“El Almafuerte”
es un film realizado en ese instituto de menores de máxima seguridad, ubicado
en Melchor Romero (La Plata). Es producto del taller de cine que impulsaron los
tres directores y muestra la producción llevada a cabo por los chicos allí
alojados. El arte y la creación en un ámbito de encierro y barrotes.
Por Luis Zarranz
Un documental que muestra un instituto de menores de
máxima seguridad y en vez de dejarte en situación de encierro, te libera.
Eso es lo que transmite “El Almafuerte”, un film de
reciente estreno realizado por tres jóvenes directores, quienes documentan el
taller de cine y video que funcionó como excusa para que los pibes alojados
allí tengan su primer acercamiento al registro audiovisual y realicen, a su
vez, un documental sobre la revista que impulsan.
Un documental sobre un documental. Sí, mucho más: las
voces de los chicos, sus historias, la cámara como juguete rabioso, las risas,
las rejas que se van derrumbando, tristezas, el encierro de adolescentes, sus
capacidades, la libertad…
Andrés “Gato” Martínez Cantó y Roberto Persano son dos de
los directores (el otro es Santiago Nacif Cabrera). Ellos ofrecen detalles no
sólo sobre el documental sino sobre cómo los implicó realizarlo.
-¿Cómo surgió la
motivación para hacer el documental?
-Roberto
Persano: Nos
surgió la inquietud de trabajar con menores judicializados, sobre la base de
unas investigaciones que veníamos realizando. Como nuestro conocimiento pasaba
por lo audiovisual decidimos preparar un taller de cine y video documental que
tuviera como trabajo final un cortometraje realizado por los propios
integrantes del taller. La idea era darle herramientas y espacios para
“liberar” la voz de los que estaban detenidos.
-¿Qué pensaban
antes de “El Almafuerte” y qué piensan ahora, tras su experiencia allí?
-Andrés Martínez:
Cuando
entramos había gente que nos pegaba por derecha (“¿cómo van a ir ahí con todos
los pibes chorros?”) y por izquierda (“están siendo funcionales al aparato
ideológico del Estado legitimando la prisión para los pibes"). Creemos que
la alternativa es el cambio social, pero para eso hay que
trabajar el mientras tanto. Buscar
alternativas y trabajar en lo que se llama "reducción de daño".
-RP: Al comenzar el taller fuimos
con más dudas que certezas y algunos prejuicios que no nos podíamos quitar.
Pero eso se resolvió rápido: los pibes siempre se mostraron predispuestos a
trabajar junto a nosotros a la vez que nos exigían un compromiso con la
continuidad del taller.
-¿La relación
con los chicos modificó la idea primaria sobre el contenido?
-AM: La realidad es un horizonte
turbulento e impredecible: arrancamos con una idea que luego se fue
modificando. Las subtramas, vinculadas a lo cotidiano del encierro, empezaron a
competir con la trama, las prácticas didácticas en contexto de encierro. La
película fue mutando en estos casi 4 años de trabajo intenso.
-Tras abordar la
temática del encierro, ¿cuál creen que puede ser una solución a esta
problemática?
-RP: Si nos remitimos a los
resultados, estas prácticas punitivas no sirven para nada. Nadie está preparado
para pasarse encerrado en una celda de 3x3 veinte horas al día. Y menos si se
tiene 17 o 18 años. La realidad demuestra que cuando los pibes salen muy pocos
consiguen una libertad duradera. O están marcados por la policía lo que los
convierte en victimas seguras del gatillo fácil, o vuelven al barrio con todo
lo que ello implica (drogas, transas, pandillas). Creo, por lo que vivenciamos
con este trabajo, que hay que hacer un
trabajo en el barrio, modificar el ámbito donde vive el pibe…. No hay que
cambiar al pibe de barrio, sino hay que cambiar el barrio del pibe.
-¿Qué huellas
les dejó hacer la película: que cosas les impactaron y siguen ahí, girando en
cada uno de ustedes?
-AM: Que los pobres y jóvenes siguen siendo blanco preferido del gatillo fácil y de la
discriminación.
-RP: No sé si con la película
logramos cambiar algo en la historia de los pibes que están alojados en el
Almafuerte, eso lo dirán ellos. De lo que estoy seguro es que sí nos cambio a
nosotros. La relación con ellos, los
amigos que ganamos durante esos años de laburo, los chicos que murieron: todo
eso dejó marcas en nosotros.
(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", junio 2010)
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