Teresa Parodi pertenece a ese género de cantautores cuya
canción es inseparable de su compromiso social. Dice que la gente le enseñó a
tener esperanza y que se moriría de vergüenza si no la tuviese. Nombra
referencias tales como Zitarrosa y Violeta Parra, entre una lista que confiesa
“infinita”. Actual directora del Espacio Cultural Nuestros Hijos, a cargo de
las Madres de Plaza de Mayo, en esta entrevista nombra palabras en vías de
extinción que, por suerte, su canto rescata: esperanza, compromiso, pueblo,
educación, entre otras. Teresa Parodi, o la dignidad hecha canción.
Por Luis Zarranz
No resulta nada
fácil entrar a un lugar del que muy pocos salieron. Si no fuera porque este
espacio fue ganado luego de más de 30 años de lucha y quitado a la Fuerzas Armadas sería tan
tétrico como entonces, tan impune, tan gris.
Sin embargo en el
edificio que fuera del Liceo Naval dentro del predio de la ex ESMA, en la Ciudad de Buenos Aires,
funciona ahora el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHI), bajo la tutela de la Asociación Madres
de Plaza de Mayo. Este dato alcanza, por sí sólo, para comprender la
transformación llevada a cabo.
La directora de
este espacio de vida compartida, entrelazada, en movimiento, es Teresa Parodi.
De la misma manera que con sus canciones, Teresa tiene entre sus manos el
desafío de lograr, junto a muchos compañeros, que la comunidad se repiense haciendo que interactúen
pasado, presente y futuro en una constante búsqueda creativa.
Caminar los casi
doscientos metros del portón que da sobre la Avenida Libertador
hasta la entrada misma al edificio en el cual funciona el ECuNHi, atravesando
una calle interna, muda pero memoriosa, árboles y edificaciones en desuso, no
es, decíamos, nada fácil. Hay una atmósfera, un algo en el aire, en la mente,
en el corazón, un latido. Eso. Un latido, preciso, repetido, denso, un retumbar
de tambores monocordes; un dolor, una sensación
amarga imposible de contener, la bronca multiplicada 30 mil veces…
Pero cuando se
comienzan a subir los cuatro escalones anteriores a la entrada del ECuNHi, ya
se ven las flores pintadas en sus paredes, ya se escuchan los murmullos y las
voces de varios jóvenes que charlan y van de un lado al otro: en definitiva, se
empieza a respirar un aire que renueva y que contagia.
Nos recibe con una
sonrisa jugosa, ancha, que quedará guardada en lo imborrable, aunque, a decir
verdad, no esperábamos otro gesto, sabiendo el trato que dispensa cuando hace
de anfitriona.
En una luminosa
sala en la que todo parece recién llegado, que huele a pintura fresca, y a la
que sería demasiado pretencioso catalogar de “oficina”, pero que verdaderamente
lo es (compartida con dos colaboradores), Teresa hablará apasionadamente,
gesticulará incansablemente, nos mirará con esos ojos que siempre están
queriendo hablar y se moverá sobre la silla, buscando la posición más cómoda.
Como coro de la
conversación, unos pájaros silbadores harán considerables esfuerzos para ser
incluidos en la crónica, y lo lograrán.
-Teresa ¿qué significa para vos ser la directora del
ECuNHI, con la historia, el futuro y el presente que tiene este lugar?
-Bueno, es un honor
que las Madres hayan pensado en mí para dirigir un centro cultural en un lugar
tan emblemático, con toda la carga histórica que tiene este lugar. Me siento
honrada, feliz y al mismo tiempo exigida. Como hablábamos con Hebe (de
Bonafini), las Madres quieren un espacio de excelencia, entregar a la comunidad
la posibilidad de estudiar, crecer, protestar desde el arte, en cualquiera de
sus formas. En la actualidad, tenemos talleres y actividades culturales y la
aspiración es que se convierta en el departamento de Arte de la Universidad Popular
de las Madres.
-¿Que significan, en tu vida personal, las Madres de
Plaza de Mayo?
