La
Presidenta de la Asociación fue nombrada “madrina” de los Talleres Ferroviarios
de Tafí Viejo por los propios trabajadores, en un acto desbordante de emoción y
afecto.
Por Luis Zarranz
La luna tucumana es un farol que alumbra la
noche. Los fuegos artificiales dibujan luces en el cielo más próximo. Hebe de
Bonafini ingresa a los Talleres Ferroviarios de Tafí Viejo, Tucumán, donde en
unos minutos será declarada “madrina” por decisión de la asamblea de
trabajadores.
El auto que la traslada avanza lentamente
debido a los cientos, sino miles, de taficeños que se desesperan por saludarla.
Llueven infinidad de cartas, textos inspirados en la necesidad de tener
trabajo, que la Presidenta de la Asociación va juntando y guardando,
emocionada.
De golpe, la sirena de la fábrica, muda desde
hace tiempo, se mete en los oídos pero también en cada célula de todos los
cuerpos. No es una sirena: es un grito de alegría que dice “seguimos luchando.
Estamos vivos”.
Hebe camina rodeada de la multitud. Le abrazan
el corazón por su empecinada voluntad para que los Talleres vuelvan a funcionar
a pleno, tras ser reabiertos por Néstor Kirchner. Al descubrir la placa que la
nombra “madrina”, dice: “La emoción es enorme, la pasión de la lucha nos
acompañará hasta que logremos que los Talleres sean lo que querían Néstor y
Cristina y lo que quieren hoy todos ustedes. Ésa es la responsabilidad que he
asumido hace mucho tiempo y que voy a seguir haciendo todo lo imposible, no lo
posible”.
Lo expresa a viva voz, con esa capacidad tan
tuya de lograr que las lágrimas broten desde el vientre. El títere que trabaja
como Intendente de Tafí, al decidir quitar el sonido y las sillas que había
prometido a los trabajadores, molesto por las declaraciones de Hebe hacia el
gobernador Alperovich, logra que el acto sea mucho más emotivo con la voz
pelada y peluda de Hebe en el silencio atento de la muchedumbre.
Luego, ya sobre el escenario y con más de mil
personas participando de una jornada histórica, las porciones de afecto, los
regalos y los abrazos se multiplican. Habla Hebe. Y entre lo mucho que dice,
sostiene: “Yo estoy segura y convencida que esta cantidad de gente, esta
cantidad de compañeros y compañeras va a tener un gran peso político en la
decisión que se tome para que los Talleres se abran como corresponde y entren a
trabajar más compañeros. Los problemas de los pueblos no se solucionan en los
tribunales, no se solucionan en los cafés; se solucionan en las plazas, en las
calles y cuando nos juntamos como hoy, aquí, en este lugar, para decirle a
aquellos que no creen que la calle es nuestra, las plazas son nuestras”.
Todos aplauden y gritan. Sara Mrad, Madre de
la filial Tucumán, tiene los ojos vidriosos de la emoción y mira toda la escena,
cabeza al frente, como un marinero que está por llegar a tierra firme. El
rostro es felicidad no sólo por la costa que ve acercarse sino por el recorrido
hecho, que permite el desembarco.
Suenan unos bombos. Alguien dice por ahí que no,
que no son bombos, que son los latidos de los corazones. Si acercás el oído,
los vas a escuchar.
(Publicada en la revista "Sueños Compartidos", junio 2011)
No hay comentarios:
Publicar un comentario