Si ya te imaginaste
toda la escena, no estás sólo dentro de esa carpa. Estás adentro del X Congreso
Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos que organizó la Asociación
Madres de Plaza de Mayo.
Tres días. Diez
actividades simultáneas cada hora y media, cada jornada, de 9 a 21 horas. Miles
de jóvenes yendo y viniendo revolviendo idiomas, tonadas, prácticas, abordajes,
dispositivos, propuestas, luchas, esperanzas, sueños.
Ves el ir y venir
de pibes, programa en mano, preguntando si tal charla se realiza en esa carpa o
en el Cabildo, en una de las puntas de la Plaza. Lo ves a Alfredo Moffat
brindando una conferencia, escuchas a las fábricas recuperadas contar su
experiencia, ves jóvenes conscientes de su protagonismo; en eso te cruzas con
una mesa en la que los que hablan son los estudiantes chilenos que mientras
luchan por la educación pública le están dando una clase de dignidad y
resistencia a la sociedad de su país. Los ves participando del I Encuentro
Latinoamericano por el Derecho a la Educación, en el marco del Congreso.
Pasa la hora, te
metés en otra carpa y sos parte del II Foro Internacional de Niñez y
Adolescencia, del Foro de Diversidad y Género, o del de Salud Colectiva y
Derechos Humanos: todas semillas regadas y florecidas en el seno del Congreso.
No hay problema si
entre tantas cosas te volvés loco porque, como dijera Hebe en la apertura: “No
queremos abolir la locura sino los loqueros”. Volvete loco, nomás, si después
de todo fueron unas pocas “locas” las que se atrevieron a dar vuelta la
historia y, mirá qué loco, fueron paridas por sus hijos.
Te lo reafirma, en
una de las mesas, Leonardo Gorbarch, ex diputado y autor de la Ley de Salud
Mental 26.657: “La militancia de las Madres parió la democracia, un gobierno
popular y la Ley de Salud Mental”. “Este Congreso es la victoria de los lazos
solidarios”, te sopla Inés Vázquez, la rectora de la Universidad Popular para
que te des cuenta porqué corno no te importa el calor. Cada lazo es como un
ventilador que te refresca, te contagia, te sostiene y te ventila.
Hebe suelta su
genio y te dicta: “La Presidenta lo ha dicho: somos 40 millones de locos. Así
que le pido que apruebe la Ley porque si no los 40 millones podemos terminar en
el Borda”.
Imaginate todo eso,
todo ese entusiasmo militante. Imaginate cómo te parte la cabeza oír hablar
sobre las experiencias desmanicomializadoras; las radios que funcionan como
dispositivos de salud mental; el festival musical en honor a las Madres que
está ahora arriba del escenario; la primer marcha de las Madres en la plaza
principal de Córdoba; la murga que te dice que bailar y sonreír hace a la salud
mental; imagínate cada una de las veces que sentiste nombrar cómo la lucha te
libera y te activa.
Si de verdad
pudiste imaginarte toda esta locura, entonces de alguna manera fuiste parte del
X Congreso de Salud Mental. Y si no, tranqui: el año que viene tenés revancha
en Tucumán.
Hay quienes
sostienen que cualquier observador, por el mero hecho de ser testigo, influye
en la realidad que está observando, la altera, la modifica. El próximo Congreso
tendrá lo suyo porque estarás vos. Imaginate
(Publicada en la revista "¡Ni un paso atrás!", diciembre 2011)
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