-Por obvia
coincidencia ideológica, son el faro luminoso que nos hizo caminar aún en el
medio de las tinieblas, hacia un territorio de claridad y detrás de la
justicia, sin equivocaciones. "Es por acá" dijeron las Madres y allá fuimos
los que soñamos con algún mundo mejor, los que seguimos soñando porque creemos
que es posible. Y por eso fuimos perseguidos y acallados: yo pertenezco a esa
generación. Pueden ser mi madre cualquiera de ellas. Cada vez que
las situaciones límites de la vida me ponían en un lugar difícil, yo miraba
hacia donde estaban las Madres, como una referencia. Ellas siempre supieron
caminar, en medio de todo lo que nos pasó, con una clara visión del porvenir.
Los tipos prepararon el terreno, prepararon todo, lo que no contaban era con
las Madres. Ese fue el gran factor sorpresa, eso desestabilizó todo, por
suerte.
Ya entablada la
conversación, Teresa asume que sería imposible intentar explicar, a alguien que
no las conociera, quiénes son las Madres de Plaza de Mayo: “El mundo entero las
conoce porque fue única su forma de luchar. Hasta el símbolo, el pañuelo en la
cabeza, y cómo supieron salir y enfrentarse solas a esa dictadura feroz y
genocida. Es muy impresionante cómo este puñado de mujeres, con qué coraje,
convicción y entereza, se enfrentaron a la dictadura para seguir el camino que
trazaron sus hijos”.
No hace falta tener
ninguna capacidad especial para reconocer, a esta altura, la admiración que
esta cantautora nacida en Corrientes, un día antes que termine el año 1947, profesa
hacía las Madres de Plaza de Mayo. Admiración que, por otro lado, es mutua.
Quizá se reconozcan
en la misma tenacidad, en los desafíos arduos: a los nueve años, una precoz
compositora en la guitarra que afinaba de oído, anunció que de grande sería
música popular y empezó a estudiar con el maestro Blas Benjamín de la Vega.
Cincuenta y un años
después se acuerda de, por lo menos, cuatrocientas canciones de su autoría y
recorre el país con su banda para, en cada regreso, acoplarse a los asuntos de
los cinco hijos, mimar a los once nietos, dirigir este espacio cultural, y
disfrutar de tanto amor como sabe procurarse.
En Corrientes, la
casa de la niñez estaba poblada de letras y de músicas, de una mamá maestra y
de un papá que emitía para la vecindad su colección completa de música clásica.
“Vivíamos en una biblioteca y en una discoteca”, sostiene Teresa.
Producto de esas
influencias, y de muchísimas otras que fue descubriendo con el pasar de los
años, Teresa Parodi hizo de su canción no sólo un estilo, sino una postura
ética y comprometida, irrenunciable.
-¿Por qué te parece, como dice uno de tus temas, que “la
canción es urgente”?
-Creo que el canto
popular siempre es urgente porque es el que va contando nuestra historia.
Además la canción no cesa, siempre seguirá cantando nuestra historia, aunque
los medios de comunicación no la cuenten. Porque los hechos y la historia
siguen pasando, y los vuelve a contar la canción para que no se pierda en la
memoria.
-¿Qué posibilidades te ofrece el canto, la creación de
canciones, en tanto “canto popular"?
-Es un espacio
maravilloso para hablar de nuestro pueblo. Elegí ese espacio para retratar
un poco lo que viví con los demás, que es con lo que creo que trabaja un
cantautor: es parte de un todo consciente. Es como
contar la realidad pero también llenarla de belleza, aún en lo más terrible.
Siempre me acuerdo de una foto que recorrió el mundo, de aquella niña desnudita
después de Hiroshima. Es terrible, ¿pero no es bella esa foto al mismo tempo?
Porque cómo pudo un artista, en un instante, con el lente de su cámara captar
el horror y eternizarlo para que nadie se olvide. Ese trazo te cambia el
pensamiento, es un disparador alucinante. Te hace reflexionar, preguntarte:
“¿cómo podemos dejar que esto pase?” Viene por ahí, es muy importante el rol
del artista popular que toma la realidad y la devuelve transformada por el
arte, para que sirva de punto de partida y también de punto de llegada.
-En tu último disco, Autobiografía, seleccionaste canciones
tuyas que ya son absolutamente populares luego de todos estos años de carrera.
¿Por qué elegiste estas canciones y no otras?
-Porque son como un
repaso de canciones emblemáticas. En realidad pensamos en los primeros discos
(en total grabó 24. Sí, leyó bien: veinticuatro). La pauta que nos habíamos
puesto es que teníamos que tener un argumento para defender la canción y había
que convencer al resto. Cada canción entró porque estuvo muy bien defendida y
porque, además, estaba comprendida dentro de la primera parte de la obra.
También hicimos un par de canciones nuevas porque la gente las espera.
Así, el disco
incluye "Pedro Canoero", "Bajo el cielo de Mantilla", “El
Otro País” “La Negra Eulogia ”,
“Se puede, se debe”, “El Cielo del Albañil”, Aún caminan conmigo”, entre otras.
Además incluye una versión de “El Ángel de la Bicicleta ” junto a León
Gieco.
Parodi ahonda en
detalles que sirven para comprender el camino que recorre un disco hasta llegar
a las disquerías. A eso hay que añadirle el trayecto de una situación concreta
que hace impacto en el artista y pasa a convertirse en letra y música. En el caminar de tantos años, ya son indivisibles la Teresa cantante y la
militante del campo popular.
Teresa, a esta
altura el apellido casi que sobra, pertenece a esa estirpe de cantautores que
hacen carne el sentir popular, que reflejan la lucha, la esperanza, la
solidaridad. Es así, que retumban versos no tan lejanos: “Nos han robado hasta la primavera, pero no pueden con nuestra
canción/parece frágil pero no se entrega/sigue cantando como vos y yo”.
Esa canción,
“Resistiendo”, fue convertida en símbolo, apropiada por millones de individuos
para cantar en medio de, o frente a, la crisis más aguda de la historia del
país a fines del 2001, principios del 2002. Un símbolo,
decíamos, que fue la contraparte a la que quisieron imponer los medios, “Color
Esperanza”. “Resistiendo” casi que resulta la antítesis a eso de “pintarse la cara color esperanza”, como si bastara con pintarse y no
con luchar.
-¿Cómo surgió “Resistiendo”, que además tiene ese nombre,
en gerundio, como queriendo decir que es algo que se extiende, que está
presente y que continúa?
-Esa canción fue
escrita mucho antes de que la gente salga a la calle en el 2001, un
año antes, tal vez porque uno tiene un vinculo con el pueblo, esta
conectado con las luchas populares porque es parte de ellas, y presentía lo que
iba a pasar. Lo podía percibir desde el sur al norte que el país estaba
resistiendo. Se concreta cuando salimos a las calles pero ya se venía cortando
rutas. Apareció la figura, dentro del espacio del neoliberalismo más cerrado y
perverso, de los cartoneros y los piqueteros.Empezó un nuevo campo de lucha
con novedosas maneras de resistir: era imposible no verlos. Comienzo a escribir
la canción desde ese lugar y desde la observación desde la realidad. “Nos han
robado hasta la primera pero no pueden con nuestra canción”. Quiere decir que
el pueblo estaba encontrando una forma de resistir y de sobrellevar ese momento
terrible de exclusión donde la gente se quedaba sin trabajo, sin salud, por un
modelo genocida. La gente me contaba su lucha, me escribía las realidades de
todo el país. Y he viajado especialmente para caminar con ellos. Escribo la
canción en un momento determinado, la grabo y de golpe era diciembre del 2001.
Música, maestro
Cuando tenía 16
años, Teresa Parodi recibió su título de “maestra” y decidió que no existía
mejor lugar para la docencia que una escuelita-rancho perdida en la selva misionera,
más precisamente en El Dorado. La calidez de los chicos, de sus padres, de sus
vecinos le brindó, asegura, mucho más de lo que ella fue capaz de dar. Allí
enseñaba a leer allí, a sumar y a restar; y a cantar, en cuanto pudo llevar su
guitarra.
-¿En algún momento de la vida se deja de ser docente?
-Y no, (sonríe)
porque es como un lugar que es muy poderoso, a mí me costó mucho dejar la
docencia. Vengo de una familia de docentes, está en mi vida, mi madre enseñó
hasta morir. La docencia es sangre, me parece que nunca deje el puntero.
El gesto acompaña
las palabras y genera risas cómplices por la broma. Se ríe ella y nos reímos
nosotros también. Pero la risa es ganada por la indignación y conversamos sobre
aquellas épocas en la que pegar con un puntero era parte de la “Educación”.
“Ahora son otros los punteros que pegan”, nos decimos.
La docencia da pie
para preguntarle sobre su reciente viaje a una escuela, en Cerro Policía
(debe su nombre a un cerro con forma de gorra policial), alejada de todo, a 150 kilómetros de
General Roca (Río Negro), para inaugurar una sala de música que lleva su
nombre.
Los ojos responden
antes que su boca, iluminados por un brillo que encandila: “En ese lugar hay
una escuelita-hogar, porque es un paraje y van niños cuyos padres trabajan
hasta a 100
kilómetros de distancia. O sea que en esa escuela hay
maestros y auxiliares que se quedan a vivir con los niños en diferentes turnos:
es impresionante el trabajo de la docencia en ese lugar, es muy conmovedor”
“Fue muy fuerte para
mi haber estado ahí, estar en el aula, escuchar a los chicos cantar ‘La canción
es urgente’ para recibirme. Fue emocionante izar la bandera con ellos, comerme
el corderito (risas) que habían cocinado en la misma escuela. Y después a la
noche fui a cantar, a la Sociedad Española ,
para que con todo lo recaudado se compraran instrumentos musicales para que los
chicos aprendan música. Fue muy emocionante porque pudieron comprar
instrumentos suficientes, estaban felices. Y para mi fue muy emocionante cuando
descubrieron la placa que decía ‘Sala de música Teresa Parodi’, con toda mi
historia del magisterio y demás, se me juntaba todo ahí. Me acompañaba mi nieto
mayor y me gustó que tenga la oportunidad de la experiencia, como la tuve yo,
de trabajar en lugares absolutamente marginados en donde tantas cosas hacen
falta, pero lo que sobra es amor”, expresa.
¿Con la música a otra parte?
Teresa, es conocida tu posición en apoyo al Gobierno,
¿por qué crees que a muchos, sobre todo a los medios, les molesta que los
artistas apoyen a los gobiernos?
-Porque andan poniendo sus propios intereses, que no tienen nada que ver con lo
que la gente votó. Además este gobierno esta tomando medidas políticas
inmensamente justas, y eso los hace saltar y dicen infamias y calumnias.
Con poco, uno ya
distingue que ha ingresado en un terrero que le da bronca y mucho dolor.
Recientemente la revista Noticias, de Editorial Perfil, publicó en su portada
que diversos artistas populares, entre los que estaban Teresa Parodi, habían
cobrado una importante suma de dinero para representar al Estado en la Expo Zaragoza 2008.
En su caso particular, se la acusaba –la
nota era una acusación- de haber cobrado más de cien mil pesos por un solo
recital.
Frente a la
infamia, Teresa no oculta su malestar e indignación: “Hay como una especie de
guadaña queriendo cortar cabezas. Los medios son muy poderosos. Nos dicen que
somos usados, no pueden creer que hagamos cosas por auto-voluntad o elección,
no pueden creer porque son capaces de negar hasta lo que está a la vista muy
claramente. No es que uno empezó ahora, a mi no me descubrieron los Kirchner, tengo una historia de lucha de 40 años. Así, me pasé una vida diciendo lo que
no estaba de acuerdo. Ahora que estoy de acuerdo lo salgo a apoyar, como
también critico otras cosas. Si estoy de acuerdo, tengo que ser muy hipocritita
como para no salir a decirlo. Como a los medios los mueven los intereses
económicos, nos piensan y juzgan igual. En realidad no nos usa el Gobierno,
como ellos dicen: nos usan ellos, para sus intereses”.
Lo que hizo
Noticias, publicar la cifra pagada por el Estado por un recital, dando a
entender que todo ese dinero correspondía al cachet de Teresa, fue una campaña
que pretendió acusar a los artistas y al Gobierno.
“La cifra, 110.000
pesos, se debe, en realidad, al traslado a Europa, alojamiento y gastos de 9
personas, incluida Teresa, durante tres días, más los gastos técnicos y
honorarios del personal. Todo, multiplicado al valor del euro en ese momento:
$4,91. Todas las sumas y los pagos se encuentran respaldados y acreditados por
las correspondientes facturas y comprobantes”, dice en uno de los párrafos el
comunicado que difundió Booking & Management, la oficina que representa a
Teresa Parodi desde el 2006.
Teresa explica en
detalle. Se esfuerza para que entendamos datos sobre facturación, impuestos, y
demás cuestiones que nosotros, como la mayoría de la gente, no tiene la menor
idea de su funcionamiento, y menos, su ligazón con un artista: “La gente no
sabe todo esto, lee las cifras y cuando hay plata de por medio, duda”.
Agrega, además: “Me
he puesto a pensar en mi propia historia, con todo esto que ha pasado. Me da
mucho dolor, mucha pena, mucha bronca y al mismo tiempo impotencia. Pero,
bueno, la gente que nos conoce, con la que caminamos en tantas cosas, la que tiene memoria, no puede creer en eso; y el que lo cree, está como muy
distraído, le venden cualquier cosa”.
Inevitablemente el
rol de los medios de comunicación acapara la conversación “En realidad tendría
que ser al revés: nosotros acusando a los medios. La gente es la que tiene que
decir, ‘ustedes no estaban, eran los artistas los que nos acompañaban, los que
cantaban con nosotros’. Pero bueno, viste que son un factor determinante, como
nunca. La única vos que se escucha es la
de ellos. Si alguien no opina así, dicen que es porque esta comprado. Es una
locura pero esta vez, con este tema en particular, se pasaron de rosca”,
sostiene con gran indignación.
Es indudable que no
le preocupa el juicio de los medios pero sí el de su público al que, como pocos
artistas, no subestima. Y, además, cuando ya nos ponemos a repasar tantísimos
años de carrera, casi cuarenta, se atreve a lo que pocos son capaces: hablar
bien de los porteños.
“Siempre encontré
un porteño que me abrió la puerta de su casa, una porteña que me hacia entrar a
la puerta de su casa y compartía su mesa”.
-Estas rompiendo un mito Teresa, que más
que mito es una realidad…
-No, es que yo los quiero mucho
a los porteños y siempre lo he dicho. Cuando antes venia de paseo, hace 30
años, te confieso que tenía la sensación de que la ciudad estaba de espalda, a
cualquier cosa, a todo. Hasta que me metí en sus calles, conocí su gente, me
convidaron con su mesa, su casa. Se enamoraron de mi canción. ¿Vos sabes que la
gente me organizaba recitales en sus casas para que se conociera mi trabajo? Un
trabajo hormiga impresionante, en el 79,
plena dictadura.
Lectores de Bariloche: como somos conscientes que es imposible, casi siempre con razón, que alguien sin ser
porteño opine a favor de ellos, nos parecía imposible obviar ese fragmento: sepan disculpar.
El final de la
entrevista se acerca, ineludiblemente, y uno haría cualquier cosa por hallar
una cinta para detener el tiempo y poder seguir conversando con quien es capaz
de exportar y contagiar ese valor por las pequeñas cosas, ese conmoverse por un
atardecer naranja, por una mano, una caricia, un río, una gota, un pedazo de
pan. Es evidente el talento para cantarle a eso
que muchos ni siquiera registran.
Incapaz de
seleccionar preferencias entre alguna de sus canciones (“son comos los hijos”), le preguntamos, entonces, si la ha sorprendido la repercusión de alguna en
particular: “Muchas, por ejemplo ‘la canción es urgente’, que es una canción
que compuse muchos discos otras, que tendría que haber entrado en el disco “Soy
feliz” y no entró, pero la cantaba en los recitales en vivo”.
-¿Por qué no entra una canción en un disco?
-Porque un disco se
va armando a sí mismo, de pronto hay cosas que no le quedan. Es como cuando te
vestís, te compraste una ropa y no va con lo que tenés puesto, pero sí para otra
vez. Hay un concepto en mis discos, porque aunque mis canciones son
todas parientes, a veces a un disco hay una canción o que le falta o le sobra.
-‘La canción es urgente’ en realidad llegó tarde.
-Qué paradoja, ¿no?. Llegó tarde a la grabación, quedó afuera, pero la quise defender ante el
productor y me dijo “no, no, dejala para otro disco”. Cuando presenté
“Soy feliz”, abría y cerraba el concierto con ese tema, entonces cuando la gente la iba a buscar no la encontraba estaba en el disco. Bueno, entró en
el siguiente, la grabó Mercedes Sosa: hizo una versión bellísima que hasta
la tradujeron en portugués. De golpe hay canciones que tienen algo
que va más allá y esta estaba apurada, tenía que salir.
-¿Entonces la canción es más urgente que nunca?
-Así es. Más que
nunca.
(Publicada en la revista "Al Margen", Bariloche, Río Negro, noviembre 2008)
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